Un planeta en paz o una Colombia sin guerra pueden ser utopías para muchos, pero es ahí donde radica el problema, según Douglas P. Fry, reconocido antropólogo e investigador estadounidense, profesor de la Universidad Abo Akademic de Finlandia, investigador de la Universidad de Arizona y experto en agresión y resolución de conflictos.
"Por eso, las sociedades y los líderes hacen poco o nada al respecto -afirma desde Finlandia-. Por ejemplo, para muchos fue natural y normal que algunas personas pudieran esclavizar a otras, pero, aunque todavía existen focos de esclavitud en el mundo, la institución de la esclavitud se desmontó y se abandonó".
Para Fry, "lo mismo puede suceder y, de hecho, está pasando con la guerra. También podemos desmontarla y abandonarla. La mayoría de las personas no la quieren. La fuerza de la mayoría pacífica puede conseguirlo. La humanidad necesita hoy sustituir la ley de la fuerza por la fuerza de la ley y tratar de solucionar cualquier conflicto mediante la negociación, la mediación o los tribunales. Esto se ha hecho muchas veces en la historia humana y en muchas culturas, entonces, también es posible".
Por eso, si hoy hablamos de un "arte de vivir", podríamos empezar por hablar de "la ciencia de la paz".
La respetada revista científica Science publicó, en su edición de mayo pasado, las teorías presentadas por Fry a este respecto en el ensayo científico Life without war (Vida sin guerra), y con ello les dio un espaldarazo mundial a sus afirmaciones.
Autor de varios libros y ensayos sobre el tema, Fry desmonta la creencia generalizada según la cual la guerra ha existido siempre y guerrear es una actitud inherente a la condición humana; la guerra no siempre ha estado presente en las sociedades humanas.
"Observo esto de una manera multicultural y también estudio el pasado para entender la guerra y la paz. Pese a argumentos que oímos con frecuencia, estudios antropológicos y arqueológicos demuestran que la guerra no es tan antigua como se cree y que tampoco hace parte de la naturaleza humana. Los que creen eso es por falta de conocimiento y de pruebas reales. El ser humano tiene capacidad para hacer la guerra, pero no cuenta con un sentido innato o con una propensión a guerrear. La mayor parte de la prehistoria -antes del desarrollo de la agricultura, que comienza hace 10.000 años- fue pacífica. La arqueología muestra múltiples nacimientos de la guerra en diferentes regiones del mundo, por lo tanto, la guerra es bastante reciente y está relacionada con las formas sociales más complejas de organización humana".
Fry recuerda que hoy existen en el mundo varios sistemas de paz y cita ejemplos precisos: la paz alcanzada por las tribus del Alto Xingu, en la Amazonia de Brasil, la Confederación Iroquesa, en la parte superior del Estado de Nueva York, y la Unión Europea (UE).
"La existencia de estos demuestra que es posible crear sistemas sociales libres de guerra. Uno de los ejemplos más inspiradores es Europa. La idea de que la guerra surja dentro de la UE hoy es absurda, aunque dos guerras hayan devastado a este continente hace menos de un siglo. La paz europea se construyó sobre las cenizas de la guerra. Es un logro notable e importante que puede hacer entender a otros pueblos del mundo que un planeta sin guerras y en paz es posible", afirma.
Hay una receta para la paz?
"Hay muchos ingredientes que contribuyen a la paz. Uno de los más importantes es lograr la interdependencia entre grupos diferentes. Con el calentamiento global y el cambio climático, todos los países enfrentan amenazas serias y ninguno puede solucionar solo ese problema. El recalentamiento nos afecta a todos y dependemos de todos para solucionarlo. Muchos estudios antropológicos y psicológicos demuestran que la interdependencia puede conducir a la cooperación y llevar a solucionar problemas compartidos; la cooperación puede contribuir a mejores relaciones y a la paz. Este es un punto a considerar tanto para un planeta libre de guerras como para una Colombia en paz".
