El olor a carne quemada permeaba el aire y partes de cuerpos yacían esparcidas en el desierto poblado sirio de Mazraat al-Qubeir el viernes, dijeron observadores de la ONU tras visitar el sitio donde, según informes, fueron asesinadas 78 personas hace dos días.
La serie de matanzas del miércoles remarcaron lo poco que las potencias extranjeras -divididas y persiguiendo sus propios intereses en Oriente Medio- han podido hacer para detener la creciente carnicería en el levantamiento de 15 meses contra el presidente Bashar al-Assad.
Los observadores de la ONU llegaron al asentamiento agrícola de Mazraat al-Qubeir un día después de que las fuerzas armadas sirias y los pobladores los echaran, y se encontraron con un panorama "atroz", dijo un corresponsal de la BBC que los acompañó.
Una casa estaba dañada por cohetes y balas, dijo la portavoz de la ONU, Sausan Ghosheh. Otra estaba quemada, con cuerpos aún en su interior. "Se podía oler cuerpos muertos y también podías ver partes de cuerpos en y alrededor de la aldea", declaró Ghosheh a la prensa tras volver a Damasco.
El periodista de la BBC Paul Danahar, que acompañó a los observadores, dijo que estaba claro que había ocurrido un "crimen terrible". En una casa vio "pedazos de cerebro tirados en el piso. Había un mantel lleno de sangre y carne humana y alguien intentó limpiar la sangre para esconderla en una esquina, pero parece que se rindieron porque había demasiada", explicó.
En su reporte en Twitter, Danahar agregó: "Lo que no encontramos fueron cuerpos de personas. Sí encontramos huellas en el asfalto (que) la ONU dijo que parecían de vehículos blindados o tanques", agregó. Ghosheh dijo que Mazraat al-Qubeir, que tiene una población de cerca de 150 personas, estaba vacía el viernes, pero gente de aldeas aledañas llegaron para entregar sus testimonios.
"La información era un poco contradictoria. Necesitamos volver, comprobar lo que hemos oído y chequear los nombres que ellos dicen que fueron asesinados, chequear los nombres que dicen que se encuentran desaparecidos", comentó.
Muchos civiles sirios están huyendo de sus hogares para escapar del conflicto entre las fuerzas de seguridad y los rebeldes, dijo el viernes la Cruz Roja, mientras las grandes potencias parecen incapaces de pensar una alternativa al fallido plan de paz del enviado Kofi Annan. "Algunos dicen que el plan podría estar muerto", dijo Annan antes de reunirse con la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, en Washington.
"El problema es el plan o el problema es la implementación?", preguntó. "Si es la implementación, cómo logramos las acciones? Y si es el plan, qué otras opciones tenemos?", agregó. Activistas de oposición dicen que al menos 78 personas murieron baleadas, apuñaladas o quemadas vivas en la aldea de musulmanes suníes el miércoles por fuerzas leales a Assad, cuya secta alauí minoritaria -una rama del Islam chií- ha dominado Siria por décadas.
Las autoridades sirias han condenado los asesinatos en Mazraat al-Qubeir y otra masacre de civiles en Houla hace dos semanas, culpando de esos hechos a "terroristas".
Violencia mortal
Unos 300 observadores de la ONU están en Siria para supervisar una tregua entre las fuerzas del presidente Bashar al-Assad y los rebeldes, declarada el 12 de abril pero nunca implementada. Ahora reducida a la observación de la violencia, la misión ya ha verificado una masacre en Houla, un pueblo donde 108 hombres, mujeres y niños fueron asesinados el 25 de mayo.
El jefe de observadores de la ONU dijo que tropas sirias y milicias pro Assad probablemente eran responsables de esa matanza. Cada vez más civiles están dejando sus hogares para escapar de los combates, mientras los enfermos y heridos tienen problemas para acceder a los servicios médicos o comprar comida, dijo un portavoz del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Ginebra.
"La situación es bastante tensa en términos de enfrentamiento en muchas, muchas áreas de Siria", agregó Hicham Hassan. El viernes estallaron protestas y enfrentamientos en todo el país, un día después de que murieran otras 31 personas y que la agencia estatal de noticias anunciara el entierro de 29 soldados y fuerzas de seguridad asesinados por los rebeldes. Un coche bomba dirigido contra un autobús que llevaba a efectivos de seguridad explotó en un suburbio de Damasco, matando a al menos dos, dijo el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña. Otro coche bomba atacó una sede de la policía en la ciudad noroeste de Idlib, matando al menos a cinco personas, agregó.
"El pueblo sirio está sangrando", dijo el secretario general de la ONU Ban Ki-moon. "El peligro de una guerra civil es inminente y real", enfatizó. Los principales aliados de
Siria -China, Rusia e Irán- miran con suspicacia a países occidentales y árabes que están determinados a derrocar a Assad. China volvió a instar a ambas partes a cumplir con el plan de paz de Annan, que Assad y sus enemigos aceptaron, aunque los rebeldes dijeron esta semana que ya no están obligados por la tregua. Rusia y China han vetado dos veces resoluciones del Consejo de Seguridad críticas de Siria, cuyas fuerzas de seguridad han ultimado a al menos 10.000 personas -según la ONU-, mientras que de acuerdo a Damasco han perdido la vida más de 2.600 efectivos de seguridad.
El viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Mikhail Bogdanov, dijo que Moscú estaría abierto a una transición de poder negociada al estilo Yemen en Siria, en referencia a un acuerdo en virtud del cual el ex líder yemení Ali Abdullah Saleh dejó la presidencia de su país en febrero tras un año de agitación social.
Moscú y Pekín han lamentado la muerte de civiles, pero se resisten a un plan que contemple una transición política coercitiva y menos una intervención militar, pese a que Occidente tampoco está listo para eso.
REUTERS
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