Tres días con los negociadores de las Farc en Cuba

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Tres días con los negociadores de las Farc en Cuba

Notapor iduimi324 » Dom, 17 Nov 2013, 05:06

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–“¡Ahí están!”.


A la sombra del gran jardín del Hotel Nacional, que llega prácticamente hasta la orilla del mar Caribe, esperábamos, armados con unos mojitos de baja intensidad, Antonio Caballero y yo, a que se diese a conocer un enlace que debía llevarnos al lugar de cita con los jefes de las Farc.


La productora Sara Trejos, vuelta hacia las puertas batientes que comunican con el lobby del hotel, anunciaba con sorpresa que quienes se dirigen hacia nuestra mesa no son otros que los dirigentes de la guerrilla ‘Iván Márquez’ y ‘Pablo Catatumbo’ seguidos de un discreto equipo de seguridad.


Los jefes guerrilleros rompieron el hielo de inmediato saludando a Caballero como fieles seguidores de sus columnas, incluso de las que, recuerdan en su literalidad, los ha tratado con expresiones extremadamente críticas. ‘Catatumbo’, por su parte, identifica casi de inmediato mi voz como antiguo panelista de Hora 20, programa que seguía con fruición en las largas noches de la selva. Le gusta menos el trabajo actual de Néstor Morales en Blu Radio.


Así que lo primero que sorprende es el grado de seguimiento de los medios y la actualidad del país. También, una cordialidad nada forzada y un, a duras penas contenido, deseo de hablar sin cortarse de Colombia y del proceso de conversaciones dirigido al fin de una guerra de más de medio siglo en la que ejercen de generales de uno de los bandos, el de los alzados en armas.


Saben que de ninguna forma vamos a ser receptores pasivos de soflamas sectarias ni de ningún tipo de triunfalismo. Que somos contrarios a la lucha armada y que nos repugnan muchas prácticas de las Farc, aunque entendamos sus posiciones, su origen y muchas de sus reivindicaciones de fondo, y apoyemos sin reservas el proceso de paz, en el que están empeñados con los delegados del gobierno Santos.


A un año del inicio público de las conversaciones, estamos en La Habana para tomarle el pulso al proceso, para conocer de cerca a sus protagonistas y acercar todo ello al público colombiano, especialmente con dos programas de nuestro espacio semanal Las claves, que emite el Canal Capital.


Alguien sugiere que nos traslademos para conversar a algún lugar más tranquilo, porque el jardín va llenándose de gente y algunas miradas y cámaras de bolsillo van fijándose en nuestra mesa con cierta fruición indiscreta.


Antes, ‘Catatumbo’ nos invita a visitar el legendario bar del Nacional, en cuyas paredes se han ido acumulando retratos de artistas y políticos que han pasado por el hotel, desde Ava Gardner, Orson Welles o Robert Redford hasta el propio Fidel Castro y los dignatarios internacionales que han visitado la isla desde la mejor época de la Revolución. Nos quiere mostrar de uno de los murales un retrato del cineasta Francis Coppola, que, tocado con una especie de gorra de campaña, ofrece un parecido prodigioso con el abatido jefe de las Farc ‘Alfonso Cano’.


Salimos. Siguiendo al coche de los jefes guerrilleros, un Mercedes con matrícula diplomática, nuestro taxi va recorriendo el famoso malecón, donde en este atardecer, aún luminoso a las 8 de la noche, se van concentrando en sus pretiles familias, músicos, pescadores aficionados y peñas de conversadores que discuten a voz en cuello las facultades de los beisbolistas más populares de la isla. Y alguna ‘jinetera’.


Ya adentrados en el frondoso barrio Miramar, el de las embajadas, casas de respeto y residencias de invitados ilustres, como Gabriel García Márquez, penetramos en un bosquecillo cerca de la Marina Hemingway, hasta dar con un restaurante recóndito donde una orquestina que ameniza una especie de fiesta familiar nos dará la tabarra en las próximas horas.


Allí aparece en ese momento ‘Jesús Santrich’, otro dirigente que se suma a los que ya flanquean la mesa cuya cabecera va a ocupar Caballero. Entre bromas y chascarrillos, le pide a Antonio Caballero copia de una antigua columna sobre el dinero del narcotráfico, que quiere incorporar como insumo documental a la mesa de conversaciones. ‘Catatumbo’, que mostrará un notable conocimiento de la historia de Colombia, cita un viejo artículo sobre Bolívar en la revista Semana, que el autor recuerda vagamente.


