Un día en una de las ciudades más contaminadas

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Un día en una de las ciudades más contaminadas

Notapor TLorange » Mié, 05 Mar 2014, 09:17

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Un día en una de las ciudades más contaminadas del mundo

La contaminación en las ciudades chinas no es una cuestión de cifras y gráficos, sino un problema al que millones de personas se enfrentan a diario. En Pekín, una de las urbes más afectadas del planeta, los ciudadanos se han acostumbrado a llevar tapabocas por la calle y a instalar purificadores de aire en sus casas para protegerse de la contaminación.


"Estoy muy preocupada, tengo miedo de que esto se vaya a convertir en el estado habitual", explica a EL TIEMPO Yu Tingting, una joven de 31 años que trabaja en el sector bancario. En su caso, dispone de dos tapabocas para protegerse de la contaminación, uno de ellos para las situaciones normales y otro para las de emergencia. Algunas actividades frecuentes en otras ciudades, como salir a correr por el parque, ni siquiera se le pasan por la cabeza. "¿Hacer ejercicio al aire libre? Por supuesto que no, no quiero suicidarme", explica.


Durante las últimas semanas la contaminación del aire en Pekín ha sido tan grave que el gobierno se vio obligado a decretar la alerta naranja, que aconseja a colegios y guarderías cancelar las actividades en el exterior. Si la Organización Mundial de la Salud recomienda una concentración de partículas PM 2,5 por debajo de 50, durante los últimos días de febrero el índice ha llegado en varias ocasiones a 500.


"Cuando el índice pasa de 200, si puedo no salir de casa, entonces no lo hago", dice Yu Tingting, quien consulta todas las mañanas la calidad del aire desde su teléfono móvil. Muchos otros pequineses organizan su día a día en función de ese índice, cancelando excursiones al campo, olvidándose de la bicicleta para ir al trabajo y resguardándose en sus casas.


Para protegerse en el interior de sus viviendas, los ciudadanos se han lanzado a la compra de purificadores de aire, unos aparatos que filtran el aire y reducen las partículas contaminantes. Su utilización es cada vez más frecuente en empresas, instituciones, gimnasios y casas familiares, ya que las personas pueden llegar a pasar hasta un 90 por ciento de su tiempo en espacios interiores.


Para algunos ciudadanos, la contaminación se ha convertido en un motivo suficiente para abandonar la ciudad, especialmente a la hora de formar familia. Las consecuencias de la contaminación son especialmente graves para los más pequeños, ya que sus pulmones todavía se están formando y podrían acarrear consecuencias durante el resto de sus vidas. "Cuando la contaminación es grave y veo a mujeres embarazadas por la calle, me da mucho miedo", explica Yu Tingting. "Si tuviera un hijo, pensaría en mudarme a otro sitio", agrega.


Para que eso no pase, el Colegio Internacional Dulwich se toma la lucha contra la contaminación muy en serio. Su edificio, donde estudian 1.450 alumnos de más de 40 países, cuenta con un sistema de ventilación propio. Cuando la contaminación es muy grave, en las puertas de la escuela ponen carteles rojos para advertir a los estudiantes: "Los niveles de contaminación son muy altos, quédese adentro", explican.


Desde el año 2010, este centro cuenta con un plan de respuesta en función de la calidad del aire y la edad de los estudiantes. "En un nivel determinado, podemos dejar que salgan fuera y corran durante diez minutos, pero no que practiquen un deporte intenso durante dos horas", explica Cynthia Maclean, jefe de relaciones exteriores del colegio.


Como otras elitistas escuelas de Pekín, el Colegio Internacional Dulwich construyó una cúpula hinchable aislada del exterior donde los estudiantes pueden hacer deporte sin preocuparse de la contaminación. En el interior de esta cúpula de color blanco, donde caben dos amplias canchas de baloncesto, se controla de forma estricta la entrada y salida del aire. "Es muy importante para los padres, y por eso nos estamos asegurando de que nuestros sistemas son buenos para los niños", dice Cynthia Maclean.


Aunque la preocupación es amplia entre las clases medias y altas, lo cierto es que en Pekín también hay muchas personas que siguen sin prestar demasiada atención a los cielos grises de la capital. "No puedes controlar la contaminación", explica el señor Xu, un taxista de 58 años. "La contaminación, ¿no se debe a que hay muchos coches? Si no hubiera fábricas, ¿podrías vivir? Si fuera así, la sociedad no podría progresar", dice quitándole hierro al asunto y recordando una infancia marcada por la escasez.


La contaminación de Pekín y otras ciudades chinas se debe al rápido desarrollo económico, la ineficiencia energética y la utilización masiva de carbón, uno de los fósiles más contaminantes que genera casi el 70 por ciento de la energía de China.


Con más de 1.300 millones de habitantes, el vertiginoso proceso de urbanización e industrialización de las últimas décadas se ha llevado a cabo con modestos conocimientos tecnológicos y una legislación medioambiental poco estricta.


En el caso de las partículas que llegan hasta la capital china y otras ciudades del norte del país, la mayoría de ellas proceden de la industria pesada. "Si tuviera que señalar un sector, ese sería el industrial, especialmente la industria del acero, cemento y química", explica Julian Schwabe, investigador de la plataforma China Greentech Iniciative. La mayoría de estas fábricas se encuentran en la provincia de Hebei, que rodea Pekín y cuenta con 70 millones de habitantes.


El gobierno chino es consciente del problema y ha tomado decenas de medidas para aliviar la situación. El país está intentando reducir la dependencia del carbón impulsando el resto de energías, como la eólica, la solar, la hidráulica o la nuclear.


"Las energías renovables están creciendo en China más rápido que en ningún otro lugar del mundo, pero es difícil mantener el ritmo del crecimiento de consumo de carbón", dice Julian Schwabe.


Aunque la eficiencia energética está mejorando y los controles medioambientales son más estrictos, el aumento del consumo de energía en toda China, que en 2013 incrementó su Producto Interior Bruto (PIB) en un 7,7 por ciento, hace pensar que el problema va a persistir en el corto y medio plazo.


Probablemente la única noticia positiva es que la contaminación ha traído consigo un creciente movimiento medioambiental a las ciudades chinas. En los últimos años, los medios de comunicación y las redes sociales han convertido la calidad del aire en un tema de debate nacional. Las ONG se multiplicaron por todo el país y cada vez existe una mayor concienciación entre la gente.


"En Pekín, no importa el dinero que tengas, cuando caminas por la calle todo el mundo siente lo mismo", dice Guo Jinghui, directora de comunicación de la ONG Amigos de la Naturaleza. "Todo el mundo tiene la misma sensación: que el problema medioambiental no es algo remoto, sino que ya ha llegado a las puertas de nuestras casas".


DANIEL MÉNDEZ MORÁN
Para EL TIEMPO
Pekín



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