En momentos en que el Gobierno saca a licitación 8.000 kilómetros de carreteras, 1.200 en doble calzada, que empezarán obra a partir del 2015, un estudio contratado por la Cámara Colombiana de Infraestructura (CCI) llama la atención sobre la ausencia de cinco proyectos prioritarios que no están entre las obras previstas.
Las carreteras que mencionan deberían construirse en la próxima década e incluirse en un plan maestro de transporte, debido a que reducen distancias entre las zonas industriales y los puertos, y evitarán las futuras congestiones en las áreas urbanas.
Según el Banco Mundial, por los trancones entre la casa y la oficina, un latinoamericano puede perder de tres a cuatro horas diarias.
El estudio, realizado por los reconocidos investigadores Armando Montenegro y Pablo Roda, prevé también que se dispare próximamente el parque automotor, por lo que consideran que “Colombia debería tener cuatro veces más de dobles calzadas. Y en pocos años, en 2029, la demanda excederá la capacidad de la red”, advierten.
Entre las obras que se proponen está completar la doble calzada Villavicencio –Buenaventura, incluyendo el segundo túnel de La Línea; conectar Santa Fe de Antioquia–Puerto Valdivia y las Autopistas de la Prosperidad con las dobles calzadas del Valle.
También, construir la troncal del Piedemonte, con el paso de frontera en Arauca; ampliar la capacidad de conexiones entre los Santanderes y la Ruta del Sol, que va de Villeta a la Costa. “Hay que empezar a conectar las autopistas de acceso a las ciudades en las principales áreas metropolitanas y mejorar los accesos a los puertos, pasos de frontera y centros logísticos”, explica Roda. Por esa misma razón, los investigadores coinciden en que es más eficiente construir la doble calzada entre la Lizama y Bucaramanga que completar la ruta entre Ubaté y Bucaramanga, o que es prioritario desde ya pensar en construir una vía alterna de Barranquilla a la Ruta del Sol.
Con respecto a la conexión del Llano con el Pacífico, el presidente de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), Luis Fernando Andrade, afirma que la vía estará terminada en el 2020.
“El cuello de botella son los sectores 1 y 3 de Bogota-Villavicencio, que toman cinco años de construcción”, dice y confiesa que el segundo túnel de la Línea es un tema que apenas se está estudiando. Andrade asegura que desde la ANI ya se está construyendo un banco de proyectos, en donde se contemplan el tercer carril en la vía Bogotá-Girardot, las autopistas de acceso a Bogotá y el túnel férreo para unir a Ibagué con Armenia.
Este último es una vieja recomendación que habían hecho los ingenieros, a través de la CCI, para abaratar los fletes y mejorar el transporte de carga por La Línea. Un consejo de oro si se tiene en cuenta que el 97 por ciento de la carga, sin incluir carbón, se transporta por carretera.
Según Roda, cuando el Gobierno reglamente la ley de infraestructura, deberá crear la unidad de planeación que se encargará de armar el Plan Maestro de Transporte. La hoja de ruta integrará las vías con los puertos, y estos con los trenes y los ríos. “La unidad deberá hacer una priorización continua, en la que no hay cabida para criterios políticos, sino para decisiones basadas en el costo-beneficio de cada obra”, puntualiza.
Las propuestas
Alternativas evitarán los ‘cuellos de botella’
Las vías que recomiendan los investigadores son: Santa Fe de AntioquiaPuerto Valdivia: conectaría Cali y el Eje cafetero con Montería y Cartagena.
Fundación–Pivijay- Puerto Giraldo: descongestionaría Barranquilla-Ciénaga y brindaría una vía alterna al centro del país. La troncal del Piedemonte: permitiría que los viajeros se movilicen por rutas planas como Caracas-Cali o Bogotá y no por Cúcuta. También proponen construir anillos viales en ciudades.
CHRISTIAN PARDO QUINN
Redactor de Economía y Negocios
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