Revive la antigua costumbre de celebrar la misa en lat&iacut

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Revive la antigua costumbre de celebrar la misa en lat&iacut

Notapor beuliefi » Sab, 13 Ago 2011, 23:42

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Revive la antigua costumbre de celebrar la misa en latín y de espaldas

Así ha sido el regreso de esta tradición. Vea la galería de fotos de la misa en latín.

El sacerdote aparece por la parte trasera del templo
, escoltado por tres monaguillos que esparcen incienso, cuyo perfume invade todo el lugar.

En su camino, va rociando agua bendita mientras los fieles cantan al unísono: Domine, hisopo, et mundabor; lavabis me et super nivem dealdabor ("Me rociarás con hisopo, Señor, y quedaré limpio; me lavarás y seré más blanco que la nieve").

Llega al altar, se santigua y se ubica de espaldas a los feligreses para dar inicio a la eucaristía. Los presentes siguen con devoción las palabras en latín del padre José Luis Pinzón. Unos lo hacen de memoria, porque ya lo han aprendido, y otros, sobre todo los primíparos, leen el misal, que en la parte izquierda tiene el mensaje en latín y en la derecha, en español.

La escena transcurre en la Catedral Primada de Colombia, principal sede de la Iglesia Católica en Colombia, donde se ofició una misa a la antigua usanza, rito que se practicó durante cuatro siglos y desapareció con las reformas introducidas por el Concilio Vaticano II, en los años 60.

Lo ocurrido el jueves en la Catedral es muestra de que la misa tridentina (por el Concilio de Trento, 1570) o de Pío V está regresando a Colombia con el rigor y la ceremonia tradicionales.

Sin embargo, por ahora, los gestores del retorno solo tienen una pequeña iglesia en una casona del barrio La Soledad, en Bogotá, y ofician como parroquias ambulantes allí donde los inviten.

"La misa se celebra de espaldas a ustedes, porque no se le puede dar la espalda a Dios. En el Antiguo Testamento, quienes le dieron la espalda a Dios fueron fulminados ipso facto. Y se dice en latín porque es el idioma original de la Iglesia Católica Romana", les advierte el padre Pinzón a los 150 asistentes al pequeño templo.

Pinzón, un vallecaucano de 57 años, es el párroco de la primera y única iglesia en Colombia del Instituto El Buen Pastor, fundado en Francia en el 2006, con el fin de recuperar la misa de San Pío V.

La iglesia es pequeñita. A la entrada hay una imagen del papa Benedicto XVI, quien ha animado a todos los sacerdotes del mundo a que recuperen el rito centenario, y quien respaldó el surgimiento de esta nueva comunidad.

Sobresalen una escultura de San Pío V, una pileta de agua bendita, un estante con los misales para que los tomen a la entrada y los devuelvan al salir, y una canasta de fique llena de velos. Encima, un letrero advierte: "La mujer cubre la cabeza por causa de los ángeles". Corintios 11, 6, 10. Esto, para quienes que no llevan su velo propio.

Por qué, en un momento en el que el mismo Papa ha anunciado que se busca evangelizar de acuerdo con el ritmo de la sociedad moderna, se vuelve a un rito ya abandonado?

Solemnidad y reverencia

El padre Pinzón -ordenado por los misioneros de Yarumal y vinculado al Instituto El Buen Pastor desde cuando supo del nacimiento de esta nueva comunidad- expresa convicción cuando expone las razones que sustentan este retorno al origen.

"El Concilio Vaticano II desplazó la misa tridentina y puso de moda la de Pablo VI (la actual). Fue bonita, pero se ha degenerado, hay mucho desorden litúrgico y cada sacerdote celebra la misa que quiere: hay misas sin eucaristía y eucaristías sin misa", dice.

Pinzón se enamoró de esta tradición gracias a los indígenas.
Como misionero, en 1991, ayudaba a nativos del departamento del Vaupés
, cuando descubrió que no asistían a sus misas. No les gustaba la misa moderna, recuerda, "porque no tenía misterio".

