A bordo del verdadero Gravity

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A bordo del verdadero Gravity

Notapor BHonda » Mar, 15 Sep 2015, 19:01

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La escena de la película Gravity en la que dos astronautas quedan flotando a la deriva en el espacio después de que su nave Explorer es destruida por la colisión de restos de un satélite, transporta a los espectadores a uno de los mayores logros de la raza humana: vivir y trabajar en el espacio.


Aunque la cinta tiene incoherencias técnicas (como el hecho de que un astronauta flote y se aleje rápidamente, cuando en realidad solo flotaría, o que el pelo de Sandra Bullock esté bien peinado en la ingravidez) impacta con sus imágenes de la Tierra en el espacio y de una Estación Espacial Internacional (EEI) destruida.


Este micromundo de 400 toneladas, y del tamaño de un campo de fútbol, ha albergado, desde el año 2000, a 200 visitantes y astronautas de distintas nacionalidades. Una de ellas es la estadounidense Suni Williams, quien comandó en el 2012 la expedición 33. En esa misión ella documentó en video cómo es la vida a bordo de la EEI.


"La gente siempre pregunta, por ejemplo, cómo duerme uno en el espacio –relata una muy despeinada Williams– y si nos acostamos en camas, pero no es así, porque el sentido de orientación y la sensación de estar acostados no existen en el espacio. Dormimos entre sacos".


Para no flotar cuando descansan, se meten en cámaras que en el caso de Suni se parece mucho a una oficina pequeña, dotada con computador, libros, ropa y juguetes. Mientras la Estación flota sobre África, ella deja claro que cada sencilla acción en la Tierra debe reinventarse en un ambiente de cero gravedad, y para la muestra está el lavado de los dientes: "Usamos una crema que no hace espuma, porque el agua es escasa. Al terminar el cepillado hay dos opciones: escupir la crema contra una toalla de papel o tragarla", dice Suni arrugando la cara.


A pesar de los errores en que cae sobre la seguridad y el trabajo en el espacio, los astronautas Mike Hopkins, Rich Mastracchio y Koichi Wakata, de la EEI, felicitaron a los productores de ‘Gravity’ tras ser galardonada días atrás con siete premios Óscar.


Hecha en el espacio


En este laboratorio y observatorio espacial, seis astronautas conducen experimentos científicos, prueban tecnologías y buscan nuevas formas de explorar el espacio. La estación gira alrededor del planeta a una velocidad media de 27.700 kilómetros por hora, lo que le permite darle la vuelta en unos 90 minutos.


Su construcción empezó en 1998 y terminó en el 2011, pues habría sido imposible edificarla en la Tierra, porque no existe transbordador ni nave que soporte su peso, así que fue ensamblada en el espacio. Se requirieron al menos 40 misiones para estructurarla en su totalidad. Los módulos donde los astronautas viven y trabajan están fijados a la estructura central de la estación.


La EEI es el proyecto de colaboración científica más grande del mundo y de él hacen parte 16 países, representados en las agencias espaciales de Estados Unidos (Nasa), Europa (Esa), Rusia (Roscosmos), Canadá (CSA) y Japón (Jaxa).


"Es una estructura única que ofrece enormes beneficios para la ciencia y la sociedad", dijo en su momento el consejero científico de la Casa Blanca, John Holdren.


Por esa razón el año pasado, la Estación, que estaría operando hasta el 2024, fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.


La primera tripulación llegó a vivir el 2 de noviembre del 2000 a la EEI, que hoy también funciona como un puerto espacial donde atracan naves que transportan humanos, equipos, agua y provisiones.


En 837 metros cúbicos de volumen (algo así como el tamaño de una casa mediana de tres cuartos) viven seis tripulantes por seis meses, y cuentan con 820 metros cúbicos de espacio presurizado. Allí tienen el privilegio de presenciar 16 amaneceres y atardeceres cada 24 horas.


Cada astronauta trabaja unas 10 horas diarias, duermen de 5 a 8 horas y desayunan, almuerzan y comen en horarios fijos. Consumen alimentos liofilizados, congelados y a veces deshidratados, que les llegan en naves de carga. Y no se duchan, se asean con toallas húmedas.


La labor de los astronautas se concentra en comprender cómo se comportan los materiales y los sistemas biológicos en la microgravedad del espacio, mientras aprenden a combatir los efectos fisiológicos de estar allí.


Julie Robinson, responsable adjunta de los programas científicos de la EEI, agrega que la estación puede aportar beneficios en la adquisición de conocimientos que ayuden a desarrollar tratamientos biomédicos, nuevos materiales y mejores observaciones de la Tierra y su clima.


Cuando no están experimentando, los astronautas –que usualmente vienen de Italia, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, España, Suecia, Rusia, Estados Unidos, Canadá y Japón– hacen caminatas espaciales, controlan actividades propias de la Estación o hacen labores de mantenimiento.


El domingo, que suele ser el día de descanso, se comunican con la familia, hacen ejercicio y viven su privacidad. "También vamos a la cúpula y observamos la Tierra; a veces jugamos a adivinar sobre qué parte estamos, según el suelo y la nubosidad", dice Williams.


El próximo 25 de marzo se unirán a la expedición 39, que habita la EEI desde noviembre pasado, tres nuevos tripulantes que continuarán experimentos en biología, biotecnología y ciencias físicas. Volverán a la Tierra en septiembre.


Ciencia a 400 kilómetros sobre la tierra


Aunque algunos han cuestionado el impacto que ha tenido el trabajo científico de la EEI en estos 13 años, pues dicen que allí no se ha visto gran ciencia, la Nasa, en su momento, afirmó que se han publicado más de 200 artículos de investigaciones hechas allí y en las misiones de los transbordadores en revistas especializadas. Varios de los proyectos son a largo plazo.


Entre los avances se destaca el uso en Tierra de avances como el brazo telemanipulador que se utilizó para ensamblar el laboratorio orbital. Ha sido empleado en cirugías cerebrales de más de 300 personas.


Otra aplicación desarrollada por el equipo de la EEI es la ecografía a distancia que permite hacer un examen a una persona que se encuentra en un lugar alejado y sin acceso al médico.


Han probado en el espacio tres tratamientos experimentales: Prolia, para combatir la osteoporosis (pérdida de la densidad ósea), que se amplifica en microgravedad. Y otros, para tratar la disminución de masa muscular.


Cheryl Nickerson, microbióloga de la Universidad de Arizona, demostró en la EEI que la virulencia de bacterias como la salmonela se incrementa en microgravedad.


ANDREA LINARES GÓMEZ
Redacción Vida de Hoy
Con información de la Nasa, Esa y agencias Efe y Afp


 



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