El candidato socialista Franois Hollande se impuso en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Francia con 28,8 por ciento de los votos, seguido del presidente derechista Nicolas Sarkozy con 26,1, según los últimos datos oficiales.
La fiera política Sarkozy no dio el zarpazo que había anunciado.
Por primera vez en la historia de Francia, un presidente saliente que busca la reelección llegó en segundo lugar en la primera vuelta.
La posición de Sarkozy es tan desesperada que ha propuesto tres debates a Hollande, que él ya rechazó y dijo que se limitará a uno solo.
Pero la gran sorpresa de esta elección, cuya participación podría elevarse a un 80 por ciento, es el tercer lugar para la candidata ultraderechista Marine Le Pen con 18,5, por delante del líder de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon (11,7). "El Frente Nacional se invita a la mesa de las elites", dijo Le Pen.
La crisis que vive Francia, país que no está lejos de caer en una situación financiera tan grave como la de España, explica el resultado histórico para ese partido antisemita, racista y brutal. Las principales preocupaciones de los electores de este partido son el control de la inmigración y la inseguridad.
Para la segunda vuelta, el próximo seis de mayo, los dos centenares de sondeos realizados desde enero, sin excepción, han dado ganador a Hollande. Y la primera encuesta realizada este domingo sobre el duelo final, también le da un cómodo 54 por ciento.
Hollande, de 57 años de edad, pidió esta noche "una bella victoria" para "controlar las finanzas, reducir la deuda y proteger la industria".
El mérito del candidato socialista ha sido encarnar el gran rechazo que suscita Sarkozy. Incluso en su propio campo, algunos no le perdonan al presidente francés la política de "apertura" que aplicó desde el comienzo de su mandato.
Sarkozy, contra la pared
En 2007, el recién electo presidente derechista incluyó en su gabinete a varios ministros de izquierda, los cuales cambiaron de bando, pero no de ideología. Hace una semana, varios de ellos, al ver que Hollande consolidaba su ventaja, anunciaron que apoyaban al socialista. Incluso el ex presidente conservador Jacques Chirac y varios de sus allegados respaldaron al socialista.
Sarkozy tiene también en su contra a los sindicatos, a los profesores, a los medios e incluso a los humoristas. En 2011, los antisarkozystas pasaron de un candidato a otro sin rechistar. En ese entonces, el favorito para estas presidenciales era otro socialista, el ex director del FMI, Dominique Strauss-Kahn. Tras la estrepitosa caída de DSK por un escándalo sexual, Hollande se convirtió rápidamente en el nuevo favorito. Desde entonces, siempre ha estado al frente del pelotón.
El liderazgo que ha mantenido durante varios meses constituye el gran mérito del diputado de la Corrze, presidente del Consejo Regional de ese departamento, quien nunca ha ocupado un cargo de ministro.
Desde el principio, su lectura ha sido que los franceses no quieren cinco años más con Sarkozy, el prodigio de la política francesa, el presidente agitado y fanfarrón que se codea con los grandes del mundo.
Lo que quieren es una "presidencia modesta para el que la ejerce pero ambiciosa para el país", un presidente que no se codee con los millonarios sino que denuncie la "insolencia de los ricos". Hollande está convencido de que Francia está preparada para votar por un hombre "normal" y "modesto" como él.
Ásbel López
Para EL TIEMPO
París
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