Antes de poner en marcha el motor de la chiva, Jesús María Galvis desmontó primero la maleza que había crecido dentro del vehículo tras varios años de abandono.
Con las veredas solas por el desplazamiento y sin campesinos ni cosechas qué transportar, esta Ford de los años 50 quedó quieta por años en un parqueadero en la salida del pueblo. "Me tocó meterme con un machete, de tanto rastrojo que tenía", recuerda su propietario y conductor, que muestra hoy con orgullo lo diferente que se ve el vehículo, a pesar de los casi 60 años que lleva rodando por el oriente antioqueño.
A don Chucho, como lo conocen en el pueblo, no le pareció mal negocio comprarle la chiva al anterior dueño, que la dejó en el olvido hasta el 2008, cuando San Carlos ya había empezado a recuperar parte de los 20.000 habitantes que huyeron por la violencia.
La pintura y el cambio de motor la renovaron, pero es la carga que transporta desde hace tres meses lo que lo tiene más orgulloso.
Bultos de abono y semillas, cemento, ladrillos, tejas, entre otros materiales que vienen siendo entregados a la población que ha retornado, son acarreados en el vehículo, que en el pasado fue utilizado por las familias para sacar sus pertenencias -cuando podían hacerlo- durante el destierro.
La idea de utilizar este vehículo es del proyecto Acompañamiento a procesos de retorno o reubicación de Medellín al oriente antioqueño, en el que participan 285 familias que decidieron en los últimos años dejar la capital antioqueña para regresar a lo suyo.
Lo emocional cuenta
La iniciativa logró que, por primera vez, la entidad rectora de la atención de los desplazamientos y retornos -conocida antes como Acción Social y ahora llamada Departamento para la Prosperidad Social (DPS)- se uniera con la administración municipal de una gran ciudad receptora de población desplazada, en este caso Medellín, para apoyar el regreso de campesinos a su terruño. Se invierten 3.280 millones de pesos.
"La chiva para transportar materiales de construcción y los insumos para los proyectos productivos y de seguridad alimentaria y nutricional hacen parte de la estrategia psicosocial del proyecto, que también incluye que las familias escriban, pinten, recorten de revistas, etc., su experiencia en el Diario del retorno ", explica Luz Patricia Correa, coordinadora de la Unidad de Desplazamiento Forzado de la Alcaldía de Medellín, dependencia que ejecuta el programa.
Por eso, a los oficios de la casa, que encontró casi en ruinas, y a la labranza de la tierra, María Rubiela Valladales, de la vereda Santa Isabel, les sacó tiempo para escribir, con su letra menuda, sobre los días amargos del destierro en Medellín. También escribe sobre los sueños que viene convirtiendo en realidad desde que volvió al pedazo de tierra del cual huyó, cuando guerrilleros y paramilitares hicieron imposible vivir en San Carlos.
"Aquí escribimos todo lo que sufrimos, por qué nos desplazamos, cómo era la vereda antes. Ahora estamos muy animados y esperamos salir adelante", dice, mientras muestra orgullosa el Diario del retorno, que también coloreó y llenó de recortes de revistas para que no se le escapara ningún detalle de cómo ha sido su vida en los últimos 10 años.
"Sobre el tema del retorno se está haciendo camino al andar (...). No está definido cuánto tiempo hay que atender humanitariamente un retorno. Yo digo que cinco años, porque, por ejemplo, las vías no se reconstruyen de un día para otro y los proyectos productivos necesitan acompañamiento, mínimo, tres años. Todo el mundo habla del retorno, pero eso, cuánto cuesta?", cuestiona Correa.
Para la funcionaria, con el Diario del retorno la idea no es solo conocer los sueños que tiene la gente que busca permanecer en su territorio y reconstruirlo nuevamente, sino recuperar la memoria histórica familiar y comunitaria, y mostrar rutas para que las instituciones construyan propuestas de acompañamiento, en sintonía con la realidad social, emocional y económica de los que decidieron regresar.
En el caso de San Carlos, de las 20.000 personas que huyeron desde 1998, cifras oficiales indican que 2.385 familias (9.900 personas) se fueron a la capital antioqueña. Hasta ahora, 2.603 familias han retornado de diferentes regiones.
El proyecto, que empezó a ejecutarse en julio del año pasado, tiene la meta de atender a 285 familias, un poco más de 1.000 personas, en la reconstrucción de viviendas, iniciativas de generación de ingresos, seguridad alimentaria y nutricional y acompañamiento psicosocial.
Y, precisamente, en este último componente se está haciendo énfasis para demostrar que el apoyo de un retorno también pasa por la recuperación emocional y la reparación material y simbólica.
Museo por un día
El pasado 20 de diciembre, los beneficiarios del proyecto participaron de la Chiva-Museo del Retorno, actividad en la que el vehículo de don Chucho fue adecuado para exhibir los Diarios del retorno y los objetos que las familias compartieron, por considerarlos importantes para mostrar lo perdido o lo añorado durante el desplazamiento. En muchos casos, fue lo único que se logró salvar cuando las familias huyeron y, en otros, fue todo lo que se encontraron al regresar después de meses o años de destierro.
María Rubiela, la campesina de la vereda Santa Isabel, prestó una virgencita. "Me ha acompañado durante todo el tiempo: siempre le pedía que me cuidara y que nada malo me pasara y fue mi compañera durante todo el desplazamiento".
También se exhibieron fotografías, prendas de vestir, elementos de cocina, instrumentos para arar la tierra, entre otros.
A don Chucho, el propietario de la Chiva del Retorno, como se la llama cada vez que hace el recorrido para entregar los materiales del proyecto, le parece un milagro ver cómo el carro que compró hace tres años, aunque estuvo lleno de maleza, se convirtió en un símbolo de alegría para los campesinos.
Siente lejos los malos momentos que él y otros chiveros pasaron en la época del desplazamiento.
"Una vez me bajaron un pasajero para asesinarlo y también me quitaban las remesas que llevaba para las tiendas (...). Ahora, sábado y domingo transporto la gente de la vereda Pío XII y con el proyecto he llevado materiales a El Jordán, Samaná, Paraguas, Juanes, Vallejuelo, Palmichal y Arenosas", todas veredas de San Carlos donde las chivas volvieron a viajar repletas de gente.
Glemis MogollónEspecial para EL TIEMPO
San Carlos (Oriente de Antioquia).
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