Al calor de unas cervezas Bucanero y de los platos de tapas que, a cuenta del modesto presupuesto de Las claves, va sirviendo generosamente el maître, ‘Iván Márquez’, que aparece con buen humor y un talante que desmiente su habitual imagen ceñuda y acre, quiere destacarnos el ambiente cordial de la mesa de conversaciones y el respeto especial que les merece el general Jorge Enrique Mora. Nos cuenta que, en una de las sesiones del mes de septiembre, ‘Catatumbo’ sacó una camiseta de la selección que le habían regalado y se la entregó al general, que la acogió con cierta emoción. Un diplomático cubano presente comentó con sorna que era una prenda de “perdedores” (la selección acababa de ser derrotada en Uruguay) y la reacción airada fue unánime entre los delegados a uno y otro lado de la mesa: “Colombia irá al mundial de Brasil y usted no sobrepase sus funciones”.


También hablan de Óscar Naranjo, que en estos días imparte a la mesa de negociaciones una exposición sobre el cambio del concepto de seguridad, que está pasando del Estado al ciudadano, según los teóricos del asunto.


Solo son críticos, especialmente ‘Santrich’, con un importante miembro de la delegación del Gobierno, a quien culpan del retraso en la suscripción formal de acuerdos por su detallismo en el lenguaje y la puntuación, que consume horas y horas. ‘Márquez’ me pide que no revele su nombre, en aras del respeto a la confidencialidad de las conversaciones acordado entre ambas partes desde un inicio, y afea a sus conmilitones haberlo hecho.


Desde la cabecera de la mesa, Antonio Caballero inicia la serie de cuestiones que queremos plantear de frente a los máximos dirigentes de las Farc. En primer lugar, el asunto de la práctica del secuestro, que por primera vez incomoda visiblemente a ‘Catatumbo’ y que ‘Jesús Santrich’ trata de puntualizar una y otra vez como “retenciones”. Aparece clara la voluntad de eliminar esta odiosa práctica contra civiles para la presión política o la extorsión económica.


¿Cómo fue lo del secuestro de los diputados del Valle?


‘Catatumbo’, antes de decir que le gustaría pasar a otro tema, señala que personalmente, en su fuero interno, fue contrario a esa acción, pero que no le quedó más remedio que asumirla por disciplina. Del trágico desenlace se distancia claramente.


Revisamos algunos sucesos controvertidos en los que se señala a las Farc como ejecutores. En el atentado contra el exministro Fernando Londoño afirman que nada tuvieron que ver. Tampoco en otros, como el coche bomba contra la Escuela Militar, que paralizó las conversaciones de paz antes de iniciarse. O el sufrido por Vargas Lleras. No está en su línea de actuación, subrayan, el atentado individual. Jamás atentarían contra el presidente Juan Manuel Santos, cuya baja de popularidad, por cierto, lamentan pero explican en su elitista forma de gobernar.


La evocación del criminal atentado en el Club El Nogal produce una curiosa reacción. ‘Catatumbo’ ni confirma ni desmiente la autoría de las Farc. Con un gesto que interpretamos como sincero, nos dice que el Estado Mayor de la guerrilla está aún a la espera de información interna concluyente sobre aquel hecho.


Sobre el reclutamiento de menores, que la opinión colombiana y el Derecho Internacional rechazan de plano, los jefes guerrilleros, y las mujeres presentes en la mesa, nos piden que afinemos nuestros criterios. La llegada a la edad adulta no es la misma en las zonas rurales que en las grandes ciudades, como subraya ‘Maritza’, en las filas de la subversión desde los 12 años. ‘Camila Cienfuegos’, esposa de ‘Catatumbo’, nos recuerda el caso de una madre de familia que acudió a rogarles que se llevaran con ellos a sus dos hijas adolescentes, de las que el padre abusaba con regularidad… También recuerdan otras acciones en las que rescataron niños de la acción de los paramilitares sin lograr que luego se hicieran cargo de ellos las instituciones asistenciales.


Respecto al problema de la droga y el narcotráfico, son claros: participan del asunto y “protegen” a los campesinos cocaleros, pero se ofrecen a trabajar por una “Colombia sin droga”, en la que los campesinos pudieran dedicarse rentablemente a otros cultivos, tal como propuso el propio ‘Manuel Marulanda’ (‘Tirofijo’). La evocación del desaparecido líder guerrillero nos conduce a recordar las conversaciones del Caguán: “Cada parte se dedicó a engañar a la otra”, sostiene Antonio Caballero, lo que no desmienten los números 2 y 3 de las Farc.


En lo que nos insisten, y les creemos, es que esta vez sí están por un proceso de paz que acabe con más de medio siglo de conflicto armado y que cuentan para ello con el consenso de la práctica totalidad de la guerrilla. En este sentido, ‘Iván Márquez’ se mostrará enfático en la grabación de Las claves: “De verdad estamos buscando de corazón una solución a este grave conflicto y la vamos a encontrar… Si las Farc desplegaron a semejante grupo de voceros de rango militar y político, es porque le está apostando a la paz… Las guerras no son eternas y estamos dispuestos a jugarnos todo en la mesa de negociaciones”.


