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El TLC: el cara y sello para los empresarios

NotaPublicado: Lun, 17 Oct 2011, 06:06
por sedouard

La semana que termina fue de euforia para el Gobierno y para muchos sectores de la economía. Pero al mismo tiempo, fue negra para otros empresarios que sienten pasos de animal grande.


La aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos lleva a muchos a sentirse ganadores y muy optimistas, y a otros, en cambio, a considerarse perdedores.


De todas maneras, hay quienes creen, como el empresario Mario Hernández, que el TLC es una gran oportunidad para el que "se ponga las pilas y esté dispuesto a cambiar. Hay que ser recursivos porque no es cuestión de pedirle al Gobierno, sino de que cada empresario haga lo que debe hacer".


Para él, el ganador número uno será el consumidor colombiano, que tendrá una variedad de productos y precios para elegir.


Lo cierto es que las cartas están sobre la mesa. Uno de los sectores que se han declarado afectados desde que se empezó a negociar el acuerdo es el agropecuario. Y pese a que han pasado más de cinco años desde la creación del programa Agro Ingreso Seguro (AIS), hoy Desarrollo Rural con Equidad (DRE), que se creó como un salvavidas y a través del cual se canalizan 500.000 millones de pesos anuales, hay quienes en dicho sector no se sienten listos para enfrentar la apertura con los Estados Unidos.


El propio ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, reconoció que "nos falta mucho" y dejó entrever que solo les iría bien a los productores de hortalizas, frutas y verduras.


Por los demás, cree que no obtendrán beneficio alguno del tratado, mientras que el sector lácteo y el arrocero son los que más preocupan.


En la otra cara de la moneda, es decir, entre los beneficiados, se han destacado 500 nuevos productos con opciones reales en el mercado de Estados Unidos, que se agrupan en 20 sectores.


La carne bovina, las grasas vegetales o animales, el azúcar, los chocolates, las galletas y otros productos horneados hacen parte de esta lista de los que tienen oportunidades con el nuevo panorama comercial.


Los afectados


Unos de los que se sienten más amenazados son los productores avícolas. "Eso quedó claro en los procesos de desgravación", dijo Jorge Bedoya, presidente de Fenavi.


Una vez entre en vigencia el TLC, se estima que entrarán al país 27.040 toneladas de cuartos traseros, sin pagar aranceles, a lo que se suma que este sector ha sido marginado de los programas de crédito y financiamiento del DRE.


Pese a ello, la industria buscó una alianza estratégica. Las empresas Friko, Superpollo Paisa y Pimpollo se unieron para comprar insumos y lograr una economía de escala, hoy llamada Operadora Avícola. Además, hay otros ejemplos de integraciones.


Por el lado de la porcicultura, muchos pequeños productores han dejado el negocio pues, en las cuentas de la Asociación Colombiana de Porcicultores (ACP), el 78,8 por ciento de los costos de producción de un cerdo corresponde a alimento balanceado que se trae de Estados Unidos, sin mejores precios de compra para sus lechones. Con el tratado en firme, llegaría inversión extranjera con destino a la modernización de la producción, y así se satisfaría la demanda local y la de los países vecinos.


En cuanto a leche, los gremios del sector consideran que este debe modernizarse para enfrentar a un sector altamente subsidiado en Estados Unidos. Sin embargo, bajo este precepto, se prevé como otro perdedor.


Los ganadores


En el agrícola, entre los que se pueden sentir tranquilos están los productores de banano y flores, que han sido calificados como los privilegiados, gracias, en parte, a las ayudas económicas que les ha entregado el Gobierno.


A esto se suma que, por ejemplo, a pesar de que los floricultores venden a Estados Unidos no menos del 76 por ciento de la producción, los empresarios han abierto mercados en 88 países más. Rusia y Reino Unido son los que siguen en importancia.


Pero, además, según un estudio de Araújo Ibarra & Asociados S.A. que se conoce desde el 2006, se destacan sectores como el químico y farmacéutico, plástico y caucho, metales preciosos y joyería, instrumentos de óptica, instrumentos musicales, maderas, muebles y artículos de cama.


Y también tienen expectativas positivas los empresarios del sector de pulpa, papel, editorial y artes gráficas.


Productos como sombreros, gorras con fines deportivos, paraguas y quitasoles, pelucas y pestañas postizas, así como juegos de mesa como el ajedrez y el parqués, tienen grandes oportunidades con el nuevo panorama comercial.


No deben quedar por fuera de los bendecidos los productos como la ropa y los textiles, cuyas exportaciones crecieron en el 2010 un 17,4 por ciento, al igual que las exportaciones de artículos de cuero.


