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Editorial: Es penoso para la humanidad lo que está pa

NotaPublicado: Dom, 24 Jul 2011, 23:16
por noab
Editorial: Es penoso para la humanidad lo que está pasando en Somalia

    El resumen del año 1996 que publicó el New York Times dedicó un espacio especial a Somalia. Allí se decía que el país había atravesado una hambruna "de proporciones bíblicas" y agregaba que "muchos niños mueren de hambre, y miles de personas huyen hacia Kenia".


    Situaciones similares ocurrieron en 1991 y 1992. Entonces, algunos gobiernos occidentales, conmovidos, prometieron que no permitirían que la tragedia se repitiera. Quince años después, sin embargo, Somalia atraviesa una crisis aún peor, y la ayuda prometida no se materializa.


    El miércoles pasado, la ONU declaró que este país africano, situado en la esquina del océano ndico y el mar Rojo, entró en situación de hambruna. Es este un término técnico que describe un estado en el cual la desnutrición infantil aguda supera el 30 por ciento, mueren de hambre más de 2 personas por cada 10.000 y la gente no tiene acceso a comida ni otras ayudas para sus necesidades básicas.


    La falta de agua y alimentos diezma la población de dos provincias del sur y genera un éxodo continuo hacia Kenia y Etiopía. Caravanas de gente que come raíces y carga niños esqueléticos intentan llegar a pie hasta los campos de refugiados de la ONU, que desde hace cuatro años están desbordados. Un funcionario de la ONG Save the Children señaló que cada día arriban a Dadaab (Kenia) 800 niños: "Algunos mueren cuando llegan al campamento y muchos otros fallecen en el camino".


    La crisis de Somalia sigue siendo resultado de varios factores. Por una parte, el cambio climático, que quema los pastos en tiempo de sequía y arruina los cultivos con imprevisibles diluvios. La ONU advierte que el África Oriental padece la peor sequía de los últimos 60 años, y Somalia prácticamente ya no tiene qué comer.


    Por otra parte, reina la inseguridad en los campos por la presencia de Al Shabab, milicia integrista islámica vinculada a Al Qaeda. Este grupo armado cobra vacunas a las entidades que pretenden llevar alimentos a los hambreados, asesina trabajadores, recluta niños a la fuerza y amenaza a la población. En tercer lugar conspira contra todos el precio de los alimentos, que se ha disparado en los últimos años. Hace un tiempo, la venta de una cabra servía a un campesino para comprar 300 kilos de grano; ahora solo le alcanza para 50. Los somalíes gastan cerca del 80 por ciento de sus magros ingresos en alimentos. Cuando estos suben, se resignan a comer menos, pues la miseria les impide pagar más.


    El último factor que influye en la crisis humanitaria somalí es el incumplimiento de las promesas occidentales en el sentido de que evitarían que se repitiera la catástrofe de 1996. Fran Equiza, director regional de la ONG Oxfam, formula una acusación directa: "Asistimos a una falla catastrófica de la responsabilidad global. Desde hace meses surgieron señales de alerta y el mundo tarda en reaccionar". También el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, empleó términos de reproche y recordó que las Naciones Unidas llevan tocando la campana desde hace tiempo.


    Específicamente, Francia y otros países no han honrado la palabra de ayuda que habían ofrecido. El Reino Unido, en cambio, asiste a más de 2 millones de personas en la región. Andrew Mitchell, secretario británico de Desarrollo Internacional, no se corta a la hora de asignar responsabilidades: "Hombres, mujeres y niños están muriendo de hambre en Somalia. El mundo debe socorrerlos, pero la respuesta de muchos países ha sido lenta e inadecuada". Resulta vergonzoso para la humanidad lo que está ocurriendo en Somalia; las imágenes de sus niños moribundos son un cargo colectivo de conciencia.


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