¿Puede haber algún frente suelto que preferiría seguir alzado en armas a desmovilizarse en la paz? Es una cuestión que queda en el aire y sobre la que preferimos no insistir.


‘Catatumbo’ trata de subrayar, por su parte, que la moral de la guerrilla sigue alta, a pesar del daño que les han hecho con las traiciones y recompensas (“luego nos las pagan”) o con los modernos sistemas de detección satelital. “Aunque nos redujeran en número, con solo mil guerrilleros se puede hacer ingobernable un país”, dice.


‘Márquez’ razona con vehemencia que esta vez las Farc no piden para desmovilizarse más que Colombia alcance unas cotas de cambio social que justifiquen tantos años de sufrimiento de una y otra parte. “No aspiramos a transformaciones revolucionarias: la revolución es, por ejemplo, que se cumpla el preámbulo de la Constitución de 1991…”. Que se deje de gobernar –subraya ‘Catatumbo’– para el 1 o el 2 por ciento de la sociedad, el de las grandes corporaciones y las mayores fortunas.


A la hora de analizar la reciente conflictividad social, especialmente campesina y de servicios, que ha vivido Colombia y que provocó una crisis en el gobierno Santos, los líderes guerrilleros no tratan de “apuntarse tantos”, poniéndose a la cabeza del movimiento o presumiendo de ser sus inspiradores. Ni siquiera perciben un clima “insurreccional” en este descontento tan extendido, que pudiera dar la razón a los alzados en armas.


¿La agitación social favorece a las Farc? No, favorece los cambios. La gente se moviliza por sus derechos, puntualiza ‘Márquez’, porque está cansada de promesas “mediáticas”. El jefe de la delegación de las Farc insiste, en contraste con las proclamas panfletarias que suelen propinar habitualmente cuando les ponen un micrófono delante: “No queremos la revolución por decreto. Estamos haciendo propuestas democráticas que tienen que ver en su mayor parte con la normativa legal y constitucional”.


El problema del reconocimiento de las víctimas, tan sensible en Colombia después tantos años de violencia, sufrida sobre todo por la población civil, se afronta con claridad y lejos de coartadas y eufemismos: “Nosotros somos actores y estamos dispuestos a asumir la verdad sobre esta inmensa tragedia, pero no como quieren algunos”, afirma ‘Catatumbo’ con serenidad. “Se pretende que la clase dirigente de este país, los empresarios que patrocinaron a los paramilitares en el Urabá o el Valle, no han tenido responsabilidad en la guerra...”.


Ese mismo argumento sostienen los dirigentes guerrilleros a la hora de hablar del reciente documento sobre la memoria histórica de la violencia ‘Basta ya’, que los culpabiliza en una parte. Como puntualizará ‘Márquez’ en el transcurso del programa: “Somos favorables al de Memoria Histórica, pero lo consideramos incompleto porque se quedan sin analizar 20 años sobre los responsables y las causas de medio siglo de confrontación: que se conozca quiénes son todos a la hora de hablar de victimarios. Durante dos administraciones se ha tratado de negar hasta la existencia de un conflicto interno, se ha tratado de dar una lectura desde un solo bando. Los demás somos ‘narcobandoleros’. Es importante que Santos haya reconocido que las cosas han sido de otra forma, que hay conflicto interno, que durante 30 años los paramilitares han trabajado para el Estado: no hay ningún registro de un solo enfrentamiento entre el Ejército y los paras”.


‘Pablo Catatumbo’ ocupará un espacio sobre este punto a la hora de grabar Las claves: “La guerra nos deshumanizó a todos, el Estado se está reconociendo como víctima del conflicto, pero además autoincriminándose como victimario… eso nos parece positivo (se refiere a la declaración del presidente Santos ante el Tribunal Constitucional a fines de julio), así que ahora no puede ser juez y parte…”.


Lo que más preocupa a los jefes de la guerrilla, y condensa todos los puntos del posible cierre positivo de las conversaciones de paz, es la salida judicial, penal, de la guerrilla una vez se alcance la paz. Ni sometimiento como “derrotados”, ni un solo día de cárcel, aun mitigada por la aplicación de una justicia transicional. ‘Catatumbo’, ‘Márquez’ y ‘Santrich’ se atropellan al abordar la cuestión: del mismo modo que pensamos que ni Álvaro Uribe ni los que promovieron desde instancias empresariales o económicas durante tres décadas el paramilitarismo van a ir a la cárcel, tampoco esa es la salida para la guerrilla.


