Las ruedas de prensa de Juan Manuel Lillo se han convertido en un espectáculo adicional cada vez que juega Millonarios. Bien sea por las frases con las que sale, por la forma como gesticula, mueve el pelo, las manos, la cabeza, como se prepara para responder, Lillo llama la atención. Y algo parece tener claro el español: no se mete mentiras.
Así como en partidos anteriores trató de sacarle virtudes a su equipo cuando las críticas arreciaban contra el juego de Millonarios (y también contra los resultados, sobre todo en las derrotas con Equidad y Boyacá Chicó), Lillo demostró que no le tiembla nada (ni el pelo, ni las manos, ni la cabeza, ni la forma de responder) para reconocer cuándo las cosas no se hacen bien, como en el juego que, el miércoles, empató con Once Caldas.
“Hemos estado muy mal, hemos jugado muy mal al fútbol. Nosotros no hemos atacado como es debido, y en el primer tiempo tampoco. Con el balón hemos estado horrorosos, también hemos estado expuestísimos: Once Caldas nos pateó cinco veces en los primeros 10 minutos”, dijo, sin guardarse nada, en la rueda de prensa posterior a ese partido. “El resultado (1-1) está bien como está, nos pudo haber salido más caro. Hay días que no, y que no, y que no, y que encima nos ha faltado ordenarnos en función del mal día que teníamos”.
Lillo, guardadas las proporciones, recuerda las ruedas de prensa de Hernán Darío Gómez, en el sentido de que siempre dejan un titular para nosotros, los periodistas.
Pero además, su discurso –tenga o no tenga razón– ha resultado ser muy vendedor, aun sin que podamos saber cuál es el verdadero Millonarios, si es el equipo arrollador que le pasó por encima a Nacional, el que perdió feo con Equidad o el que Once Caldas volvió a llenar de dudas, justo antes de jugar el primer clásico oficial del año contra Santa Fe.
Es más, ni siquiera el propio Lillo tiene claro, aún, cuál es su mejor equipo, como lo dijo después del muy bien logrado y muy celebrado triunfo frente al bicampeón colombiano: “Hoy ganamos, pero podemos perder el siguiente y el siguiente. Esto es fútbol y los técnicos a veces hablan de cosas que no saben. La fácil, lo demagógico, sería decir que el mejor Millos fue el de hoy, pero no soy así”, explicó ese día. Y sí, Lillo no es así.
¿Entonces, cómo es el técnico español? Primero, un hombre que, si bien no ha obtenido grandes resultados como entrenador, más allá de un doble ascenso con Salamanca, al que llevó de la Segunda B a la Primera en dos años, por lo menos sabe aprovechar el don de la palabra, a tal punto que, en uno de sus recesos como técnico, llegó a ser comentarista del canal español Gol Televisión; y además hay un blog que resume su filosofía futbolística. Y allí es donde aparecen las frases que lo han puesto a sonar, y mucho, desde que se anunció su llegada a Millonarios, el pasado 18 de diciembre. “Mis 27 años entrenando me han permitido saber que no hay como abrir la boca para que te la partan”, declaró alguna vez, antes de llegar al país.
Los primeros días
De entrada, en el primer contacto con los medios colombianos, salió a defenderse cuando le comenzaron a cobrar sus malas campañas en los equipos por los que pasó antes de pisar el camerino norte de El Campín (Salamanca, Oviedo, Tenerife, Zaragoza, Ciudad de Murcia, Terrassa, Dorados de Sinaloa, Real Sociedad y Almería.
“Tengo el mismo número de Champions ganadas que de descensos”, exclamó, y esa oración se convirtió de inmediato en tendencia en las redes sociales. Y técnicamente era cierto: dejó esos cargos antes de que se consumaran las caídas a la división de abajo...
Tras su presentación, pasó más de un mes sin que Lillo tuviera contacto con los periodistas que siguen las prácticas de Millonarios, y la norma que impuso fue hablar solamente en conferencias de prensa, tal y como lo hace el técnico de la Selección Colombia, José Pékerman, aunque el argy, a diferencia de Lillo, no suele dar titulares...
Durante ese mes, la falta de refuerzos y de noticias puso a dudar sobre lo que podía hacer Millonarios este año. El triunfo en Envigado (1-2) calmó las aguas, pero la derrota con Equidad en Bogotá (0-1) sacó a relucir que el equipo aún estaba muy crudo.
“Yo no pido tiempo, y menos en Millonarios. Lo que hay que hacer es ganar”, se sinceró Lillo ese día. “El rival no pasó de la mitad de la cancha, pero tampoco hemos creado peligro. Si queremos ser un buen equipo, debemos procurar que los de arriba defiendan y los de atrás ataquen”, añadió.
Lillo no se mete mentiras. Claro, no siempre acierta en el diagnóstico, como le pasó en Tunja, cuando esculcó en el fondo de la nómina e hizo diez cambios para enfrentar a Boyacá Chicó. Terminó derrotado y con los hinchas con los nervios de punta. Sin embargo, el español salió a decir que le había gustado, no se sabe si porque lo sentía de verdad o para quitarle presión a la nómina emergente.
“Mi equipo ha estado más tiempo en campo rival que en campo propio. Estuvimos más cerca de la victoria que ellos. Tenemos que participar todos. En el segundo tiempo pusimos condiciones desde el principio y hasta el final tuvimos situaciones de gol”, dijo en Tunja, y lo ratificó tras el triunfo contra Nacional: “El partido que mejor hemos jugado es con Chicó. Lo que quiero es los primeros 25 minutos de Chicó, pero metiéndola”.
Con gestos que parecen más de un actor que de un técnico, Lillo aún trata de encontrar el Millonarios que quiere. Y para eso usa una de sus frases preferidas: “La vida es riesgo, ¿no? A mí me parece mucho más arriesgado no arriesgar”.
José Orlando Ascencio
Subeditor de Deportes
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