DMK, una familia colombiana que roquea unida
Cuando compró su primer disco, Dicken Schrader tenía 15 años y estaba en octavo grado. Se trataba de Music for the Masses, el sexto álbum de Depeche Mode. El vínculo emocional con esta enorme banda inglesa conformada por Dave Gahan, Martin Gore, Andy Fletcher y Vince Clarke -fraguado en aquellos años de casetes y vinilos, programas de Camilo Pombo y El expreso del rock, en 88.9- subsiste, se ha fortalecido y extendido hasta sus hijos, Korben, de cinco años, y Milah, de ocho.
En 1993, Schrader viajó a Miami para verlos en concierto, durante la gira de Songs of Faith and Devotion. Un año más tarde se mudaría a esa ciudad para estudiar Comunicación Masiva en la Florida International University. En el 95 ya era pasante en MTV Latino. Un año después lo habían contratado de planta para hacer shows y promociones en ese canal. Era la época dorada de MTV Latino: la de Ruth, Gonzalo, Arturo y Edith, y de programas como Ozono, Gustock y Rendez-vous; pero en el 99 reunieron a los empleados y les dijeron que, merced a la expansión comercial, iban a poner menos Radiohead y más Shakira. Schrader renunció y, tras un par de aventuras empresariales fallidas, emprendió un peregrinaje por diversos canales de televisión. En el 2000 se casó y en 2001 vio a Depeche Mode en Tampa, durante el Exciter Tour. En 2003 nació su hija Milah. En 2004 partió para Nueva York con un par de contactos y su reel de promociones bajo el brazo. Entró al edificio de VH1 en Times Square y salió con un contrato de trabajo. La familia se mudó a Brooklyn y en 2006 nació su hijo Korben -por Korben Dallas, el personaje de Bruce Willis en El quinto elemento- y vio a Depeche por tercera vez, en la gira de Playing the angel. En 2008 ya era director creativo de VH1 digital, pero la crisis económica se cernía sobre Estados Unidos. Dicken veía a los yupis llorando en el metro y temía por la oleada de despidos que asolaba todas las empresas. Finalmente se quedó sin trabajo y pasó hojas de vida por todos lados, pero habían echado a todos sus conocidos y no estaban contratando a nadie. En 2009 murió su madre y le dejó algún dinero que corría el riesgo de convertirse en dólares y esfumarse como había pasado con los ocho meses de sueldo que le habían dado en VH1, por eso regresó con su esposa e hijos a Colombia, compró un apartamento, vio a Depeche Mode por cuarta vez -el 10 de octubre en el parque Simón Bolívar- y consiguió trabajo en una agencia de publicidad cuyo infausto nombre no vale la pena recordar. Soportó un año y en 2010 se salió para montar con dos socios una productora llamada Bualá.
Fue un año difícil, en el que Schrader quiso hacer algo para expresar su crisis vital. Fue así como en compañía de Korben y Milah grabó el video de Shake the Disease utilizando un xilófono, una pandereta, una botella plástica, un spray, dos latas, un kazoo y un teclado Yamaha PSR150 que le había regalado su madre en 1994. En julio de 2011, DMK (Dicken, Milah y Korben, pero también Depeche Mode Kids) grabaron Strangelove. Los niños habían crecido y aprendido más: Milah tocaba su flauta, Korben unas maracas y además hacían coros. Algunos juguetes se habían incorporado a la galería de sonidos. El 22 de diciembre pasado colgaron en Youtube su tercer cover, Everything Counts, en el que ya tenían más práctica e incluso se atrevieron con una melodía navideña como apertura. Era, como los otros, un video destinado a la familia, a los amigos cercanos, una manera de divertirse y dejar un testimonio para cuando Korben y Milah estuvieran grandes, una forma de compartir. Aún lo sigue siendo, pero el 28 de enero de este año, Dicken notó que el video había saltado de cincuenta mil reproducciones a setecientas mil. Los videos se habían replicado en otras páginas y habían atraído la atención de muchas personas alrededor del mundo, se habían convertido en lo que la terminología internauta llama un fenómeno viral. La avalancha de entrevistas y notas no se hizo esperar: Oprah.com, Perez Hilton, CBS News, Huffington Post, la revista Wired, publicaciones de Alemania, Japón y Croacia, las páginas oficiales de Depeche Mode en Rusia y Bélgica, emisoras de radio, portales y otros medios le dieron cobertura. Dicken está orgulloso de que los videos de DMK hayan sido tomados en cuenta por los fans de Depeche Mode. "Los amantes de Depeche somos muy exigentes con los covers. Generalmente nos fastidian las versiones pretenciosas y sobreactuadas. Las nuestras son otra cosa". Por otro lado, los videos también han recibido mucha atención de páginas y publicaciones sobre padres. "La explicación es más fácil: los que crecimos con Depeche Mode ya llegamos a la edad en que nos convertimos en padres de familia".
Mientras Dicken me cuenta toda esta historia, hemos tenido reiteradas visitas de Milah, que viene a que su padre le aclare dudas sobre su tarea de matemáticas. Le pregunto cuál es su canción favorita de DM. La niña duda y después responde que Just Cant Get Enough. Cuando se va, le pregunto a Dicken cómo han tomado los niños esa súbita popularidad. Me cuenta que hace poco estuvieron en un parque y unas personas se acercaron a saludarlos, les tomaron fotos con el celular, se sabían sus nombres. Milah entendió que ahora gente que nunca habían visto en su vida sabía quiénes eran ellos. Korben, cuya canción favorita es Black Celebration, aún no tiene la edad suficiente para entenderlo. Sin embargo, toda la resonancia que ha tenido este tributo a Depeche Mode no inquieta a Dicken. l piensa seguir haciendo un par de covers por año, "hasta que ya les dé pena andar cantando con el papá".
Le pregunto cuál es su canción favorita y me dice que Enjoy the Silence, "pero eso no tiene gracia porque es la favorita de todo el mundo". Aclara también que aún no se han ganado el derecho a cantarla. La harán más adelante, quizá después de otra que le gusta mucho: But Not Tonight. Cuando le pregunto cuál va a ser la siguiente entrega de DMK se ríe y me dice que es un secreto, que no piensa soltarme esa primicia, pero ya están ensayando y haciendo grabaciones. Insisto y apenas logro, como adelanto, saber que Milah tocará una melódica y Korben una cacerola.
Me voy de su casa con muchas ganas de llegar a la mía, poner un disco de Depeche Mode y escucharlo con Violeta, mi hija.
ANTONIO GARCA
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