En la mesa de la cena informal dejan caer que, simétricamente, este tratamiento también deberá aplicarse a militares encausados… Alguien cita el nombre del coronel Plazas Vega, condenado por las desapariciones en la retoma del Palacio de Justicia.


“La solución ha de ser política, no judicial, y lo más importante es parar la guerra... –reafirma Márquez–. Y no queremos que se metan instituciones internacionales en el asunto, eso enredaría las cosas…”.


En esta línea se ha expresado estos días el expresidente español Felipe González, en su asesoría informal a Juan Manuel Santos: “No te preocupes, que si firmáis una paz definitiva con las Farc, nadie vendrá a plantearos problemas desde ninguna instancia internacional”.


Después de cuatro horas de franca, y a veces descarnada, conversación, que seguirá al día siguiente, ‘Catatumbo’, en un tête à tête con Antonio Caballero en los jardines del Nacional, todo ha quedado listo para la grabación de unos programas para el Canal Capital, para un debate franco ante las cámaras y micrófonos, al que en ocasiones se mostraron reticentes los jefes de la guerrilla: es la primera vez que se van a someter a una situación así.


Con ‘Márquez’ acuerdo un lugar de rodaje tranquilo y seguro: el jardín del restaurante La Finca. Al set improvisado acudirán también ‘Rodrigo Granda’ y algunas mujeres de la delegación guerrillera.


A ‘Pablo Catatumbo’ trato de quitarle el miedo escénico: pueden poner en la mesa todos los temas que quieran, como lo haremos nosotros, y el resultado no sufrirá proceso alguno de edición: lo que se diga es lo que oirán los colombianos.


De vuelta al Hotel Nacional, larga velada en el bar de los jardines y coincidencia en que los dirigentes de las Farc, con quienes estamos sentados durante largas horas durante tres días, están lejos de la imagen que se da de ellos, al margen de la opinión, legítima, que se tenga de su trayectoria y de sus métodos.


Son gente muy formada (“a la altura de cualquier general de la República y por delante del nivel de conocimiento histórico de muchos ministros”, concluye Antonio Caballero).


En todo caso, hemos percibido una clara voluntad de dejar la lucha armada. Con las impresiones de primera mano (aunque informales) que tenemos de los negociadores del Gobierno, y después de analizar la completa viabilidad de la agenda de La Habana, se puede concluir que el inicio del proceso de paz podría estar al alcance de la mano.


Solo hay que armonizar las dos concepciones de país que se dan a uno y otro lado de la mesa: fundamentalmente, el sentido de los tiempos y la urgencia de que se ponga firma al final de la guerra.


Lo que todavía falta


Como subraya ‘Iván Márquez’, el jefe formal de la delegación de las Farc, a estas alturas ya se han puesto sobre la mesa todos los asuntos cruciales en la agenda de la negociación. Cada parte ha realizado su sondeo. Otra cosa es que los acuerdos se formalicen según el orden establecido. Así que las dos delegaciones conocen los puntos, pocos, sobre los que aún hay desacuerdo de fondo.


Acordado el agrario y el de la participación política, quedan los puntos de las drogas ilícitas y las víctimas, en los que ambas partes cuentan ya con acuerdos no escritos, que serán formales con poco esfuerzo.


Queda el del fin del conflicto: desmovilización y desarme, sobre el que se ha hecho bastante ruido. ‘Iván Márquez’ es claro: “No le tenemos miedo a la dejación de las armas. Será absolutamente lógica si se acaba el conflicto”. Y ‘Pablo Catatumbo’ sale al paso a un espantajo que agita la ultraderecha: “En modo alguno pedimos ningún maximalismo sobre ‘desmovilización’ del ejército. La solución será paulatina… Si el conflicto cesa, ¿para qué un despliegue estratégico en todo el territorio nacional? Hay que ser sensato”.


Sobre el último punto de la agenda, Antonio Caballero razona que el Gobierno ha tramitado una anticipada ley de referéndum por un problema de plazos, pero los delegados de la guerrilla lo han sentido como algo que no se ha puesto sobre la mesa en un año de negociaciones y no se les ha consultado. En todo caso, subrayará expresamente ‘Márquez’, la alternativa de una constituyente no es un “inamovible”: “Lo que queremos es que se establezca una fórmula que tenga la fuerza y legitimidad que solo puede ofrecer el pueblo de Colombia, que no haya quien pueda reversar lo acordado, un blindaje jurídico para la paz”.


Sobre el autor


Antonio Albiñana es periodista y analista internacional español. Director del programa ‘Las claves’, del Canal Capital.


*Con colaboración de Antonio Caballero.


ANTONIO ALBIÑANA*
Especial para EL TIEMPO



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