Aves migratorias están llegando a los humedales de Bo
La ave de plumaje azul cayó desgonzada al andén. Así la encontró Nubia Suárez, hace 15 días, cuando paseaba su perro en inmediaciones a un parque en Corferias, en el occidente de Bogotá. “Me dolió verla en el piso, con las paticas quietas. Supe que era una tingua, porque la había visto por internet”, cuenta.
En seguida, la llevó a su casa, le dio agua con azúcar para revivirla y llamó a la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) para que la recogieran. Al día siguiente lo hicieron.
Por esta época del año, en Bogotá reportan cada día a la autoridad ambiental entre 7 y 10 aves –principalmente tinguas– que caen en patios, tejados, azoteas, jardines y andenes, en sectores que casi siempre son los mismos, porque están en la ruta de sus vuelos: en las faldas de los cerros orientales, entre Ciudad Bolívar y Usaquén; en la avenida Circunvalar y la autopista Norte, y en terrenos cercanos a los humedales.
La presencia de las aves migratorias es efecto del fenómeno migratorio que ocurre cada año por la misma época en el país. Esto sucede no solo con la tingua azul o también llamada pollona azul, que viaja de los Llanos Orientales a Bogotá. También se registra con especies que en el periodo invernal abandonan el norte del continente (Canadá y EE. UU., principalmente) para buscar un mejor hábitat y alimento en América del Sur.
Unas aves pasan por Bogotá en su vuelo hacia Brasil, Ecuador, Perú e incluso alcanzan las pampas argies, explica Gary Stiles, reconocido ornitólogo y catedrático del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional.
A su vez, el coordinador del Programa de Aves Migratorias de la Asociación Selva, Nicholas Bayly, dice que hay alrededor de 150 especies migratorias que regularmente pasan por Colombia y 64 aterrizan en Bogotá.
Son animales que empiezan a viajar de Norteamérica hacia el sur de la región desde agosto. La mayor migración sucede entre septiembre y octubre. Las últimas llegan en febrero. Después regresan a sus sitios de origen de marzo a abril.
De acuerdo con el director de investigaciones de Proaves, Alexánder Monsalve, las especies que más llegan a Bogotá son la reinita gorginaranja (Dendroica fusca ), tángara veranera (Piranga rubra), pibi oriental o atrapamoscas (Contopus virens) y andarríos solitario (Tringa solitaria).
Algunas de las aves vuelan más de 5.000 kilómetros saliendo desde Canadá, como los andarríos. Sin embargo, las que más ven los bogotanos en las calles lesionadas o extraviadas son las tinguas azules, protagonistas de una campaña de rescate que adelanta la Secretaría Distrital de Ambiente por esta época.
Bayly atribuye la alta accidentalidad de esa especie a que quizás su vuelo nocturno es más bajo que el de las otras aves. “Ellas para navegar usan la luna y las estrellas e intentan hacerlo en el mar de luces de la ciudad y se confunden”.
Otros especialistas plantean que esta ave, en la búsqueda de los espejos de agua de los humedales, los confunde con las luces de los carros o los vidrios de los edificios y chocan contra ellos. También caen por falta de energía y alimento.
La accidentalidad
La bióloga del Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre Yudy Cárdenas asegura que estas aves hacen viajes de unos 150 kilómetros desde la frontera venezolana y los Llanos Orientales a los humedales de Bogotá donde maduran sexualmente y mejoran su plumaje.
Pero ha llamado la atención que este año las tinguas han registrado una mayor accidentalidad o la ciudadanía quizás lo está reportando más.
El médico veterinario de la SDA Mauricio Guzmán dice que entre el primero de noviembre del 2013 y el 26 de febrero del 2014 han atendido 793 aves perdidas o heridas, 70 más que las registradas el año pasado en igual lapso, cuando hubo 723.
Hay otras especies que se han hallado accidentadas como los halcones peregrinos: van cuatro en los últimos tres meses. Este rapaz llega ahora más a Bogotá por un hecho crudo: esta especie es muy buena cazadora y en la ciudad tiene una buena ‘oferta’ de palomas, afirma César Márquez, investigador especializado en aves rapaces.
Los animales lesionados son llevados al Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre donde los examinan, pesan, miden, desparasitan e inoculan un chip con un código para identificar si aparecen en un nuevo periodo migratorio en la ciudad.
Las aves fracturadas quedan hospitalizadas y las que revelan agotamiento las alimentan, recuperan y a los tres días las liberan para que sigan con su migración.
Lo que se debe hacer
Si un ciudadano se encuentra una ave caída en la calle, terraza u otro espacio debe reportarla rápidamente a la Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) a: 377-8819,377-8854 o al celular 316-6217469.
Mientras llega la autoridad ambiental, se debe buscar una caja de cartón amplia, donde se pueda mover el animal, y abrirle huecos para que este pueda respirar. Las aves suelen usar su pico para evitar que las cojan, por lo que se debe tener la precaución de ponerse guantes gruesos o lanzarle una manta para envolverla e ingresarla a la caja. Esto último es aconsejable con las tinguas. No es recomendable con los halcones porque estos tienen pico y garras peligrosas. Es mejor llamar a la SDA.
Como las tinguas son las que más se hallan en la ciudad, se pueden alimentar dándoles agua con azúcar en recipiente hondo, arroz crudo, zanahoria rallada, lechuga y carne molida.
LUCEVÍN GÓMEZ E.
Redactora de EL TIEMPO
lucgom@eltiempo.com
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