Cada mañana, cuando llega al Jardín Botánico, lo primero que hace Miguel Quintero es saludar y ponerse a la orden de sus ‘jefes’: los árboles y las plantas.
Este boyacense de 62 años es el encargado del cuidado y conservación de las más de 20.000 plantas de 4.427 especies distribuidas en 35 zonas, incluida la Rosaleda, donde hay 73 variedades de rosas, así como la colección de orquídeas y bromelias.
Lleva 45 años en el Jardín. Estudió hasta octavo grado, pero es el ‘Profe’, como le dicen los empleados del lugar, fundado en 1954 por el sacerdote Enrique Pérez.
Se autodenomina “el propagador de semillas” y su ‘oficina’ se llama el túnel de propagación. “Allí multiplico las especies vegetales. Ese es el lugar donde me siento más cómodo y feliz, y sé que mi labor es importante porque además de contribuir a la conservación de la naturaleza, estoy ayudando a que Bogotá sea una ciudad más verde y a restaurar los ecosistemas que se han acabado o están deteriorados”. (Vea la galería: Una visita al Jardín Botánico José Celestino Mutis)
El José Celestino Mutis tiene 19,5 hectáreas. Y la naturaleza es tan agradecida, que en esta antigua zona de relleno del barrio Bosque Popular, el color predominante es el verde; se siente cada planta, se nota la fuerza de las raíces y la buena energía de los árboles.
Actualmente, en el lugar se adelantan 60 obras de mejoramiento: “En el Jardín de humedales (para que los visitantes conozcan cómo es este ecosistema), en La ruta del agua, en la modernización del Domo Herbal, rodeado de plantas aromáticas y medicinales; en el Monóptero, con su bello mural en el techo, ilustrando especies de la flora y la fauna de la región altoandina, y los miradores, desde donde se ven panorámicas de las copas de los árboles”, dice Francisco Sánchez, agrónomo y discípulo del fundador.
Agrega que aunque hay plantas de todos los pisos térmicos del país, lo que más aprendió del padre Pérez fue “la importancia de trabajar por la conservación del bosque altoandino, que comprende el 6 por ciento del territorio nacional y en el que vive la cuarta parte de la población colombiana. Ese bosque, que ya está en un 5 por ciento de su formación, debe ser reconstruido”, dice.
Y lo anterior, traducido a la realidad del ‘Profesor’ Quintero, significa “escuchar y admirar la belleza de la naturaleza. Al oírla, adquiero compromisos con ella para cuidarla y enseñar a respetarla y conservarla. Para mí es maravilloso ver a diario cómo diminutas semillas traídas de todo el país se transforman en inmensos árboles, y cómo las especies dan flores y frutos”.
Cuenta que “esas semillas las llevan a los semilleros del Jardín y allí continuamos el proceso de la vida. Siento gran satisfacción por haber sembrado tantos árboles, y verlos tan frondosos”.
El ‘Profe’ ha recorrido el país buscando semillas. Y entre sus viajes están uno a la zona cafetera para rescatar la palma de cera y otro al Amazonas, para traer la Victoria Regia, que “siempre ha sido difícil conservarla y en varias ocasiones no lo hemos logrado. Ahora tengo ocho plantas germinadas en el acuario, listas para trasladarlas al invernadero, y espero que en esta ocasión, como en otras, puedan vivir”.
Porque como dice el ingeniero Sánchez, que una planta se extinga significa que se empieza a romper el equilibrio y se destruyen los bosques. Pero gracias a los jardines botánicos, muchas especies se han rescatado, propagado y hoy empiezan a regresar al campo, a su hábitat.
Actividades
Los fines de semana hay programación cultural y académica para niños y adultos, como conciertos, obras de títeres, prácticas de yoga, exposiciones y talleres de arte.
Igualmente, cursos de educación no formal relacionados con la apreciación, cuidado y conocimiento de la naturaleza, que va desde la fotografía de naturaleza y paisaje hasta diseño de jardines, entre otros. Permanentemente hay recorridos guiados.
¿Dónde y cuándo?
Jardín Botánico José Celestino Mutis. Calle 63 n.° 68-95. Informes: 437-7060 y www.jbb.gov.co. Lunes a viernes, 8 a. m a 5 p. m. Fines de semana y festivos, 9 a. m a 5 p. m. Boletas: 1.400 pesos niños y 2.700 pesos adultos.
REDACCIÓN EL TIEMPO
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