Cuando Cecilia Santamaría de Cárdenas le propuso, hace 20 años, que la acompañara en la construcción de una obra social que les diera cobijo, educación y futuro a niños sin hogar, Fanny Gutiérrez de Sarmiento le dijo que sí, sin pensarlo tanto.
“A Cecilia y a mí, que hemos sido grandes amigas, nos conmovía ver tanta pobreza y tanto niño abandonado. Recuerdo de entonces las campañas de Jaime Jaramillo, para sacar a los que vivían en las alcantarillas. Era duro ver eso y queríamos hacer algo. Estábamos dispuestas”, dice Fanny de Sarmiento, presidenta de la junta directiva de la Fundación Nuevo Futuro, en medio del caos alegre del montaje de El Rastrillo, que desde hoy jueves y hasta el domingo se celebra en el Museo El Chicó, en Bogotá.
Enérgica y dispuesta, tiene la paciencia de escuchar a todo el que se le acerca a preguntarle las cosas más disímiles en medio del trasteo de productos, la dotación de los 110 stands de este año y la adecuación de El Rastrillo.
Junto a ella están las cinco mujeres de la junta directiva, que trabajan hombro a hombro en la puesta en escena del evento: Ana María de Arizmendi, vicepresidenta de la junta; Begoña Vieites de Lozano, Luchi Villamil de Martínez, Clemencia de Polidura y Matilde de Uribe.
Doña Fanny reconoce que las mujeres han sido el principal motor de esta fundación, inspirada en una obra social española que ha creado en ese país cerca de 150 hogares en los que se atiende a niños con un modelo de casa; en ella todos viven como hermanos, bajo la orientación de figuras paternas.
Así respondió doña Fanny de Sarmiento las preguntas de EL TIEMPO.
¿Qué caracteriza el trabajo de Nuevo Futuro?
Trabajamos con una honradez salvaje y un cariño desinteresado por los niños, solamente pensando en darles un futuro. Las cinco casas que tenemos en La Calera (Cundinamarca) y la de Cartagena (Bolívar) les ofrece, entre otras cosas, educación, talleres, centros de cómputo, huertas y vida en familia.
¿De qué edades son los niños que reciben?
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, y a veces otras fundaciones, nos envían a los niños, de distintas edades. Cuando nos llegan pequeños tenemos una ventaja, y es que podemos acompañar todo su proceso de formación; si nos llegan ya grandes, pues con el mismo cariño reforzamos en ellos sus capacidades laborales. Cuando cumplen la mayoría de edad, todos se independizan.
¿Qué expresan ellos sobre su vida, sobre el futuro?
Debo decir que muchos llegan resentidos y dolidos con sus familiares, por la vida dura que les dieron, por los conflictos y el maltrato que padecieron. Pero poco a poco engranan con el modelo de Nuevo Futuro y cambian, son niños más abiertos y felices, y lo expresan con besos, abrazos y mucho cariño. Cada una de las casas tiene la figura de un papá y de una mamá. El ambiente es, definitivamente, el de una familia.
¿Qué aspecto de esta obra social la conmueve más?
Es una delicia ver a estos muchachos felices y realizados. Gracias al Sena hemos logrado que muchos de ellos terminen sus carreras técnicas y tecnológicas; tenemos enfermeras, chefs... todos tienen un futuro maravilloso.
¿Qué sensación le deja ver partir a estos jóvenes de la Fundación?
Sentimos pesar, tristeza, porque es como dejar ir a un hijo que nos ha costado un poco más de trabajo educar. Eso sí, tratamos de seguir ayudándolos. Calculo que por Nuevo Futuro han pasado unos 2.050 niños, en estos veinte años.
¿Y estos jóvenes mantienen el contacto cuando se van?
Claro que sí, nos contactan incluso si necesitan algo, sin importar si ya están trabajando, son casados y tienen sus propios hijos. Bueno, al fin y al cabo en muchos casos somos la familia con la que crecieron, la que tuvieron, a la que tienen necesidad de volver, como todos los demás.
Destaca mucho el valor de su junta directiva...
