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Luna nunca para / Detrás de cámaras de una cam

NotaPublicado: Vie, 05 Ago 2011, 12:50
por xikriim34
Luna nunca para / Detrás de cámaras de una campaña

David Luna va a cumplir 36 horas sin dormir y se le nota. Es viernes en la tarde y la emisora de radio La Cariñosa lo ha invitado a su tarima del Parque Lourdes para que hable en vivo con los oyentes. 


El candidato a la Alcaldía de Bogotá por el Partido Liberal ha llegado a la hora 30 de las 36 de maratón por la ciudad que anunció semanas atrás. La comenzó el jueves a las nueve de la mañana y la ha llevado a barrios del sur como Ramajal y San Blas. Almorzó en La Candelaria, pasó la noche en Kennedy y la mañana en el Quirigua, pero ahora, 2:00 p.m., está en Chapinero 


El sol brilla como no lo hacía desde días atrás y David, 36 años, las mismas horas de correría ininterrumpida  a las que pretende llegar, lo refleja en su cara. Tiene la piel roja y la voz ronca, le cuesta enfocar de primerazo y alrededor de sus ojos se forman las arrugas normales de alguien que no ha dormido en casi dos días. (Vea acá galería de fotos de la jornada).


Pese al agotamiento y a la insolación, no para de sonreír, de saludar de beso a las mujeres y de mano a los hombres. Cuando acabe su maratón (Lunatón, le llama) habrá recorrido todas las localidades de la ciudad que aspira a gobernar y habrá repartido más de 3000 volantes que contienen su biografía y las propuestas de su campaña.


David nació para esto, es un animal político. De presidente de Junta de Acción Comunal a Edil, de Edil a Concejal, de Concejal a representante a la Cámara y ahora candidato a la alcaldía. Lleva la mitad de su vida haciendo política. 


Así empieza una maratón 


Faltan 15 minutos para las nueve de la mañana del jueves en la sede de Luna, ubicada en la carrera 30 con calle 72. Más de 30 personas entre asesores, voluntarios y miembros de su equipo se mueven de un lado para otro, casi todos vestidos con la camiseta roja oficial de la campaña y un botón que dice "Aquí está el cambio. David Luna Alcalde". 


Entre todos terminan de cuadrar la jornada de día y medio que tienen por delante. Revisan horarios, chequean rutas, afinan logística. "Me hacen un favor? Me devuelven los botones al final del turno?", dice una voluntaria de pelo rojo. Para la maratón de 36 horas se han dispuesto tres turnos de acompañantes, cada uno de doce horas. Solo Luna y Juan Carlos Escobar, la persona encargada de organizar la actividad, estarán las 36 horas. 


David no ha llegado, está en una cita con el gerente de un banco al que le está pidiendo un préstamo que le ayude a financiar su campaña. Sin saber con qué tipo de noticias llegará el candidato, el equipo le celebra el cumpleaños a Eduardo Behrentz, gerente de campaña, con Coca-Cola y ponqué de coco. 


9:05, a.m., David Luna hace su aparición y la sede se conmociona aún más. Periodistas de RCN y Caracol lo abordan, él los atiende sin dejar de saludar a los colaboradores que se le acercan. Sube a su oficina en el segundo piso y cambia la camisa blanca por una camiseta de su campaña del mismo color.


Quince minutos después está en TransMilenio a la espera del articulado que lo llevará al barrio San Blas. El trayecto de cinco minutos a pie entre su sede y la estación más cercana se triplica porque se detiene a hablar con curiosos y admiradores que se le acercan. Habla de su política sobre los vendedores ambulantes (seguridad social, ninguna clase de persecución por parte de la Policía). 


Le toma poco más de una hora y dos transbordos ir de de la estación de la 72 con 30 a la de la calle 20 sur con Avenida Caracas. Durante el recorrido, Luna habla de la necesidad de que TrasMilenio sea un circuito para evitar tantos trasbordos y nota que al menos en cinco estaciones las puertas automáticas no se abren al llegar el bus. 


Crítico de Enrique Peñalosa, Luna le reconoce el impacto positivo que tuvo en la ciudad la implantación del sistema de transporte, pero se mantiene firme en la idea de que el ex Alcalde representa el pasado de la ciudad, a diferencia de él, que es el futuro.


"Ese soy yo"


"Ese soy yo", le dice a un vendedor de frutas de La Candelaria al que uno de los voluntarios le ha dado previamente un volante de la campaña. En su interior hay fotos de los días de Luna como estudiante del Gimnasio Campestre, de su diploma de Abogado de la Universidad del Rosario, de sus días de Concejal y de Representante a la Cámara y de los puntos más importantes de su carrera hacia la Alcaldía.