Ellos, evangelizados en latín, querían la misa en esa lengua. En el mundo, son 30 los sacerdotes de esta nueva orden, que ya está en varios países de Europa. En Latinoamérica, tienen sedes solo en Chile y Colombia. El superior de la comunidad en la región es un colombiano: el padre Rafael Navas, quien desde el país austral abrió los caminos a este rito.

En la ceremonia se impone una atmósfera solemne, sacra. Los fieles deben llegar a tiempo, apagar los celulares y expresar fervor y reverencia mediante un absoluto silencio, sin distraerse con el vecino de al lado, durante las casi dos horas de la eucaristía. "Cometería pecado grave quien, en día de precepto, dejare una parte principal de la misa, como el Canon o la Consagración", informa el misal. Todos, además, deben comulgar y confesarse.
Hernán Peñalosa, ingeniero químico boyacense, mueve sus largos dedos por un viejo órgano de tubos en el que interpreta música gregoriana.

Canta con pleno dominio del latín, en compañía de dos afinadas sopranos. Fue formado en la iglesia tradicional, pero desde que se impuso la misa moderna, se aburrió y se alejó. Sin embargo, apenas supo que el padre Pinzón estaba conformando su redil, se unió a él. "Recuperé mi fe, sé que estoy en la verdadera Iglesia Católica", dice.

Pese a lo estricto que es el ritual, el sermón es más distendido. El padre Pinzón, con un estilo espontáneo, exclama que en el mundo actual se ha impuesto el mensaje de que "el hombre solo necesita sopa y sexo para vivir", alejado de Cristo. "Y Cristo dice: tienes que ir al cielo".

Lo que cautivó de la misa tridentina a Carminia Tovar fue el respeto y la solemnidad, no sólo del ritual, sino de los hábitos que allí se promueven: una vida cristiana comprometida y solidaria, vigilia diaria, lectura del catecismo y rezo del rosario.

Los primeros viernes de cada mes se reúnen en la parroquia en una vigilia que comienza a las 6 de la tarde y termina al día siguiente a las 6:00 de la mañana. Oran por la paz y para que se expanda en el mundo el regreso de la misa tradicional, en la cual, creen, está presente Dios en cuerpo, alma y divinidad.

"Ha sido un encuentro místico con el Señor, basado en el recogimiento", cuenta la mujer, quien huyó de las misas católicas convencionales, según ella, por exceso de decibeles.

Fernando González, publicista de 62 años, cuenta que la misa tridentina le puso fin a su peregrinaje religioso de muchos años, en búsqueda de la verdadera fe. "Las misas modernas se parecen cada vez más a los cultos evangélicos, donde se aplaude por todo", cuenta.

Durante la ceremonia, los presentes deben permanecer de pie, sentados y arrodillados, según lo impone el misal. La comunión se recibe de rodillas.

Andrés Muñoz, diseñador gráfico de 25 años con pinta roquera, dice que estas misas le han permitido alcanzar un equilibrio espiritual y que, de esta forma, le ofrece un sacrificio agradable a Dios. Al principio, cuenta, el latín le resultó difícil. Pero, rezando el rosario diario en esa lengua muerta, logró dominarlo.

"El latín es fácil: se pronuncia como se lee", cuenta Alejandro Quintero, un pensionado que llegó a esta comunión por sugerencias de un médico, quien le diagnosticó estar enfermo del alma.

"Estamos en una pesca milagrosa", confiesa el padre Pinzón. Empezamos con cinco personas y ahora hay 500, que se turnan por días para no saturar la reducida iglesia. Confía en que llegará más gente cansada del ritmo desbocado del mundo actual, en búsqueda de paz. Aunque, dice, no sabe dónde ubicar a tanta gente. "Dios proveerá". Necesitan parroquias y sacerdotes que quieran volver a esta tradición.

La ceremonia termina. Todos salen y el sacerdote les aplica aceite en la frente. Rompen el riguroso orden y comparten una merienda de empanadas y agua aromática en el comedor contiguo al templo. Pinzón concluye: "Hay que ganar el cielo, cueste lo que cueste".


JOS ALBERTO MOJICA PATI O
REDACTOR DE EL TIEMPO



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beuliefi
 
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