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El desplome de la Unión Soviética, 20 añ

NotaPublicado: Lun, 22 Ago 2011, 03:01
por SKnappert
El desplome de la Unión Soviética, 20 años después

Pocas veces un sistema es destruido solamente por fuerzas externas. A lo largo de las últimas décadas, algunos han especulado que la desaparición de la Unión Soviética se debió a la carrera armamentista que sostenían los gobiernos de Moscú y de Washington. Sin duda que los enormes gastos militares se convirtieron en un pesado lastre para la estancada economía soviética, al igual que lo es hoy el gasto militar para la economía en declive de los Estados Unidos. Sin embargo, es necesario señalar que los principales procesos que condujeron a la desaparición del régimen soviético fueron internos. Y vale la pena reseñar algunos de ellos, pues tal vez no solo tengan utilidad para comprender la caída del sistema soviético, sino que de pronto puedan servir para comprender porque una élite puede perder de manera vertiginosa el poder ejercido durante décadas.


La Unión Soviética implosionó como resultado de una triple crisis, la de su economía, la de su régimen político y la de su imperio multinacional. El sistema económico, centrado en gigantescos e improductivos proyectos, desconectados de la investigación científica y de la adopción rápida de innovaciones tecnológicas, había perdido la capacidad de autoreformarse. Dicho sistema no respondía de manera eficaz a las crecientes y cada vez más diversas demandas del consumo urbano. A su vez, no podía asegurar, a la mayoría, las promesas de bienestar con las que el régimen había reencauchado su legitimidad en los años 60 del siglo XX.


El régimen político soviético había sido creado cuando el grueso de la población era campesina. En aquel entonces, las élites revolucionarias impusieron su férreo control del estado y coparon todos los espacios políticos. En los años 70 y 80, la opinión pública urbana no tuvo canales legales para la expresión de la diversidad de intereses, en un imperio compuesto por decenas de nacionalidades. La dictadura comunista era considerada ilegitima por muchas de las naciones y pueblos que conformaban la URSS. Al tiempo, la generación más educada de toda la historia de la Unión Soviética, era controlada por un grupúsculo de decrépitos ancianos, cuyos méritos y legitimidad para gobernar se redujo dramáticamente, ya que la experiencia para gobernar una nación de campesinos, se volvió obsoleta para dirigir un país con una creciente clase media.


Los detonantes


Hacia el final del siglo XX crecieron las tensiones con las naciones del Báltico, Estonia, Letonia y Lituania, las musulmanas del Asia Central o los cristianos del Cáucaso como los armenios y los georgianos. El soft power de Moscú, su capacidad para seducir a los pueblos con más autoconciencia nacional era prácticamente inexistente. Muchas de las élites en las naciones del imperio poseedoras de alguna riqueza, educación o situación estratégica como en el Báltico, petróleo como en Kazajistán o Azerbaiyán, antiguas tradiciones culturales como en Armenia o Georgia, empezaron a considerar un mejor negocio la independencia de la URSS que su sometimiento a las élites de Moscú.


Todas estas tensiones se agravaron por la precariedad de la preparación de la élite gobernante. La desastrosa invasión a Afganistán demostró que la URSS seguía apelando a exportar su poder a través de tanques y no mediante el intercambio comercial, la transferencia de tecnología o el soft power de la cultura.


Dentro del imperio, sus dirigentes ya no apelaban ni a la cooptación de los inconformes ni al reformismo. Años de dictadura habían dejado a la élite sin el más mínimo entrenamiento para el debate político. La existencia de un partido único, que llevaba años sin autoreformarse, privó a la clase dirigente de experiencias y mecanismos para comprender a las corrientes de opinión, de capacidad para seducir a una parte de ella y, también para maniobrar frente a los opositores.


Falta de preparación


Gorbachov fue producto de esa élite. Su preparación para gobernar en una sociedad más abierta era nula y por eso resultó tan fácilmente barrido por los acontecimientos. De presunto gran líder reformista, Gorbachov terminó convertido en sepulturero del imperio soviético. Impopular en su propio país, pero muy admirado en occidente, Gorbachov nos recuerda que en el arte de gobernar en tiempo de crisis, las buenas intenciones, desprovistas de un sólido respaldo político, son el camino directo al infierno.


El presente
Nostalgia soviética en la era Putin


La añoranza por el imperio perdido reina en la sociedad y la política de la Rusia de Putin. Se ve en detalles como el hecho de haber instaurado de nuevo el himno soviético, suprimido tras la caída del comunismo, y que alcanzó su punto máximo con la "lucha contra la tergiversación de la historia". Esa campaña, proclamada por el presidente Dmitri Medvédev, iba dirigida contra los antiguos aliados del bloque soviético que osaron comparar las barbaridades del estalinismo con los crímenes de la Alemania nazi.


Así, los movimientos juveniles oficialistas están haciendo campaña contra esos denigradores de la historia y hoy día se pueden ver enormes murales recién restaurados del metro de Moscú con la imagen de Stalin. En la televisión, radio y discotecas se están imponiendo los éxitos de ayer y las siglas CCCP (URSS) están apareciendo de nuevo en las camisetas, que, junto a los carteles de la propaganda soviética y afiches del Che Guevara, compiten con la publicidad de Gucci.


Testimonios y contrastes actuales


Tributo al pueblo y a Yeltsin


"El pueblo jugó un papel decisivo y Yeltsin también. Lo importante era evitar un derramamiento de sangre. Podía estallar una guerra civil. ramos una potencia con armas nucleares", dijo Mijaíl Gorbachov, en rueda de prensa esta semana, explicando su papel. Señaló, además, que Rusia, dos décadas después, parece estar viviendo un fuerte retroceso.


Putin y el fin de la URSS


"La desintegración de la URSS fue una de las mayores catástrofes geopolíticas del siglo XX", declaró hace unos años Vladimir Putin, cuando era Presidente de Rusia (2000-2008). El miércoles, Gorbachov arremetió contra Putin, ahora Primer Ministro, y lo acusó de estar "impidiendo que Rusia avance por el camino de una democracia moderna" y de despilfarrar "el beneficio obtenido gracias a los altos precios del petróleo".


País de multimillonarios


Según la revista Forbes, hay más multimillonarios en Rusia que en cualquier otra parte del mundo y Moscú ya desplazó a Nueva York como la ciudad con mayor número de multimillonarios: 79 contra 58, respectivamente. En contraste, el 16 por ciento de la gente de Rusia (22 millones de personas) vive hoy en situación de pobreza.


Poca educación y salud


El promedio de educación de los rusos es de 8,8 años de estudios (cuando deberían ser 14,1). Solo el 31,9 por ciento de la población tiene acceso libre a internet. La tasa de mortalidad materna es del 39 por cada 100.000 habitantes y de niños menores de cinco años por cada 1.000 nacidos vivos es de 13. Su esperanza de vida es de 67 años.


JUAN CARLOS FLREZ
HISTORIADOR Y POLTICO



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