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Colombia, próspera pero mal educada

NotaPublicado: Dom, 23 Ago 2015, 13:10
por DGuerena

Colombia no ha aprovechado su crecimiento para dar un salto determinante en educación. Aunque el PIB ha crecido a un promedio anual de cinco puntos porcentuales desde el 2010 –el tercero más alto en América Latina–, el desempeño educativo no corresponde a dicha bonanza. (Lea también: Es un campanazo de alerta, dice la Ministra de Educación).


Así quedó demostrado esta semana con los resultados divulgados por el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (Pisa, su sigla en inglés), coordinado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), que evaluó a 510.000 jóvenes de 15 años, de 65 países. (Lea también: Educación, una asignatura pendiente en Latinoamérica).


Según estas pruebas, el 74 por ciento de los alumnos colombianos no tienen las competencias matemáticas básicas para desarrollar las actividades que exige la sociedad contemporánea.


Este año, la evaluación se centró en matemáticas, que según Guillermo Montt, analista educativo de la Ocde, son claves para el desarrollo económico. De hecho, un reciente estudio de dicho organismo encontró que la destreza con los números aumenta las posibilidades de ingresar a la educación superior y de lograr trabajos mejor remunerados. Dicho de otra manera, la inequidad en la habilidad matemática se refleja en la distribución de la riqueza de un país.


Andreas Schleicher, subdirector de la Ocde para temas educativos, le dijo a este diario que los escolares colombianos carecen de habilidades como ser creativos, pensar en forma crítica, hacer juicios, resolver problemas, comunicarse, colaborar, conectarse y competir. “Aprender esto es mucho más importante que llenarse de conocimientos específicos”, puntualizó. En su concepto, nuestro país lo hace bien cuando se trata de reproducir conocimientos específicos, pero lo hace muy mal cuando se trata de extrapolar, aplicar lo aprendido y sintetizar distintas áreas. Y “estas son habilidades que está valorando el mercado laboral”, recalcó.


Hoy, la desventaja de los colombianos es más que evidente. Si se compara el desempeño del país en esta materia de las pruebas Pisa, nuestros estudiantes tienen un rezago que equivale a más de cinco años de escolaridad frente a los de Shanghái (China), los mejores del mundo; de cuatro años respecto de los japoneses; de dos años y medio con los españoles y de más de un año frente a los rotos.


De acuerdo con la Ocde, si todos los estudiantes alcanzaran el nivel 2 de desempeño en matemáticas –el mínimo para desenvolverse en cualquier contexto–, las economías de los países que conforman la organización crecerían, en su conjunto, en cerca de 200 billones de dólares. Uno de cada tres alumnos evaluados (el 32 por ciento) no alcanzaron ese nivel.


“Promover la excelencia en matemáticas, lectura y ciencias es crucial para el desarrollo de una nación, en la medida en que sus estudiantes estarán a la vanguardia de una economía global basada en el conocimiento y la competitividad”, concluye el informe Pisa. En lectura, el 51 por ciento de los quinceañeros colombianos no alcanzaron el nivel mínimo y en ciencias, el 56 por ciento.


El análisis de las pruebas muestra también cómo el estrato socioeconómico influye en el rendimiento académico. Para Montt, en el caso colombiano llama la atención que quienes están en el 25 por ciento más alto del nivel de ingresos obtienen hasta 74 puntos más en las pruebas que aquellos pertenecientes al 25 por ciento más pobre; eso equivale a una diferencia de casi dos años de escolaridad. Otra particularidad es que, aun cuando los hombres son mejores que las mujeres en matemáticas en 37 de los países participantes, la diferencia es mucho más pronunciada en Colombia. “La distancia es de 25 puntos, es decir, unos siete meses de escolaridad”, enfatiza el experto, quien explica que esta diferencia suele estar relacionada con el hecho de que a ellas se las rotula como “malas en matemáticas”, lo que se traduce luego en una reducida participación femenina en carreras como las ingenierías.


Y aunque en otros países ellas son mejores en lectura, en Colombia esta diferencia casi no existe. Sin embargo, el país ha mejorado su desempeño en lectura en los últimos seis años. Según el analista de la Ocde, tuvo un alza de 18 puntos, que equivale a medio año de escolaridad.


“Vale aclarar que es simplista e incorrecto fijarse solo en la posición que ocupó Colombia, pues lo que realmente se debe analizar son sus puntajes. El descenso de diez puestos con respecto a las pruebas del 2009 tiene que ver con la entrada de países como Costa Rica, Chipre y Vietnam”, añade Montt.


