Cada una está adornada con especies de plantas y animales: una rana de cristal, la tortuga caguama, el oso de anteojos, la guacamaya bandera y el frailejón. Pero así como se rinde tributo a los ecosistemas, las nuevas denominaciones servirán también para hacer conciencia entre los consumidores, pues todas esas especies de flora y fauna están en algún grado de amenaza de extinción.
Así lo ha explicado el Instituto von Humboldt, entidad encargada de promover el uso sostenible de la biodiversidad nacional. En todas las especies, a excepción de la tortuga caguama que sale en la moneda de 1.000 pesos, la principal causa de extinción es la destrucción de sus hábitats.
Los osos de anteojos y los frailejones son habitantes de los páramos, pero están amenazados precisamente por la destrucción de estos ecosistemas. El 90 por ciento de las especies de frailejones, que tienen un crecimiento muy lento (un centímetro por año), son endémicas del país (solo crecen aquí), pero han sido destruidas para introducir ganadería o cultivos de papa.
De los osos (en la moneda de 50 pesos), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza estima que en Colombia quedan al menos 5.000 individuos, menos de una tercera parte de lo que había hace 30 años.
Las ranas de cristal (ilustrada en la moneda de 500 pesos), llamadas así porque algunos de sus órganos son visibles a través de su piel, sufren por el secamiento de quebradas y el cambio climático; 32 de las 73 especies colombianas están en alguna categoría de amenaza.
La tortuga caguama está en peligró crítico, al igual que el resto de especies de tortugas marinas del mundo, porque durante años la han matado para comer sus huevos y su carne.
Y al guacamaya bandera (en la moneda de 200), por el tráfico ilegal que ha sacado individuos continuamente de las selvas para transformarlos en mascotas o llevarlos al exterior.
REDACCIÓN VIDA DE HOY
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