Entre un cúmulo de huesos y segmentos de cráneos mezclados con tierra quedó intacta por al menos 30 años lo que parece ser una verdadera historia de amor. En un pequeño frasco dos fotos -una de un hombre vestido de ruana y otra de una mujer con pantalón- guardan con exactitud la imagen de ambos personajes.
"Podría tratarse de alguna promesa o la forma en que quisieron perdurar su relación", se rumora en el extremo occidental del Cementerio Central, donde se adelanta el proyecto antropológico más grande de América Latina.
El trabajo, que empezó tres años atrás, se desarrolla para recuperar la memoria histórica de la ciudad y para que este espacio, que funcionó como cementerio y hasta como botadero de escombros, se transforme en el Centro del Bicentenario Memoria, Paz y Reconciliación, que les rendirá homenaje a las víctimas del conflicto armado en el país.
Con excavaciones de cuatro metros de profundidad, un equipo de 20 antropólogos ha logrado desenterrar cerca de 2.000 cuerpos de habitantes de la ciudad que fueron inhumados entre los años 1800 y 1970.
"Lo valioso de este trabajo es que está revelando cómo vivían los bogotanos de esta época", explicó Camilo González, director del Centro de Memoria. Los resultados serán presentados este viernes en el parque El Renacimiento.
En ataúdes tallados y de colores, las mujeres aparecían envueltas en amplias chalinas con flecos y su cabeza cubierta con elegantes pañoletas. Otras hasta conservaban las trenzas, crucifijos y rosarios con las que fueron enterradas, revelan los resultados parciales de la investigación antropológica.
"Lo cierto es que el promedio de estatura de los bogotanos era más bajo; antes las mujeres no medían más de 1,50 metros, mientras los hombres no sobrepasaban los 1,55 metros de estatura", explicó Karen Quintero, coordinadora del proyecto.
Quintero añade que también se encontraron varios cuerpos que en vida sufrieron enfermedades en los huesos, las articulaciones y la boca, las últimas relacionadas con la higiene oral.
Entre las curiosidades se hallaron varias prótesis en fémures y caderas, además de dientes negros elaborados en ónix y oro, que según Quintero, podrían dar luces sobre la concepción estética de la sonrisa que se tenía años atrás.
Ahora, la tarea será identificar cada uno de los cuerpos y consolidar las características de los bogotanos que vivieron durante los siglos XIX y XX.
Algunos objetos y cuerpos serán exhibidos como parte de la memoria de Bogotá. Se estudia si los demás volverán a ser enterrados o, por el contrario, serán incinerados.
LINA SÁNCHEZ ALVARADO
REDACTORA DE EL TIEMPO
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