Fry señala otros ingredientes en la receta de la paz: la identidad global social, las interconexiones entre subgrupos, el simbolismo y las ceremonias que refuerzan la paz y las instituciones de orden superior para la gestión de conflictos. Menciona también la creación de confederaciones o de federaciones entre subgrupos.
Esto es lo que ha pasado políticamente en Europa con la formación de la Unión Europea y, en el caso antropológico, con la Confederación Iroquesa.
La especie humana en su conjunto puede renunciar a la guerra como algo inmoral o como una actividad poco práctica para el siglo XXI, y todos estamos capacitados para hacerlo.
Se podría alcanzar la paz en un país como Colombia?
Responderé de un modo general. Los conflictos internos pueden ser resueltos con la ayuda de un tercer mediador neutral. Por ejemplo, la intervención del expresidente de Costa Rica Arnulfo Arias en el conflicto de América Central fue muy acertada. La reciente guerra civil en Liberia se detuvo con la ayuda de mediadores africanos, como el presidente de Ghana. El presidente Ahtisaari, de Finlandia, ha colaborado a favor de la paz en conflictos en varias partes del planeta. El expresidente Jimmy Carter lo hizo en los acuerdos de paz de Camp David entre Egipto e Israel, en 1978. Pero, para que todo resulte tan bien, el mediador o los mediadores deben ser neutros y percibidos de esta manera por ambas partes del conflicto. Las negociaciones de mediación deberían ser secretas. Un mediador experto (o un equipo de mediadores) tiene muchas habilidades y técnicas que pueden ayudar a grupos a dejar sus armas y a crear la paz. Me pregunto si las mediaciones de Arias o del presidente Ahtisaari podrían ayudar a la paz en Colombia.
Por qué seguimos en guerra en muchos lugares del planeta?
Por avaricia. Los traficantes de armas se meten cada año en el bolsillo mil millones de dólares en ganancias y, mundialmente, se gastan trillones en operaciones militares. Cada año, empresas y distribuidores de armas se hacen obscenamente ricos mientras que la solución a las necesidades humanas va en contravía. Los líderes que impulsan las guerras siempre han calculado las ventajas económicas o políticas que obtendrán para ellos y para la élite en el poder. En una guerra defensiva no existe la avaricia del líder, pero sí brilla cuando se trata de una guerra ofensiva. El poder es otro elemento de la avaricia.
Sin contar con las enormes cantidades de dinero que se emplean para vender al ciudadano la idea de que la guerra se hace por "razones nobles". Cuántos apoyaron la guerra a "favor de la gente de Irak" o para "protegernos de unas armas de destrucción masiva" que jamás existieron?
Acaso ellos mismos apoyarían ahora una guerra respaldada en la verdad? Es decir, una guerra para enriquecer a los contrabandistas y mercaderes de armas y salvar egos o saldar cuentas del poder? El punto está en que los líderes que van a la guerra esgrimen razones de seguridad, libertad, liberación y justicia, pero no hablan de ganancias, intereses personales, poder o venganza. Eso lo debemos tener muy claro.
Cómo un ciudadano común puede enfrentar todas esas avalanchas?
Como comunidad mundial y como ciudadanos de países particulares tenemos que dejar de aceptar la guerra y los abusos violentos del poder. La unión popular pacífica, como la que presidieron Gandhi y los otros que mencioné, nos debe unir contra la guerra y los abusos del poder. La mayoría de las personas no quieren la guerra. Desean vivir en paz, tranquilas, sentirse seguras, sin miedo, detestan estar en peligro. Por eso, esa mayoría debe exigir la paz a sus líderes y, si es necesario, sustituir a los que busquen la guerra.
Quién es Douglas P. Fry?
Boston (1954). Estos son algunos de sus libros: Encyclopedia of Violence, Peace, and Conflict (Enciclopedia de violencia, paz y conflicto), Beyond war (Más allá de la guerra) y The Human Potential for Peace (El potencial humano para la paz).
GLORIA HELENA REY
Especial para EL TIEMPO
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