Mercedes Castillo Herrera, una economista cuya experiencia en investigación de ciudades y formación académica llena decenas de folios, se internó durante cuatro años en el complejo corazón de Bogotá: la localidad de Los Mártires, un lugar donde se juntan el deterioro urbano y humano con la pujanza y la vitalidad del centro.
Allí se encontró con un complejo entramado en el que confluyen prostitución, trata de personas, tráfico de armas, venta de repuestos robados, licor de contrabando, mafias del espacio público y de las drogas y piratería, entre muchos otros fenómenos.
Como economista y estudiosa de transformación de ciudades, pretendía indagar -para su tesis doctoral en urbanismo- sobre el impacto que tienen la economía y el trabajo informales en la publicitada renovación del centro.
Iba por unos meses y se quedó cuatro años -entre el 2004 y el 2009- y aún hoy está evaluando y dictando charlas sobre la información que recogió. Su más reciente presentación la organizó la Alianza Francesa con el título Economías oscuras en el centro de Bogotá.
Lo primero que hizo fue hacerse parte del paisaje, para que no la vieran como una extraña. De ahí que invirtió mucho tiempo en caminar, observar, mirar qué pasaba, preguntar, tomar nota, luego comparar y repetir el proceso una y otra vez.
Así, encontró "indígenas que están sentados en el suelo y uno desconoce que son parte de una mafia que los ha traído desde su lugar de origen para sentarlos a mendigar", y comprobó "que uno compra dulces en una esquina y no sabe que detrás hay una cadena -mafia- que está cobrando por ese espacio público y que son productos de contrabando o del lavado de activos".
"Y cómo hago para acomodarme en este sitio y vender?", preguntó un día después de volverse conocida en una esquina.
"Tiene que hablar con el dueño de la cuadra, porque eso no es así no más. Aquí hay que pagar por estar estacionado", le respondieron.
Castillo comprobó que las personas caminan y hacen diligencias en Los Mártires, pero desconocen realidades como la existencia de mujeres jóvenes con hijas que son usadas para mendigar, o el tráfico de billetes y de marcas plagiadas.
Aunque no pudo profundizar en muchos negocios oscuros, halló testimonios de su existencia: préstamos gota a gota, prenderías donde la mercancía puede ser robada, juegos de azar y apuestas ilegales, negocios donde se alquilan armas, aunque no parezca, expendios de droga como el Bronx y Cinco Huecos, prostitución de alto y bajo costo y comercio de partes de carros robados.
En el mundo de los repuesteros descubrió un monopolio que blanquea aceites y los vende como combustible de calderas y verificó lo difícil que es para quien compra repuestos saber si lo que le venden es original, nuevo o recién robado. "Vi muchos carros que desaparecían, los desbaratan en segundos y se van", dice.
La investigadora advirtió que no se trata de estigmatizar, pero sí de hacer notar que, en medio de los negocios formales, se camufla un entramado de economía ilegal, del que todos saben -incluidas las autoridades-, pero pasa inadvertido. "Usted por qué se está metiendo en lo que no le importa? No busque lo que no se le ha perdido!", la increparon.
El tono de advertencia de esa frase le indicó, cuatro años después de iniciar su indagación, que había llegado el momento de dejar de navegar a bordo de las economías oscuras de la localidad.
Los Mártires en cifras
La componen 69 barrios. Tiene alrededor de 99.000 residentes y tres veces esa cifra en población flotante. En su economía predominan los microempresarios (85 por ciento), y el comercio representa el 55 por ciento de la actividad económica. La mayoría de la población es de estrato 3, de baja densidad, pero con hacinamiento. Es expulsora de población residente tradicional y receptora de desplazados interurbanos e intraurbanos.
REDACCIN BOGOTÁ
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