Sí, es muy valioso. Somos muy amigas. Cada una pone su talento y su capacidad al servicio de esta obra. Clemencia, por ejemplo, es una mujer creativa y muy trabajadora; Begoña, nuestra tesorera de muchos años, es fabulosa con las cuentas; Ana María, que trabaja cantidades y consigue de todo, maneja junto a Luchi todo lo relacionado con gastronomía, y Matilde maneja conmigo un ropero fabuloso en el que también hay ropa de nuestras familias, incluso de nuestros maridos…
¿Qué le dice don Luis Carlos Sarmiento, su esposo, de toda esa obra?
De él, que es un trabajador sin tregua y de una honestidad salvaje, he tomado el ejemplo. Se ha involucrado mucho en todo esto y siempre le ha dado más que una manita a esta fundación. Hace poco, por ejemplo, nos donó todo lo necesario para dotar un polideportivo, pues pensamos que a los muchachos grandes hay que hablarles con el lenguaje del deporte. En general, los esposos hacen lo posible por ayudar también.
¿Qué expectativas tiene sobre El Rastrillo este año?
Muy buenas. Las boletas de la inauguración se agotaron hace rato y este año tenemos 110 stands, más que en los eventos pasados. Cada vez más personas manifiestan su cariño por este Rastrillo. ¡Tendremos lleno total!
‘Feria de puro corazón’
Con 110 stands en los que se exhiben plantas, objetos de anticuario, frutas, tapetes persas, joyería, adornos navideños, productos de panadería y ropa, entre muchas otras cosas, El Rastrillo comienza oficialmente hoy jueves en la sede del Museo El Chicó en Bogotá y se prolongará hasta el próximo domingo 24 de noviembre.
Begoña Vieites de Lozano, miembro de la junta directiva de la Fundación Nuevo Futuro, que brinda hogar y educación a niños y adolescentes necesitados, destaca el valor de los voluntarios que contribuyen con el montaje y el desarrollo de este tradicional evento.
“Todos –dice– están comprometidos con él, pues además del recaudo a través de las ventas, este es el escenario perfecto para mostrar qué es la fundación”, dice.
Y recuerda que el valor de la entrada es el mismo del primer Rastrillo que organizaron, hace veinte años: “Son 5.000 pesos, nada más”.
Ana María de Arizmendi, vicepresidenta de la Fundación, explica que El Rastrillo es la única oportunidad que tiene esta organización para recaudar los recursos con los que sostiene esta obra.
“Todos los expositores –dice– compran el stand y además nos donan el 8 por ciento de lo que obtienen por las ventas; por eso es muy importante que toda la gente de buen corazón nos acompañe esta semana”.
Durante el montaje del stand de Mercari, Andrea y Marcela Arizmendi, que han participado en años pasados, insisten en que “esta es una feria de puro corazón, a través de la cual podemos aportar a niños que necesitan apoyo y mostrar la obra de Nuevo Futuro”.
Para todos los bolsillos
Prácticamente al lado de Mercari se ubica el stand de la panadería de los niños de Nuevo Futuro, donde se ofrecen galletas, panecillos, tortas y otras delicias elaborados por ellos mismos en la casa principal de la fundación en La Calera.
Fanny Gutiérrez de Sarmiento, presidenta de la junta directiva de la Fundación, asegura que se trata de un evento familiar, una feria en la que se viene a compartir con los amigos y a comprar por adelantado los regalos de Navidad.
“No hay barreras para quienes quieran contribuir –señala Fanny Gutiérrez de Sarmiento–, hay de todo y para todos los bolsillos. Cada contribución que se haga beneficiará directamente a los niños, que están muy agradecidos por eso”, comenta, y añade que en El Rastrillo los visitantes podrán deleitarse con lo mejor de la comida española y con otros platillos de la cocina colombiana e internacional.
Los interesados en participar pueden asistir al Museo El Chicó entre las 11 de la mañana y las 9 de la noche, desde hoy jueves y hasta el domingo próximo.
Más información en http://www.nuevofuturocolombia.org/
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