La promesa: 380.000 puestos en cinco años


En contraposición a los críticos radicales del Tratado de Libre Comercio (TLC), quienes han defendido la conveniencia del acuerdo que acaba de ser ratificado por el Congreso de Estados Unidos parten de la premisa de que estimulará la creación de empleo tanto en ese país como en Colombia.


Varias son las cuentas que se han hecho sobre le generación de empleo en el país cuando entre en vigencia el tratado, bien sea por el aumento esperado de las exportaciones hacia su mayor socio comercial, que llevará a contratar más trabajadores, por la inversión extranjera que llegará para aprovechar el acuerdo o por la mejoría en la demanda interna, que implicará incrementar la actividad productiva para responder a esa necesidad.


Las estimaciones van hasta la creación de 380.000 empleos y la reducción de dos puntos en la desocupación al cabo de cinco años de vigencia del acuerdo comercial.


Estos cálculos dependen de los supuestos y de los modelos con los que se hagan, y por eso no hay coincidencia en ellos.


Un trabajo de investigadores del Banco de la República, por ejemplo, advierte que una limitación importante de los modelos utilizados es que se concentran en el impacto sobre las actividades existentes, pero no captan el efecto sobre nuevas actividades de comercio (exportaciones e importaciones de nuevos productos), que normalmente se desarrollan por efecto de la aplicación de estos tratados.


Otro trabajo, de la Universidad de Antioquia, que arroja un impacto positivo sobre el empleo y la desocupación, señala que habría más empleo calificado y no calificado, aunque la mejoría del primero sería mayor. Agrega que el único empleo que disminuiría sería el rural. Esto concordaría con el temor de que el agro sea uno de los afectados con el TLC.


Soberanía por oportunidades para pocos


Con el Tratado de Libre Comercio se pone a competir, en condiciones desventajosas para Colombia, a nuestro débil aparato productivo con la primera economía del mundo, fuertemente exportadora de productos agrícolas, industriales y de servicios y decenas de veces más grande. El texto del tratado establece un proceso rápido de desgravación arancelaria, única forma de protección de la producción nacional y, con ello, peligran no solo los arroceros, avicultores, lecheros, cerealeros, algodoneros, sino los pequeños y medianos industriales. También se da pleno acceso a los capitales estadounidenses sin la posibilidad de establecer unos mínimos condicionamientos, de tal forma que, en lugar de la depredación ambiental y el saqueo de los recursos y el trabajo nacionales, contribuyan al desarrollo. Los exportadores de ese país se están frotando las manos y los productores colombianos deberían estar seriamente preocupados.


Con el TLC, el Estado colombiano se priva de la posibilidad de controlar los flujos especulativos y los precios de los medicamentos, y se sustrae de promover el fortalecimiento del mercado interno, la industrialización y el desarrollo social.


Esto se debe a que, en todos los campos, se instaura el predominio de la iniciativa privada y el afán de lucro, el Estado colombiano limita su radio de acción y debe adaptar su legislación a las normas estadounidenses.


Durante los años en que estuvo vigente el ATPDEA, que eliminaba aranceles en Estados Unidos para miles de partidas, Colombia solo exportó a ese país unas decenas de productos, principalmente básicos y sin mayor elaboración, lo cual demuestra las limitaciones estructurales de nuestra oferta exportable. En ese tiempo no solo no se desarrolló una nueva capacidad exportadora, sino que aumentaron sensiblemente la pobreza, el desempleo y la concentración de la tierra.


El Gobierno colombiano, en lugar de estar elevando el nivel de vida de la población para fortalecer la producción agraria e industrial, ha decidido apostar todo el futuro del país a que algunos empresarios tengan "oportunidades de negocios". El precio que paga es la pérdida de la soberanía nacional.


El "Plan de Acción" Obama- Santos no fue sino un pretexto para atenuar la oposición de sectores del partido demócrata al TLC, pero la realidad laboral no ha cambiado. Más allá de los asesinatos de sindicalistas, las sucesivas reformas laborales han deteriorado las condiciones laborales y han debilitado a los sindicatos. Las cooperativas de trabajo que burlan los derechos de los trabajadores se mantienen en otras formas.


El TLC consiste en la profundización de un modelo económico que condujo al mundo a la crisis que se vive desde el 2008 y representa la consolidación, mediante un tratado internacional, de las políticas de apertura económica que han llevado al país a la grave situación que vivimos.


ENRIQUE DAZA
Vocero de Recalca
Recalca: Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio



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