Viajar a China es someterse a un vertiginoso choque entre la idea preconcebida que llevamos de la república roja, con la realidad que evidencia su desarrollo socioeconómico delas dos últimas décadas. El gigante asiático que todo lo fabrica, que todo lo consume, ha encontrado en la tecnología una fuerte vía de expansión.
Pekín suele despertar sumergida bajo un telón de plomo. Los cielos azules son una excentricidad que marca tendencias en redes sociales. Es una metrópoli internacional. En las calles de su distrito financiero se viven las palabras del periodista económico Thomas Friedman: la Tierra es plana. Virtud de la apertura de mercado, la Pekín moderna se encuentra perfumada de occidente. Messi y Beckham protagonizan las vallas publicitarias. Marcas como Zara, Apple, McDonalds, Subway, Pizza Hut y Kentucky Fried Chicken se integran al paisaje urbano. En el horizonte, se impone la gigantesca torre Pangú de IBM: un ‘dragón’ de concreto y aluminio. En los muros de las vías del metro, se ven anuncios de “La Voz China”, el ‘reality’ musical.
Los iPhone parecieran inundar las calles, a pesar de que la participación del dispositivo en el mercado chino no supera el 5 por ciento. Los adolescentes adoran a la compañía de la manzana. Se respira la globalización; se alcanza a creer que el régimen socialista es un mero rumor y que impera una auténtica democracia. No obstante, el bloqueo a redes sociales como Facebook y Twitter recuerda los 2 millones de agentes del Estado que vigilan internet. Consultar en Google contenido inapropiado para el régimen (por ejemplo, sexo o pornografía) no arroja ningún resultado.
Pekín es el centro de una economía con crecimientos que, hasta el año pasado, superaban los dos dígitos. Se trata de un sistema ultracompetitivo que no ha reparado en factores ambientales o humanos. Es el hogar de varios emporios industriales cuyos tentáculos coquetean con robarse el protagonismo en las vitrinas del planeta. Conscientes del carácter global de sus productos, han incrementado sus procesos de calidad en los últimos años, manteniendo los bajos precios.
La tecnología es, en esta coreografía extraña de apertura económica, globalización y control estatal, uno de los pilares de desarrollo más contundentes de China. Prácticamente, cualquier producto de electrónica y tecnología que poseemos el resto de los habitantes de este planeta, se fabricó o ensambló en alguna de las gigantescas plantas tecnológicas que brotan del suelo chino.
Basta con darle una mirada a algunas de las principales marcas de tecnología locales, para entender el dimensionamiento de esta industria que, ahora, luego de devorar los gustos y necesidades de los millones de clientes que tiene en China, mira al resto del mundo, buscando clientes a quienes seducir.
Lenovo, uno de los dragones
Lenovo es la empresa tecnológica más importante de ese país. Cuentan con puntos de venta en todo el territorio de China. Manejan un esquema de venta similar al de las tiendas de Apple: exhiben sus productos en escaparates abiertos, para facilitar la experiencia del consumidor con los últimos dispositivos de la firma. Dominan el tambaleante mercado de los PC en la actualidad, con 17 por ciento de participación en el mundo, seguidos de Hewlett Packard y Dell. Ahora emprendieron la conquista del mercado de teléfonos inteligentes y tabletas. Son conscientes de que los usuarios migrarán a dispositivos móviles.“Lenovo ya es el cuarto jugador en el terreno de los ‘smartphones’ a escala global”, aseguró Mariano Besler, PR para Latinoamérica de la compañía.
Hace poco lanzaron su tableta Yoga, que llegó a Colombia por 559.900 pesos (para la versión de 8 pulgadas) y 669.900 pesos (por la de 10.1). En aras, tal vez, de cautivar a occidente contrataron a Ashton Kutcher como su ingeniero de productos. Está disponible en Fallabella, Alkosto y Panamericana.
Para el próximo año, llegarán otros de sus teléfonos a nuestro país, como el Lenovo S820 con pantalla de 4,7 pulgadas, procesador de cuatro núcleos, cámara de 12 MP y sim card dual, o el K900, con procesador Intel, pantalla de 5.5 FHD Gorilla Glass 2, cámara de 13 MP.También se espera el A706, un teléfono inteligente con pantalla de 4,5 pulgadas y sonido dolby digital.
Huawei, a la estela
De acuerdo con el último informe de Strategic Analytics, Huawei es el tercer fabricante de smartphones a nivel mundial, con una cuota de mercado de 5 por ciento. Más aún, son líderes en el segmento de despliegue de infraestructura de 4G/LTE. De acuerdo con datos de la consultora Informa, a agosto de 2013, a Huawei le han sido adjudicados 40 por ciento de los contratos de LTE en el mundo. Fueron los responsables de la implementación de estas redes de última generación para UNE-EPM en Medellín. En Colombia se consigue el teléfono Huawei Ascend P6 por un precio promedio de 800.000 pesos en prepago y 300.000 pesos en planes pospago.
ZTE, en crecimiento
ZTE quiere emular la estrategia de éxito de Huawei. Por ese motivo, acaban de lanzar el ZTE Blade Q Mini y el ZTE Blade Q Maxi. El primero viene con pantalla de 4 pulgadas y el segundo, con pantalla de 5 pulgadas. Ambos incorporan procesador de doble núcleo y cámara de 5 MP. La pantalla no es de alta resolución y sus prestaciones son moderadas.
El principal foco de esta compañía china es el segmento de gama media y baja. El ‘buque insignia’ de la empresa es el ZTE Grand S con cámara trasera de 13 MP, procesador de cuatro núcleos y Android Jelly Bean. En 2013, sus ganancias se han incrementado 132 por ciento con relación al año anterior. Sus terminales han sido un éxito en 23 países de Europa. Al igual que Huawei, la construcción de redes de 4G/LTE constituye una de sus líneas de negocio más relevantes.
Cabe recordar que los ZTE Open con Firefox OS llegaron a Colombia en julio. Cuesta 200.000 pesos en prepago y fueron traídos por Movistar.
Xiaomi, el pequeño gigante
Poco se escucha de ella en Colombia. Apenas llevan dos años en el mercado y ya superaron a Apple, BlackBerry y Nokia en China. Hace poco contrataron a Hugo Barra, exejecutivo de Google, como su representante global. En septiembre lanzaron el modelo Mi3, un teléfono con pantalla de 5 pulgadas, cámara Sony de 13 MP, 32 o 64 GB de almacenamiento interno y procesador Snapdragon 800 o Tegra 4 (dependiendo del modelo). Sus prestaciones son similares a las de los últimos iPhone, pero cuestan la mitad (más o menos 350 dólares).
Uno de los atributos que diferencia Xiaomi de la competencia es que renuevan sus teléfonos cada semana. Cada siete días lanzan 100.000 nuevas terminales al mercado chino con mejoras, aunque mínimas, con respecto a la versión anterior.
ÉDGAR LEONARDO MEDINA
Redacción Tecnología
@EdgarMed
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