Ya sea por amenazas o placer, Iván Cepeda es un asidu

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Ya sea por amenazas o placer, Iván Cepeda es un asidu

Notapor STrautwein » Mar, 19 Nov 2013, 16:55

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Ya sea por amenazas o placer, Iván Cepeda es un asiduo viajero

Del primer viaje que realizó Iván Cepeda fuera del país, cuando apenas superaba los 3 años de edad, tan solo tiene el amargo recuerdo de haber salido producto de las amenazas contra su familia. Y hoy, a sus 51 años, aún las padece.


Sin embargo, esa posibilidad de haber conocido desde tan temprana edad otros países y culturas marcó su vida.


Fue a partir de esa situación que le cogió gusto a viajar. Casi que se volvió un ‘trotamundo’ y desde entonces no ha dejado de serlo.


“Cuando uno viaja a tan temprana edad, pues eso le queda a uno como una impronta”, dice.


Así transcurre hoy su vida, con una determinación insuperable por querer conocer otras culturas, entrar en contacto con ellas y aprender los orígenes de diferentes pueblos.


En la actualidad Cepeda combina sus tareas de representante a la Cámara por el Polo, al que dedica mucho tiempo, con unos tres viajes por semana a diferentes regiones colombianas. Y dice que visita tanto el exterior que ya se le perdió la cuenta de los países a los que ha ido. (Vea aquí una galería de fotos con recuerdos que guarda el representante del Polo Democrático)


Como le gusta coleccionar cosas, ya no tiene donde ponerlas. Con los objetos que conserva de su padre y los que él mismo ha recogido prácticamente ha invadido su casa.


Cuenta que la gente le regala poemas, llaveros, fotografías, manillas, esculturas, discos de música, videos, y él no puede hacer otra cosa que guardarlos porque sabe el significado tan profundo que tiene cada uno de ellos, ya que muchas veces son de víctimas del conflicto armado en el país.


Conserva vasijas llenas de monedas que le sobran de los países a donde ha ido. Así mismo algunos folletos y publicaciones de museos sobre la historia de los pueblos y sus procesos de resistencia, sitios a los que no puede dejar de asistir en cada nación a la que va.


¿Por qué ha hecho tantos viajes en su vida?


Primero, por cómo se desarrolló mi vida personal y familiar. Viví muchos años en el extranjero, en varios países. En Cuba, Checoslovaquia, Bulgaria, Francia, en todas esas naciones por razones del exilio político. Y de unos años para acá por razones de trabajo visito muchas zonas del país en las que acompaño distintas organizaciones y procesos, sobre todo de gente campesina, sectores populares de algunas de las regiones del país, y también yendo a buscar información y atender situaciones en lugares como cárceles y cementerios en zonas rurales muy alejadas.


¿Pero hay cierto placer suyo por viajar?


Sí, me gusta viajar permanentemente. Creo que es una forma de conocer, de abrir horizontes, de llenarse de experiencia, de tener contacto con otras culturas, de entender la realidad de otra forma. Un viaje siempre es una aventura. Una oportunidad para transformarse.


¿Cómo ha sido viajar en medio de la persecución?


A pesar de que siempre ha sido permanente esa persecución, de alguna manera hemos logrado crear unos espacios para protegernos de eso. Esos viajes han sido determinantes en mi vida. He podido conocer, he podido entrar en contacto con otras culturas. Cuando uno viaja a tan temprana edad, pues queda como una impronta. Creo que al ser humano en general le gusta viajar y conocer otros territorios.


¿A cuántos países ha ido?


He perdido la cuenta. Si hablamos de Latinoamérica, he estado en argy, Perú, Brasil, Venezuela, he estado en México, en Cuba, en Estados Unidos en varias ciudades. En Europa conozco muchísimas ciudades, las principales capitales, he ido mucho a Grecia, porque mi hermana está casada con un griego. Me gustaría conocer Asia. Estuve en África en una oportunidad en Nairobi, que es la capital de Kenia, en un foro mundial, esa fue una experiencia que a uno lo cuestiona mucho porque uno siempre vive en una sociedad en la cual racialmente la cultura es occidental, al menos mestiza, por no decir blanca. Y estar en una realidad en la cual uno es una minoría étnica es interesante. Un mundo gravitalmente distinto. No he estado en Asia y me gustaría conocer Australia.


¿Qué país de esos lo ha impactado?


