Qué duro es ser un felino en Colombia

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Qué duro es ser un felino en Colombia

Notapor NButay » Mié, 19 Ago 2015, 15:42

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“A la sociedad debería darle vergüenza recordar la desaparición definitiva, causada por humanos, de grandes carnívoros como el tigre de Bali (Indonesia), el tigre caspio, el tigre de Java o del león bárbaro, en África. El país no puede caer en estos mismos errores que empujaron a esas especies al precipicio de la extinción”. (Imágenes: Las especies felinas más conocidas y perseguidas en Colombia)


Parece como si los biólogos Esteban Payán y Carlos Castaño (exministro de Medioambiente) hubieran escrito esta reflexión con rabia. Todo en un intento por defender al jaguar. Y al puma. También al tigrillo, la oncilla, el jaguarundí y el ocelote. (Lea acá: La minería ilegal es desastrosa para los felinos: Esteban Payán)


Y tenía que ser así, en un tono parecido a una reprimenda, con tal de que la sociedad comience a reconocer el valor de estos vigorosos mamíferos silvestres colombianos y evite la mala suerte y el destino funesto de aquellos que ya no viven en el planeta.


Y también es un párrafo pensado a manera de conclusión de un libro inédito editado por estos expertos: ‘Grandes felinos de Colombia’, el primero que se redacta sobre el tema en la historia del país y que muestra en detalle lo que implica estar en el pellejo de alguna de esas seis clases de ‘gatos silvestres’ nacionales –de las 36 que hay en el mundo–. En síntesis, este documento muestra lo duro que es ser felino en Colombia y tener como hogar alguna de nuestras selvas.


Porque ninguno de ellos está a salvo. Todas esas especies, sin excepción, están en amenaza latente, en constante vulnerabilidad, por culpa de su principal depredador: el hombre. Los hábitats de todas se han reducido en un 40 por ciento para darle paso a la ganadería y la agricultura.


Y lo peor, algunos de los científicos que participaron en la redacción del documento concluyen que hace falta información sobre la situación actual de la mayoría de especies, de sus presas y de los ecosistemas que habitan, que “ha impedido el diseño de estrategias de conservación efectivas”.


Tal vez del que más se conoce es del jaguar (pesa algo más de 70 kilos), considerado el animal más importante de nuestra biodiversidad, la especie ‘sombrilla’ por excelencia y el verdadero rey de los bosques tropicales.
Hace décadas fueron cazados para comercializar su piel y copar la demanda de los modistas de Estados Unidos y Europa. Hoy, su cacería se presenta como retaliación al ataque que algunos de ellos hacen al ganado y otros animales de finca. Pero esto se produce porque sus hábitats han sido talados para introducir cultivos agrícolas (palma africana entre otros) y entonces ellos deben salir a lugares urbanizados a buscar alimento.


Se calcula que en los Llanos Orientales, campesinos matan 22 jaguares al año. En Antioquia puede aparecer una cifra parecida (el año pasado fue acribillado uno en Amalfi) esto a pesar de que son esenciales para la vida del hombre porque controlan demográficamente armadillos, venados, pecaríes y decenas de roedores. Por eso, si este felino no existiera, todos ellos consumirían masivamente semillas y plantas, vitales para el sostenimiento de ríos y quebradas que surten acueductos.


Es el felino más grande del país y de América. Hay poblaciones en la Amazonia, Orinoquia, Chocó biogeográfico y en las zonas bajas de los ríos Cauca y Magdalena, igualmente en la Sierra Nevada de Santa Marta, sitios donde precisamente abunda la minería y los cultivos ilícitos. Hace poco se halló que los tejidos de muchos de ellos, sobre todo de los que viven en el parque nacional Paramillo (entre Antioquia y Córdoba), están contaminados con mercurio.


El jaguar está incluido en el Libro Rojo de Mamíferos de Colombia. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo considera en estado vulnerable. Y se calcula que en la Amazonía hay al menos 4.5 jaguares por cada 100 kilómetros cuadrados en áreas protegidas y 2.5 en zonas no protegidas, dice la investigación, que fue apoyada por las fundaciones Herencia Ambiental Caribe y Phantera, Conservación Internacional y el Grupo de Especialistas en Felinos de la UICN.


El puma, menos tímido que el jaguar (de más o menos 50 kilos) sufre por lo mismo y sólo sobrevive, con comodidad, en zonas declaradas como áreas protegidas de todo el país como El Tuparro, Chingaza o El Cocuy. Según estas organizaciones, también están acorralados el tigrillo y la oncilla, este último en peligro no sólo por el tráfico ilegal de fauna, sino igualmente por la deforestación y la pérdida continua de áreas de páramo producto de la minería, ecosistema donde este último animal se ve con frecuencia.


Y el ocelote (de 12 kilos), que fue masacrado desde los años 60 para el comercio de su piel, está sufriendo, además de todo lo anterior, por las constantes muertes de sus ejemplares en carreteras y porque sus presas también están desapareciendo. Tiene una gestación más larga frente a otros pequeños felinos, hecho que se convierte en una limitante para su supervivencia.


Finalmente, al jaguarundí lo amenaza algo aún más complejo: pocos lo conocen, una ausencia de datos que es un fenómeno común en todo el mundo para especies de carnívoros pequeñas y de hábitos secretos. Es diurno, come gallinas, a veces basura, y por eso es muy visible para los humanos.


Para controlar estas dificultades, que se han hecho más evidentes con el paso de los años y las actividades productivas, el documento propone la creación de nuevas áreas protegidas en las zonas de las serranías de San Lucas y Perijá, la depresión Momposina , Magdalena Medio y los bosques riparios de Meta y Casanare.


También, apoyar la creación del Corredor Jaguar, el corredor biológico más grande del mundo, iniciativa que busca crear un trayecto entre Centroamérica y Suramérica, para romper el aislamiento en el que se encuentran algunas poblaciones de jaguares y otros gatos por la tala y que los obliga a reproducirse necesariamente entre familiares. La idea entonces es que aquellos que viven en Panamá, por ejemplo, puedan reproducirse con los del norte de Colombia, y como una reacción en cadena, se relacionen con otros, transmitan sus genes y se garantice su supervivencia en el resto del continente.


La extinción es para siempre y las consecuencias de perder especies clave, como lo son los grandes felinos, no son pocas. "Aún falta develar la magnitud de sus implicaciones reales. Por eso su conservación deben ser un fundamento importante de inspiración ética y moral", explica el documento.


JAVIER SILVA HERRERA
REDACCIÓN VIDA DE HOY



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NButay
 
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Registrado: Mar, 17 May 2011, 21:50

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