Mejores docentes


Uno de los principales objetivos del informe es que los países tengan información sobre experiencias educativas exitosas.


Para Colombia, el gran desafío sigue siendo la calidad de los docentes. Según Montt, los educadores con mejores condiciones laborales explican el buen rendimiento de los estudiantes en países de alto ingreso.


“Está de moda llevar computadores o Internet a todas las escuelas, y eso no es lo más importante –asegura el experto–. Vale más la calidad de los docentes y sus condiciones de trabajo. Deben disponer de tiempo para preparar la clase y atender a los alumnos con más necesidades, y tener dignidad salarial y profesional”.


Del caso colombiano, Montt destaca que en los últimos años se ha implementado una mayor autonomía en las escuelas y un sistema de información que detecta las aulas con los alumnos de más bajos desempeños, para focalizar la ayuda en quienes necesitan mejorar.


Y el informe Pisa hace lo propio con políticas como la Revolución Educativa y Todos a Aprender.


Caldas tiene a los mejores


Manizales superó a Bogotá, Medellín y Cali en las pruebas Pisa. “La ciudad está al nivel de Costa Rica, pero por debajo de México y Chile”, dice el analista Guillermo Montt.


Entre el 2009 y el 2012, la capital caldense subió 15 puntos en matemática, 4 en lectura y 20 en ciencias.


¿En qué estamos fallando?


Baja calidad de los maestros, poca inversión, factores socioeconómicos, prácticas pedagógicas pobres y falta de renovación docente son las razones detrás del bajo desempeño de Colombia en las pruebas Pisa, según expertos consultados sobre el tema.


La mala calidad de los docentes es quizás el factor más determinante. Según un estudio financiado por la Fundación Compartir, los futuros profesores son quienes obtienen los peores resultados en las pruebas del Estado. Para Catherine Rodríguez, del equipo investigador, “en Colombia las carreras relacionadas con la docencia son elegidas por quienes sacan los peores puntajes en las Saber 11, quienes, a su vez, reflejan el mismo desempeño al finalizar la universidad, en las Saber Pro; esto es preocupante porque son ellos quienes tendrán la responsabilidad de formar a los nuevos alumnos”. Según el estudio, al presupuesto nacional para la educación le hacen falta unos 3,5 billones de pesos anuales para llenar, durante los próximos diez años, los vacíos en la calidad docente. Francisco Cajiao, experto en educación, dice que es clave “cuestionarnos acerca del desempeño de las facultades de educación y sobre qué clase de maestros estamos formando; no podemos esperar que estos profesores enseñen temas que no dominan, como matemáticas y lenguaje”.


La baja inversión (menos del 0,5 del PIB) es otro punto neurálgico. Daniel Bogoya, exdirector del Icfes, asegura que “el Gobierno hace esfuerzos ocasionales que al final son infructuosos, pues no se adaptan a las necesidades y contextos de los estudiantes, especialmente en las zonas más apartadas”. Al respecto, Thomas Luschei, profesor de la Escuela de Estudios en Educación de la Universidad de Graduados de Claremont, quien realizó un estudio financiado por Unicef en el que analizó la distribución docente en 24 países de tres continentes, incluida Colombia, asegura que en el país los peores profesores están en las zonas rurales, mientras que en Asia (que ocupó los primeros lugares en las Pisa) ocurre lo contrario. “Esto se debe a que no hay incentivos para que los buenos profesores viajen a las zonas apartadas y desarrollen allí proyectos a largo plazo –dice Luschei–. Los educadores de estas regiones son jóvenes con poca experiencia. No hay estímulos atractivos para atraer a personal más experimentado”.


Las pobres prácticas pedagógicas son otro punto por revisar. Julián de Zubiría, educador e investigador pedagógico, asegura que “en nuestro país los profesores siguen dando clases como lo hacían hace 20 años, con libros y metodologías que no se amoldan a lo que los estudiantes esperan y necesitan”. En su concepto, la memoria no puede seguir siendo la base de los programas en los colegios, que deberían enfocarse en el análisis y la crítica, de manera que se formen ciudadanos más capacitados para participar en la sociedad actual. “Es imperativo dar un vuelco”, sentencia.


ANDREA LINARES GÓMEZ Y NICOLÁS BUSTAMANTE H.
Redactores de EL TIEMPO



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