Diría que todos. Hay ciudades, más que países, que tiene una personalidad y una carga histórica grande, que uno nunca alcanza a conocer en toda su dimensión. Me llama la atención la historia acumulada que tienen las ciudades europeas. Muchas de ellas son como cruces de caminos de muchas culturas, como las ciudades estadounidenses que son esencialmente cosmopolitas en las que la vida, la arquitectura, la gastronomía, la forma en que la gente se divierte y trabaja, tiene un componente de muchas culturas, y hay un diálogo permanente entre ellas. Por ejemplo: Atenas, Roma, Nueva York, Barcelona, son ciudades de ese estilo. Me ha impactado esa perspectiva histórica, cada calle, cada lugar tiene una historia milenaria, y eso contrasta mucho con nuestra realidad en cierta forma, nuestra memoria histórica es muy breve en esa comparación, no porque no tengamos recorrido como cultura, sino porque en cierta forma nuestros recuerdos tienen una dimensión distinta.


¿Le han pasado cosas curiosas en esos países?


Sí. Por ejemplo yo estudié en Bulgaria, y resulta que ese fue un pueblo sometido por los turcos y el pueblo otomano por más de 500 años; en ese tiempo los turcos invadieron las ciudades, sin embargo, lo interesante es que a pesar de ese hecho los búlgaros conservaron su lengua y su cultura. Era una cultura totalmente distinta y a pesar de ese régimen que era totalmente sanguinario los búlgaros conservaron esas costumbres, y parte de su rebeldía se dio porque como no podían manifestarse públicamente contra los turcos, decidieron que el gesto para afirmar o negar era distinto al de sus invasores. Entonces en Bulgaria, cuando van a afirmar algo, el movimiento que se hace con la cabeza es el contrario. Lo que acá es sí allá es no, y lo que acá es no allá es sí. Y claro yo estudié allá muchos años y fue muy difícil después cuando regresé al país adaptarme. Se podría decir que hubo un periodo en el cual la gente se sorprendía cuando pensaba que yo estaba negando o afirmando algo que en un contexto determinado parecía absurdo. Realmente mantener las raíces propias cuando se vive mucho tiempo en el extranjero es difícil.


¿Hay lugares extraños?


En España conocí un par de pueblos que quedaban uno al lado del otro, que eran como pueblos espejo porque lo que había en un pueblo lo había en el otro. El uno tiene un hotel con un nombre, el otro tiene un hotel con ese nombre. Igual así con todo, con la catedral, las tiendas, todo. Yo fui a uno de ellos por un foro de derechos humanos y cuando llegamos al hotel y llamé a la persona que debía esperarme, él me decía que estaba en el corredor, pero que no me veía; yo le decía que también estaba en el pasillo y que era muy extraño que no lo viera. Después de un buen rato entendimos que él estaba en uno de esos dos pueblos y yo en el otro, donde no era la cosa.


¿Deja tiempo para la diversión?


En general viajar es una diversión. Es una experiencia muy atractiva.


¿En dónde ha durado más tiempo?


Tal vez en Bulgaria, claro que en Francia duré 4 años.


¿Hoy cuántos viajes realiza a la semana?


Tal vez unos 3 a la semana en el último periodo.


¿Suele traer cosas de los lugares que visita?


A veces la gente me entrega manillas de protección, testimonios, poemas, canciones, en la Costa Atlántica la gente narra su vida a través de canciones. Fotografías, escudos y otros objetos.


¿Viaja solo?


Cuando estoy de trabajo sí, pero encuentro mucha gente en los lugares. Regularmente viajo solo.


¿Ha llegado a sentirse solo?


A veces, en algunas oportunidades y creo que eso es interesante también. Es una experiencia que le permite pensar a uno lejos del constante ajetreo. Es bueno a veces un poco de silencio.


¿No le da duro esa soledad?


No. Generalmente no. Claro que a veces también voy de vacaciones.


¿Qué otras cosas le da la gente?


Muchas veces la gente me entrega cosas con mucho afecto porque quieren que trasmita lo que les está pasando. O también para mi protección, la gente se preocupa por mi situación de inseguridad. Otros para recordar a alguien en particular.


¿Qué es lo más raro que le han dado?


Tendría que revisarlos.


¿Guarda esas cosas en un lugar especial?


En la casa ya no hay muchas cosas. A parte de las cosas que yo tengo están las que mis padres coleccionaron de muchos viajes. Colecciones de relojes, candados, de piedras, llegó un momento que decidí trastearme porque no sé qué hacer con tantas cosas. Esos objetos que me da la gente se suman a otros que ya había en la casa. Creo que llegó el momento en que hay que empezar a desprenderse de ellos.


¿Hay algún objeto que aprecie más que otros?


Hay objetos que me han entregado víctimas de sus familiares y que yo aprecio mucho porque implican un nivel de desprendimiento, porque yo sé que de alguna manera cuando me las entregan se están desprendiendo de algo que es muy cercano de esas personas.


