Distrito y Nación se enfrentan por obras en el teatro

La transformación silenciosa del teatro Cristóbal Colón, una joya arquitectónica de casi 130 años incrustada en el centro histórico de Bogotá, tiene enfrentados de nuevo al Ministerio de Cultura y al Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC).
El cambio de este veterano de las artes escénicas se inició en el 2008, cuando el Ministerio inició un intenso plan de restauración, adecuación y ampliación en el escenario que antaño fue el más lujoso de la ciudad. (Vea en imágenes: Así van las obras dentro del teatro Colón)
De un lado, ellos buscan convertirlo en la plaza de la ópera por excelencia. Del otro, el IDPC teme daños irreparables que afectan al Colón y a la cuadra entera.
Por ser un bien de interés cultural del orden nacional, Mincultura considera que tiene libertad para hacer modificaciones en el teatro, pues son la autoridad competente según la ley y que, por lo tanto no necesitan permiso del Distrito para hacerlas.
Pero María Eugenia Martínez, directora del IDPC, considera que “la máxima autoridad no puede desconocer la primera de la ciudad que es el Distrito, en un país descentralizado. ¿Cómo decir que el Colón no es de Bogotá si está en la capital?”.
Restauración y cambios
Las puertas del Colón fueron cerradas hace 5 años para revivir los días en los que fue un lujoso teatro: restauraron las sillas de palcos, el foyer (vestíbulo), los cielorrasos y una sala; modernizaron las redes eléctricas, hidráulicas, sanitarias y contra incendios; reforzaron las cubiertas; y ajustaron la visibilidad de la platea.
Esa fue la primera de cuatro fases de intervenciones. La polémica se encendió durante la segunda, que se inició en el 2011 y que aún está en curso. Según Mincultura, consiste en un cambio total de la caja escénica –alberga, entre otras cosas, la tramoya de la escenografía– que no solo será percibida desde el escenario, sino desde la calle, pues se convertirá en uno de los edificios más altos de la cuadra: medirá 27,29 metros.
“Obstruye la visibilidad de la Catedral Primada y rompe con la estructura tradicional del centro histórico y de la manzana. La caja escénica es demasiado alta, pero el daño es irreparable”, señaló la directora del IDPC.
Para Mincultura, la reforma es indispensable para “el funcionamiento de la nueva tramoya (sótano, escenario, cuartos técnicos y de motores, camerinos y mecánica teatral)” y para la modernización tecnológica.
De hecho, la antigua tramoya, que según Martínez era la última manual de América Latina, necesitaba 20 personas para su operación, lo que convertía cualquier obra en una producción de gran magnitud. Jamás se usará de nuevo.
La tercera fase fue un concurso de diseño –que ganó la firma antioqueña LM– para construir la moderna ampliación donde habrá plaza de eventos, una sala de ensayos para la Sinfónica de Colombia, parqueaderos y laboratorios, entre otros.
Para esto, el Ministerio adquirió un lote y anexará algunas de las casas de la cuadra. La construcción, que es la última y cuarta etapa, se iniciará este año, una vez se reinaugure el teatro y terminará en el 2016.
El IDPC cree que, aunque la modernidad es deseable, “debe llegar sin alterar la morfología tradicional de la cuadra y sin partir casas patrimoniales por la mitad”.
“No queremos obstaculizar el proyecto, solo creemos que sería bueno abrir la obra a la discusión y el debate”, agregó Martínez.
NATALIA GÓMEZ CARVAJAL
Redactora de EL TIEMPO
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