Según un estudio, el 39% de las bogotanas son manosea
Buscar compañía para salir a tomar un bus por la noche o evitar pasar un puente peatonal que está en medio de la penumbra son parte de las medidas a las que se han tenido que acostumbrar las casi 4 millones de mujeres que viven en Bogotá.
Un temor que no solo está fundado en la percepción de inseguridad, sino en el manoseo o tocamiento, una forma de violencia sexual que deben enfrentar las mujeres en la casa, en la calle y hasta en el transporte público.
María Paula* lo vivió hace poco: "Un hombre bien vestido se sentó a mi lado. Llevaba una maleta grande y me pidió permiso para que parte de esta quedara sobre mis piernas. Luego empecé a sentir una fuerte presión, y fue cuando me di cuenta de que su mano estaba en mis genitales. Intenté gritar, pero no me salía la voz", contó.
Las cifras en Bogotá son preocupantes. De acuerdo con la última Encuesta Distrital de Demografía y Salud del 2011, en la que se entrevistó a 53.521 mujeres en la ciudad, 23 por ciento aseguraron "haber sido tocadas o manoseadas sin su consentimiento", 5 puntos por encima del promedio nacional, que quedó en 18 por ciento.
Según la experta en derechos de género Iliana Espitia, el manoseo se considera un tipo de violencia porque transgrede el cuerpo de las mujeres. "Tiene una connotación cultural que cosifica a las mujeres, las hace ver como un objeto y como un ser inferior del que muchos creen tener permiso para tocar su cuerpo", explicó Espitia.
Lo crítico para algunos es que aunque el mayor número de casos de manoseo se presentan en la casa, con un 50 por ciento, estos han trascendido a la calle, con un 39 por ciento, y el transporte público, con 26 por ciento (véase gráfico). "Esto nos hace pensar que son pocos los lugares donde estamos seguras. Bogotá no está hecha para nosotras", manifestó Clara Elena Cardona, profesional de la Casa de la Mujer, entidad independiente a la que han llegado mujeres llorando porque fueron intimidadas en el transporte público.
El rastrilleo
En los buses, por ejemplo, se denominó a uno de estos abusos como rastrilleo, que hace referencia a las situaciones en las que otros pasajeros rozan sus genitales contra el cuerpo de una mujer.
Las edades de las mujeres que más sufren estos episodios están entre los 35 y los 49 años: una de cada tres encuestadas respondió haber sido víctima. Mientras tanto, las mujeres entre los 45 y los 49 años y entre los 20 y los 29 son quienes más reportan casos en la calle. Un 15 por ciento de las jóvenes entre los 15 y 19 años registraron episodios en el colegio.
"Las mujeres no están denunciando este tipo de abusos y por eso entran a formar parte de las cifras del silencio", señaló María Cristina Hurtado, subsecretaria de Mujer de Bogotá.
La calle no deja de ser un escenario al que hay que prestarle atención, pues de 53.521 encuestadas, 20.873 fueron víctimas de manoseo en esta. Por eso, el Distrito cuenta con un mapa en el que identificó los 99 sitios más peligrosos para las mujeres, entre los que se cuentan lotes baldíos, puentes y túneles.
Aunque varias voces apuntan a que la solución es la creación de buses y taxis solo para ellas o la modificación de espacios públicos, algunos afirman que este tipo de medidas solo generan segregación. "La solución debe darse en la mirada que tiene la sociedad, que ve estos casos como un chiste", dijo Espitia.
* Nombre cambiado
Dónde denunciar?
Rocío Puerta, comisaria de familia de la localidad de Chapinero, asegura que estos acosos se catalogan como violencia contra la mujer (en la Ley 1257 de 2008) y pueden ser denunciados ante la Fiscalía. "Las mujeres pueden denunciar, primero ante la Policía en el lugar donde ocurran los hechos y luego con la identificación del agresor, en la Fiscalía", agregó Puerta. De esta manera, la mujer agredida puede pedir ante un juez de garantías una medida de protección a su favor.
Más empleadas, que dueñas de su empresa
Según la Encuesta de Hogares del Dane, la mitad de las mujeres que trabajan en Bogotá son empleadas de empresas particulares, el 32 por ciento labora por cuenta propia y el 5 por ciento son empleadas domésticas. Sin embargo, la tasa de desempleo al 2009 era más alta para las mujeres (12,69 por ciento) que para los hombres (10,41 por ciento).
Lina Sánchez Alvarado
Redactora de EL TIEMPO
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