¿Se conecta mucho con los objetos?


Sí aprecio mucho porque hacen parte de las cosas por las que hemos luchado nosotros tanto. Porque es la construcción de este país, que es la memoria. Creo que eso tiene significados que son importantes.


¿Cuál es el lugar más bonito del país?


Me gusta mucho el mar. En la infancia fuimos a un lugar que entonces no había sido impactada por el turismo que es la playa de Taganga. También el mar en San Andrés y las Islas del Rosario.


¿Le gusta nadar?


Me gusta mucho. He practicado muchos deportes pero no soy un gran deportista, más bien hago ejercicio para estar en forma en el día a día.


¿Qué recuerda de Cuba?


Fui cuando estaba muy pequeño. Recuerdo haber sabido que mi papá se entrevistó con el ‘Che’ Guevara. Un país que en ese momento estaba en el primer momento de la revolución, había mucho entusiasmo de la gente. Un lugar donde nosotros pudimos estar tranquilos después de constantes sobresaltos.


¿Práctica alguna religión?


No. Sin embargo no creo que la religión sea un capricho en los seres humanos. Creo que hay una necesidad de entender y poderle dar un sentido a algo que nos rebasa y supera. Esas respuestas últimas que nunca podemos tener, pues no hay la respuesta de dónde venimos, a dónde vamos, existe un grado alto de conocimientos pero siempre es limitado, siempre el conocimiento sobre la realidad es limitado, hay una frontera que es rebasada. Por eso creo que el ser humano intenta suplir la necesidad de conocer, de obtener las respuestas últimas creyendo, a través de actos de fe. El problema es cuando esos actos de fe reemplazan la necesidad de conocer, porque ninguna religión puede tampoco darnos las certezas.


¿Ha sentido miedo alguna vez?


A donde voy son sitios donde hay realidades de conflicto armado, control paramilitar y sí, no son pocas las veces que lo he sentido.


¿Ha pensado quedarse a vivir en algunos de esos países que ha visitado?


Después de recorrer todos esos países no quiero vivir en ninguna parte distinta de mi país. He vivido ya mucho tiempo afuera. No quiero volver a salir, quiero mucho a Colombia, sin decir que los que están afuera no lo quieran.


¿Cree que tiene una misión especial?


Bueno yo solo quiero que se acabe el conflicto armado en Colombia. En mi adolescencia creíamos que era posible cambiar el mundo, hoy creo que es posible cambiar un poco nuestro país, por lo menos dar ese cambio que todos esperamos.


Me dice que aprovecha también los viajes y el tiempo para leer, ¿Qué le gusta leer, hay cabida para la novela, la poesía?


Estudié filosofía y me gusta cierto tipo de novelas, crónicas que tengan ciertos ingredientes históricos, filosóficos. En primer lugar los clásicos de la filosofía. Me parece de Shakespeare que si se quiere estar en el mundo político y conocer el Congreso colombiano hay que haber leído sus tragedias y muchas de las intrigas históricas que él logró plasmar de una manera extraordinaria. Ahora estoy interesado en leer sobre cómo se construye la paz.


¿Es usted muy serio?


No, yo diría que serio en lo que hago, pero me gusta mucho mamar gallo. De lo contrario no podría hacer lo que hago. Por supuesto uno no puede tomarse a la ligera muchos tipos de asuntos.


¿Cómo lo ha marcado la convivencia permanente con escoltas?


Tiene momentos difíciles porque uno siempre piensa en la responsabilidad que tiene sobre ellos y en la tarea difícil que tienen de estar cuidándolo a uno todo el tiempo. Pero realmente más allá de eso nosotros tenemos una situación de amistad. Hablo mucho con ellos, es gente de mi confianza, así que no es una relación que llevo como un peso, creo que ellos tampoco.


¿Qué ha significado esa posibilidad de poder percibir otras realidades, casi que uno podría decir: conocer el mundo?


Yo creo que una forma muy intensa y multifacética de conocer la realidad de manera directa. Creo que es la forma de entender el país, de conocer la realidad social. Es primordialmente posible solo a través de ir a los lugares y tener las experiencias directamente. Creo que ni los investigadores sociales, periodistas, ni los activistas políticos o de derechos humanos pueden hablar con la suficiente propiedad ni conocimiento si ellos no hacen esa tarea que es ir a constatar los hechos en la realidad. Por ejemplo la realidad de la guerra en Colombia no basta con leerla a través de textos, trabajos literarios, de dramatizados televisivos, es necesario hablar con la gente. Es tener un contacto sensorial, vivencial para poder experimentar realmente qué es eso.


DAVID MONTES
REDACCIÓN POLÍTICA



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