Woody Allen dijo alguna vez que le interesaba "el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida". Y desde hace varios años parece que este está lejos de su querida Nueva York. Siete de sus últimos ocho filmes han sido rodados en Europa -España, el Reino Unido y Francia-; se han escuchado rumores de que ha estudiado posibilidades en Alemania, y su estreno en esta temporada, De Roma con amor, que llegó a Colombia el viernes, no es la excepción.
Filmada entre Roma y el Lacio (en el centro del país), es una comedia de errores ("con algunos de los mejores diálogos de los últimos años", según la revista The New Yorker), en la que se cruzan las historias de un trabajador que de un día para otro se convierte en estrella de la televisión, un arquitecto que regresa a la ciudad después de haber vivido allí en la juventud, una pareja en su luna de miel y un director de ópera que visita a su hija.
Y aunque la crítica de cine de Los Angeles Times Betsy Sharkey afirma "que carece del rigor intelectual y emocional de Medianoche en París", ha sido igualmente bien recibida por las audiencias: en su fin de semana de estreno en Estados Unidos promedió una taquilla de cerca de 75.000 dólares por sala. Las razones sobran. Es el regreso de Woody Allen a la pantalla después de su última aparición en Scoop (2006), y la película cuenta con un reparto de envidia: Alec Baldwin, Penélope Cruz, Roberto Benigni (La vida es bella) y Jesse Eisenberg (Mark Zuckerberg en La red social).
Este es el primer papel que interpreta desde hace seis años. Qué ha hecho que retome su faceta de actor?
Yo no me considero actor. Nunca podría interpretar a los personajes de Anton Chejov. Hay una o dos cosas que puedo hacer: puedo interpretar a un delincuente o a un académico, porque mis gafas me ayudan.
Sus últimas películas incluyen actores de Hollywood, jóvenes promesas y locales. Cómo los escoge?
Siempre busco gente que no parezca que está actuando cuando tiene que actuar. Conversamos un rato hasta que se rompa el hielo y muestren su autenticidad. Pero eso pasa con gente que ya he visto en otras películas, como Owen Wilson o Alec Baldwin, que son estupendos personajes para un tipo específico de historias. Las mejores audiciones resultan cuando he escrito un personaje con alguien en mente. Pero siempre reúno gente que sea completamente simple y natural.
Medianoche en París fue un éxito en taquilla. Qué lo motivó a trabajar en Francia?
Era cuestión de tiempo para ir a trabajar a la ciudad más romántica, esplendorosa, mágica y maravillosa del mundo. Tengo muy buenos recuerdos de París, como cuando tuve que ver la cuenta en un restaurante por el vino más caro que he tenido que pagar en la vida (risas). Me gusta el buen vino, y el vino francés es mi favorito. Es parte de mi gusto por esa ciudad.
Y qué fue lo que lo motivó a rodar en Italia?
Hacer películas requiere dinero. Por eso he terminado en lugares donde la gente lo tiene para financiarlas. Lo mismo que ocurrió en Italia pasó en España, Francia e Inglaterra: me llamaron y básicamente me preguntaron si quería rodar allí. Y si me llamaran de China o de algún lugar de Suramérica y me ofrecieran financiar una película, lo consideraría. Tienen un enorme potencial.
Usted toca en una banda de jazz hace más de diez años. Qué papel desempeña la música en su cine?
Me gusta incorporar jazz, de vez en cuando, en mis películas. De hecho, en Si la cosa funciona he utilizado un tipo de jazz que me gusta mucho, el que se mezcla con ritmos brasileños, música que también me parece fantástica. El jazz brasileño tiene un sonido muy particular que me llama mucho la atención y me parece apropiado incorporar en escenas en las que los personajes son intelectuales.
Y, cómo hace con otras músicas del mundo -con la canzone napoletana, que usa en De Roma con amor, por ejemplo?
Hago algo de investigación de la música que suena en las épocas que evoco en las historias. Es la parte que más me divierte de realizar una película: musicalizarla. Cuando se tiene la película hecha, uno ve las imágenes, lo cual está bien, pero al ponerle la música, el embellecimiento es instantáneo. Aún en las peores películas que he visto han hecho magia con la música.
MARIO AMAYA
Para EL TIEMPO
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