Los seis meses de Nicolás Maduro como presidente
Quedó machacada cualquier expectativa de cambio, de flexibilización o apertura. Si algo ha dejado claro el presidente Nicolás Maduro en sus primeros seis meses de gobierno es que sigue estrictamente el libreto del poder escrito por el “comandante supremo”, el fallecido presidente Hugo Chávez.
A pesar de querer ‘refrescar’ al Ejecutivo al crear las jornadas de “gobierno de calle”, en las que visita regiones del país y toma decisiones sobre problemas específicos, en temas de política interna el presidente se cobijó en la sombra más radical de su mentor y bautizó a la oposición como “burguesía parasitaria”.
Números al borde
Desde entonces, ha actuado en consecuencia. De la golpiza y cese de derecho de palabra a diputados opositores en la Asamblea Nacional (por cuestionar los resultados electorales), a las amenazas de cárcel a los principales líderes de la oposición (con el allanamiento de su inmunidad a un diputado), Maduro complace en discurso y acción al ala mas radical de la “revolución”.
El mandatario ordenó, además, la creación de despachos paralelos, despojando de estructuras y competencias a la gobernaciones de Lara, Amazonas y Miranda, esta última dirigida por el excandidato a la Presidencia Henrique Capriles.
Lo interesante es que la política confrontacional que ha sostenido Maduro en su primer semestre se da en un escenario difícil de manejar: el alza incontrolable de la inflación (49 por ciento en los últimos 12 meses) y una crisis de escasez de divisas que ha disparado el desabastecimiento de productos alimenticios, medicinas y de higiene personal hasta en un 21 por ciento.
Vale recordar que antes de ser oficialmente presidente, Maduro devaluó el bolívar en un 46 por ciento, y todo análisis apunta a que ocurrirá una nueva depreciación de la moneda el primer trimestre de 2014.
Pero, económicamente, de nuevo la respuesta de Maduro es el camino más angosto, pues creó un “supragabinete” económico que, liderado por el ministro de Energía y presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, cerró de inmediato toda posibilidad de aligerar el control de cambio o el rescate de la actividad privada.
El discurso oficial apunta a que todos estos indicadores son producto de una “guerra económica”. No parece que el balance de este primer semestre tenga algún cambio significativo hasta el 8 de diciembre, cuando se realizarán los comicios para elegir 335 alcaldes, que desde ya asumen un tono plebiscitario dada la difícil situación del país.
Estas elecciones han dificultado el panorama de sus alianzas, las cuales no han visto con satisfacción que Maduro escogiera candidatos “a dedo”. Del resultado de los comicios dependerá si el presidente sigue por la senda de la mano dura.
‘No tiene el poder real, como lo tenía Chávez’
Las decisiones del presidente Nicolás Maduro ocurren en un clima en el que él lucha contra un halo de ilegitimidad que rodea su gobierno, potenciado porque no llevó a cabo el reconteo de votos solicitado por Capriles en las elecciones presidenciales y por las dudas que existen sobre si nació en Venezuela o si tiene doble nacionalidad. El presidente no termina de zanjar este tema mostrando su partida de nacimiento.
Sin embargo, Maduro muestra su poder como lo hacía Chávez, en cadenas de radio y televisión. Sus apariciones, cortas pero más frecuentes, superan las 100 horas y con evidente mayor presencia de funcionarios militares.
“Lo que pasa es que Maduro no tiene el poder real, el máximo poder, como lo tenía Chávez. Su gobierno descansa en la acción conjunta de algunas figuras que, como él, tienen un espacio de influencia. Por eso asume el discurso de Chávez”, explica el alcalde metropolitano, Antonio Ledezma.
Capítulo aparte merece la relación con los medios de comunicación, a los que un recién investido presidente Maduro realizó visitas para “aclarar” posturas sobre líneas editoriales.
Detrás de poderes especiales
El clímax de la emulación a Chávez y la radicalización del discurso fue la solicitud de una ley habilitante que le permita a Maduro, por un año, legislar en materia de “lucha contra la corrupción y la guerra económica”, a pesar de que el oficialismo cuenta con la mayoría de la Asamblea Nacional.
VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas
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