Con Keiko, los Fujimori quieren ser dinastía en Per&u
La familia Fujimori quiere ser una dinastía en el Perú. Alberto, el padre, hijo de inmigrantes japoneses, fue Presidente (1990-2000) por poco más de dos periodos, hasta cuando renunció desde el exterior acosado por un tenaz escándalo de corrupción. Hoy paga una condena de 25 años por violaciones a los derechos humanos.
Su hijo, Kenji, fue el congresista más votado de las pasadas legislativas; y, ahora, Keiko, que ofició de Primera Dama, tiene la oportunidad histórica de llevar el apellido Fujimori de nuevo al más alto cargo del país. De conseguirlo, se convertiría en la primera mujer presidenta del Perú.
No ha sido fácil. Los temores que despierta entre los peruanos la posibilidad de que Keiko quiera indultar a su padre son una especie de daga que molesta el costado de la candidata, pero que no ha logrado arruinar su aspiración.
Aunque hace meses Keiko dijo que el de su padre había sido el mejor gobierno de la historia del país, poco después tuvo que advertir que no lo indultaría.
La inquietud que generan las ideas estatistas y autoritarias de su rival, el militar retirado Ollanta Humala, han hecho que, por descarte, obtenga el apoyo de importantes sectores que no quieren que un mal manejo económico arruine el camino de una de las economías que más ha crecido en el mundo en los últimos tiempos.
Las acusaciones siguen. Por ejemplo, hay denuncias de que su padre ha manejado desde su lugar de reclusión el material publicitario electoral y ha estado conduciendo tras las rejas los hilos de su campaña.
El diario La República ha publicado una serie de informaciones con fotografías del ex presidente Fujimori, preso en la Dirección de Operaciones Especiales (Diroes) de la Policía, supervisando el material publicitario de campaña.
El matutino ha registrado el ingreso de personas y camiones con pancartas y volantes a la Diroes y su envío a un local de campaña de Fuerza 2011, ubicado a escasos metros de ese lugar.
Mil controversias
Pero, las evidencias no la han golpeado, al menos de forma visible. Ni siquiera los ataques directos del premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, que adhirió a la campaña de Ollanta Humala, le han hecho mella. Todo, en una especie de efecto teflón que se ha expresado una y otra vez en la fidelidad del electorado fujimorista en las urnas.
Es claro que en amplios sectores de la sociedad peruana se recuerda que fue el Chino, como le llamaban, quien saneó las finanzas del país, puso contra la pared a las guerrillas que cometían a diario atentados terroristas y aplicó un sistema asistencialista que les daba de comer a miles.
Desde muy joven las controversias golpearon a Keiko. Por ejemplo, fue acusada de que sus estudios superiores fueron costeados con recursos públicos que su padre desvió.
Desde 1994, tras la separación de sus padres, terminó convertida en Primera Dama, en reemplazo de su madre, Susana Higuchi, quien denunció que su esposo la había mandado torturar.
Tras el escándalo de corrupción que sacó a su padre del poder y a ella la dejó sin ocupación, Keiko se dedicó a dirigir organizaciones de tono social.
Hasta cuando sintió que llegaba el momento de caminar los pasos de su padre en busca del poder, alentada por la pertinaz vigencia del fujimorismo. Así, llegó al Congreso por el Partido Político Alianza por el Futuro, donde ha estado desde julio del 2006 hasta la actualidad.
Fiel a la costumbre de su padre de presentarse con un partido diferente en cada elección, Keiko fundó Fuerza 2011, en el 2009.
A diferencia de los demás candidatos, los vaivenes estadísticos no han afectado su carrera electoral. La intención de voto por Fujimori se ha mantenido sólida a lo largo de los últimos meses, lo que habla de la fidelidad del grupo base, que, se presume, es el mismo que apoyó a su padre. Un férreo 20 por ciento -que por momentos tendía hacia el 18 y otras veces hacia el 22- le aseguró su supervivencia en la contienda.
Poco la afectaron las amenazas que el ex asesor de su padre, Vladimiro Montesinos, le dictaba a su abogada Estela Valdivia para que esta las difundiera en las redes sociales (aunque algunos consideraron que esto fue una estrategia para favorecer a Keiko).
Tampoco le hicieron mella las diversas denuncias que se presentaron en contra de sus candidatos al Congreso, algunos de ellos, incluso, implicados en acusaciones por narcotráfico. La terquedad del voto fujimorista sostuvo a una candidata con limitaciones para seguir creciendo.
Por eso, a diferencia de sus rivales, Keiko no se metió con nadie. Casi nunca atacó y muy pocas veces fue atacada. La estrategia le dio resultados en primera vuelta.
Dolores de cabeza
Pero, la lista parlamentaria de Fuerza 2011 siguió causándole dolores de cabeza cuando se reveló que la candidata Gina Pacheco era la enfermera que cuidaba a Alberto Fujimori en su celda.
La candidata también recibió fuertes críticas por su desempeño parlamentario y por la cantidad de días que estuvo de licencia, al igual que por la poca cantidad de leyes presentadas.
El primer gran periodo de licencia fue para concluir sus estudios en EE. UU. El segundo fue por maternidad, y, desde finales del 2010, para su campaña presidencial.
Asimismo, figura entre los congresistas que más han faltado, según la lista publicada por el propio Congreso de la República.
Rodeada de connotados asesores, le ha funcionado decir que ella profundizará el desarrollo económico haciendo que llegue a los sectores más pobres, lo que de inmediato recuerda la gestión de su padre en los barrios populares. Por eso, una Fujimori está muy cerca de volver al poder. El domingo se sabrá si los dos puntos de diferencia entre ella y Humala son suficientes.
REDACCIN INTERNACIONAL*
*Con información de El Comercio, AFP, Efe y Reuters
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