La entrega, hace varias semanas, en Panamá, de Carlos Alberto Murillo, Galleta, el narco que todas las autoridades señalaban como nuevo jefe de la banda los Rastrojos, no es un hecho aislado.
El nombre de Murillo formaba parte de una lista de miembros de esa banda -que llegó a ser la más poderosa del país- que buscan acercamientos con la justicia. Y aunque Galleta terminó entregándose a la DEA, como lo hizo uno de sus antiguos patrones, Javier Antonio Calle Serna, el mayor de los hermanos Comba, varios de sus hombres de confianza y muchos de sus gatilleros han estado enviando mensajes a las autoridades colombianas para repetir el sometimiento a la justicia que a finales del año pasado hicieron 275 de la banda Erpac, de alias Cuchillo.
Altas fuentes de la Fiscalía y otras instituciones encargadas de combatir a las nuevas bandas le confirmaron a este diario que desde al menos hace seis meses, a través de varios abogados, empezaron a llegar mensajes para el sometimiento de un grupo que llegaría a los 300 hombres. La desbandada de los jefes, los continuos golpes de las autoridades y la sangrienta avanzada de los Urabeños juegan en esa intención. Incluso, en algún momento llegaron mensajes de Luis Enrique Calle, el otro duro de los Combas que, aunque se dijo que se había entregado, aún estaría libre.
Un primer grupo de 30 es el que lleva más adelantado el tema. Según fuentes que conocen el proceso, la negociación -que no incluye beneficio distinto a los que contemplan las normas de sometimiento a la justicia- ha sido manejada con total reserva, y la demora radica en que se busca prevenir un nuevo episodio como el ocurrido con la banda criminal de Cuchillo.
En diciembre, pese a que 275 hombres llegaron ante los fiscales a admitir su pertenencia a ese grupo, la mayoría quedó en libertad y fueron necesarias varias semanas para que quedaran detenidos definitivamente. De hecho, hoy siguen prófugos 64 de ellos.
Otra inquietud frente al proceso tiene que ver con sus reales efectos en el desmonte de los Rastrojos, la banda de sicarios del cartel del norte del Valle que expandió su poder gracias a los negocios entre el capo Wílber Varela -Jabón- y el jefe paramilitar Macaco, que incluyeron el paso de centenares de paras de Putumayo y Nariño a los Rastrojos. Los que se entregarían son en su mayoría miembros del grupo inicial de Jabón y no, por ejemplo, los que han sembrado el terror en la zona del Pacífico o los que están en el Catatumbo manejando negocios del narcotráfico hacia Venezuela. Eso implicaría que al menos 1.300 ilegales seguirían armados.
El hecho es que, incluso bajo la modalidad gota a gota, fichas claves de los Rastrojos siguen entregándose. El domingo, en San Andrés, se sometió a la Fiscalía Federico Lever Luque, señalado jefe financiero de la organización que tenía 17 órdenes de captura. También fueron detenidas otras 9 personas que manejaban el narcotrafico en la isla.
Este año, solo en el Valle y el Cauca, la Unidad de Bandas Criminales de la Fiscalía ha capturado 320 miembros de los Rastrojos, de 560 órdenes expedidas desde finales del 2011. Según el Ministerio de Defensa, el primer semestre de este año dejó 2.193 capturas de miembros de bandas en todo el país.
Esta semana, se imputaron cargos a Diego Pérez, Diego Rastrojo, uno de los jefes capturado en junio en Venezuela.
Las lecciones del Erpac
Colapsó la logística
En diciembre fue tal el número de erpacs que llegaron ante los fiscales y jueces que hubo colapso y la mayoría volvió a quedar en libertad. Fueron necesarios varios días para que se firmaran las órdenes de captura. Durante semanas, las autoridades buscaron a los que se sometieron. Muchos llegaron voluntariamente, pero hay cerca de 62 prófugos. Aunque en diciembre quedó claro que se necesitaban ajustes legales, hasta ahora no ha habido avances.
Ocupación de zonas
La entrega del Erpac en Mapiripán y otras regiones de Meta y Guaviare estuvo precedida de rumores sobre su venta a otros grupos armados. Ante el avance de los Urabeños, si el Estado no asume el control de la zona de la que saldrían los que se entreguen, es probable que la nueva banda cope ese espacio y no disminuya la violencia.
Sometimiento no es el fin de las bandas
En el caso del Erpac, aunque llegaron jefes importantes como Vacafiada y Caracho, siguieron por fuera varios de los narcos más importantes, al frente de al menos 330 hombres armados.
Luego del sometimiento, las autoridades tienen información de reclutamientos en diferentes partes del departamento y de intentos de Daniel el Loco Barrera de quedarse con la disidencia.
Cárcel obligada
Varios de los que se sometieron y algunos de los que aún no aparecen alegaron en un primer momento que no sabían que tras su entrega deberían pagar cárcel. La legislación impone penas mínimas de seis años para los integrantes de esos grupos, siempre y cuando no tengan condenas por delitos diferentes al de concierto para delinquir.
Quedó libre y comanda disidencia del Erpac
En diciembre del 2009 fue capturado Martín Farfán Díaz González, alias Pijarvey, el segundo hombre al mando del Erpac y por quien se pagaron 1.700 millones de pesos de recompensa.
Tres años más tarde fue dejado en libertad luego de haber cumplido la mayoría de la pena por concierto para delinquir. Hoy, las autoridades lo señalan de ser uno de los jefes de 330 hombres, considerados la disidencia del Erpac, luego del sometimiento masivo de la banda el pasado mes de diciembre.
Esta entrega es el único antecedente de un acercamiento de una banda criminal a la justicia con el fin de aceptar sus delitos a cambio de una rebaja de penas.
Desde varios lugares del Meta llegaron el 26 de diciembre pasado 275 miembros del Erpac. Y aunque solo 22 personas, entre ellos los jefes de la banda, pudieron ser detenidos de inmediato por tener antecedentes y orden de captura vigente, la Fiscalía inició la identificación del resto.
Actualmente hay 211 capturados, de los cuales 175 ya tienen condena por delitos como concierto para delinquir, homicidios y porte de armas.
REDACCIN JUSTICIA
justicia@eltiempo.com
Fuente