El vendedor de piel quemada, cachucha y barba le pone atención mientras Luna le  habla de su idea de ciudad y contesta sus preguntas. Tras un par de minutos de charla se despide con un "ojalá puedas apoyarnos" y se marcha en busca de otro ciudadano.


La escena se repetirá durante las 36 horas de maratón. De jeans, tenis y camiseta y armado con su sonrisa, encarará a vendedores ambulantes, madres cabeza de familia, desempleados, estudiantes de universidad, comerciantes, meseros, oficinistas y todo aquel que se cruce por su camino. Quizá lo sepa, quizá no, pero ese ir por la ciudad contando en persona su proyecto político lo hizo Peñalosa hace más de quince años cuando buscaba llegar a la Alcaldía.


El contacto con la gente no cesa. En una loma de Ramajal, en el sur occidente, lanza su proyecto de Metrocable para barrios apartados. Dice que con los 600.000 millones de pesos que se robaron los Nule se habría podido construir cinco líneas de Metrocable, suficientes para satisfacer la demanda de la ciudad.


Con la panorámica de Bogotá como testigo, Luna sostiene un par de maquetas gigantes hechas en icopor que simulan los vagones del Metrocable y mientras lo hace pasa un hombre en bicicleta que grita "Metrocable, otro atraco para el pueblo, ladrones h...".  Pese a su resistencia hacia el proyecto y los políticos, él sería una de los principales beneficiados de la iniciativa al juzgar lo ahogado que se encuentra por pedalear entre lomas.


Día y medio no es nada


36 horas sin dormir puede sonar a mucho, pero la realidad es que se pasan volando. Luna no duerme más de cinco cada noche, así que no será mucho el tiempo de sueño que pierda.


No tuvo una preparación especial para la jornada. No se hizo revisar por un doctor ni durmió más de la cuenta. Desayunó jugo de naranja, café, huevo, papaya picada y un par de rebanadas de queso. Mal de físico no está y lo demostró en uno de los barrios del sur con cinco niños de no más de doce años que jugaban fútbol en una cancha de asfalto. Hizo piruetas, manejó ambas piernas y corrió con la pelota sin que ninguno se la pudiera quitar. Hincha de Millonarios, Luna estuvo un par de años en las divisiones inferiores de Santa Fe, pero pudo más la política.


Durante su Lunatón lanzó en la Plaza de Bolívar su plan de transparencia con un acrílico transparente de dos metros de ancho por uno de alto con la imagen del Palacio Liévano que tenía a sus espaldas; horas después adoptó un perro de la calle al que bautizó Liévano. "Hoy le devolvimos la dignidad a Liévano, el perro, durante mi alcaldía se la devolveremos a Liévano, el Palacio", afirma.


La madrugada de jueves a viernes la pasó entre hospitales y zonas del centro donde se expenden drogas. En todo lugar donde estuvo fue bien recibido. "Doctor, una foto", le pidieron en Suba; "Ese no parece usted", afirmó una señora en el barrio Restrepo, a lo que el candidato respondió entre risas que le habían hecho retoque.


En 36 horas David Luna pasó del norte al sur, del frío al calor, de la miseria a la opulencia. El jueves almorzó tamal en el centro y al día siguiente arepa rellena de $3.500 en Chapinero. Entre una cosa y otra, asistió a un cóctel político en un club privado. Para tal efecto pasó al final de la tarde por la sede de su campaña y tras quince minutos encerrado en el baño en los que se lavó la cara, el cuello, la cabeza, se peinó, se echó desodorante y perfume, se cambió en su oficina. De Jeans y camiseta pasó a traje negro con delgadas rayas blancas. Dos colores claves en la pinta: corbata roja (el color de su partido) y chaqueta con forro fucsia, su preferido.


Antes de partir se dirigió a un grupo de 80 personas que llegó a la sede para oír sus propuestas. Luego de referirse a temas ambientales, de seguridad, educación y movilidad durante 45 minutos, cerró con la frase: "Yo prefiero perder una elección a comprometerme a hacer algo que no pueda cumplir".


Tan Inesperada como contundente, hizo que los presentes en la sede se levantaran a aplaudir durante largo rato. Será más aplaudida aún si llega a la Alcaldía y la hace realidad, o su condena pública si falta a ella. 


ADOLFO ZABLEH
Redactor ELTIEMPO.COM



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