De madrugada, cuando todavía no amanecía, llegaron los primeros peregrinos a la Plaza de Bolívar, en el centro de la capital. La espera era larga. Las puertas de la iglesia sólo se abrieron a las 9 de la mañana.
Los invitados especiales a la ceremonia eran los familiares de los secuestrados y varias asociaciones de víctimas de la violencia.
Ana Zapata, de la Asociación Caminos de Esperanza - Madres de La Candelaria, Premio Nacional de Paz en el 2006, llegó a la Catedral muy temprano para ofrecer su dolor y para rogar por un milagro: saber si su hijo Humberto, desaparecido desde hace nueve años, está vivo o muerto.
"Saber algo, porque esta incertidumbre es muy dolorosa. Ruego porque, si está vivo, me lo devuelvan y regrese a la casa, pero si está muerto pido que me den la oportunidad de rescatar los restos, porque llevar este dolor adentro es muy difícil. Eso lo carcome a uno", dijo.
Otros 23 miembros de la asociación viajaron con ella desde Medellín, "con la esperanza de que la sangre de un hombre que hizo muchos milagros y que siempre estuvo preocupado por la paz en Colombia" los ayude y "permita que un día nos reconciliemos".
Como entrar a un concierto
Temprano, las filas afuera de la Catedral eran organizadas. Muy largas (llegaban hasta la esquina sur del Palacio Liévano), pero organizadas. A mediodía, entrar ya era caótico. Algunos empezaron a desesperarse y a empujar y tratar de colarse por donde fuera. Los policías empezaron a trabajar en serio en ese momento, tratando de cerrar todos los huecos que decenas de personas abrían entre las vallas que rodeaban a la iglesia. Adentro, varios socorristas estaban pendientes de los desmayos de los fieles. No pocos lloraban de la emoción al pasar frente a la urna con la reliquia.
Alberto Carrillo viajó a Bogotá desde Barbosa (Santander), solo para ver la reliquia del fallecido Pontífice. "No me importa esperar mucho para verla solo unos segunditos. Juan Pablo II fue una gran persona y un gran ejemplo a seguir para todos los seres humanos".
Esta muestra de sangre fue tomada durante la última hospitalización del Papa, antes de su muerte, en abril del 2005. A Bogotá llegó el jueves por la noche, directamente desde Roma. El relicario ya recorrió México y estuvo exhibido en la Catedral hasta las 6 de la tarde, cuando fue llevado al Canal Cristovisión, donde pasó la noche. Hoy, es esperado en Cartago (Valle del Cauca).
"Nos parece fundamental que esta reliquia venga en estos momentos a Colombia, un país martirizado por la violencia, cuyo Gobierno ha reconocido la dignidad de las víctimas con una ley aprobada el año pasado", aseguró al aterrizar en el país monseñor Slawomir Oder, escogido por la iglesia Católica como postulador de la causa de la canonización del Papa. "Para nosotros, esto representa una oportunidad para la reparación espiritual de las víctimas de la violencia y una oportunidad de redención para Colombia".
Juan Pablo II visitó a Colombia en 1986 y, seis años después de su muerte, en mayo del 2011, fue declarado beato por su sucesor Benedicto XVI, un paso previo a la canonización.
Monseñor Oder es el encargado de recibir cientos de cartas y mensajes de fieles de todo el mundo que aseguran haber presenciado un milagro realizado por el Pontífice, y ayer aprovechó la oportunidad para presentar en Colombia su libro Por qué es santo?, "una biografía espiritual sobre Karol Wojtyla".
"Quiere saber por qué es importante para mí estar acá hoy? Porque tengo mucha fe de que ahora que su Santidad Juan Pablo II vuelve a estar acá pueda interceder no solo para que liberen a todos los secuestrados, sino también aliviar algo del dolor que vivimos en el país por culpa de muchos flagelos que nos azotan: la corrupción, la incomprensión, la intolerancia, la violencia", aseguró después de pasar frente a la reliquia el mayor de la Policía Guillermo Solórzano, secuestrado en Miranda (Cauca) el 4 de junio del 2007 y liberado por las Farc el 16 de febrero del año pasado.
REDACCIN VIDA DE HOY
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