En vez de circunscripciones especiales para las Farc en el Congreso, el acuerdo sobre participación política anunciado este miércoles por el Gobierno y el grupo guerrillero incluyó curules transitorias en la Cámara de Representantes para los departamentos más golpeados por el conflicto armado.
Tras este hecho, sorpresivo y aparentemente paradójico para una negociación que tiene como fin la inserción de esta guerrilla en la política, hubo un acto de sensatez de la mesa de paz de La Habana. (Lea también: Colombia vivirá debate electoral con la paz como tema central).
El Gobierno lo planteó y las Farc terminaron por aceptarlo: no hablar de cupos para ellas en el Legislativo mientras no haya respuesta a las víctimas y hasta que se defina la manera como se les hará justicia. Por supuesto, hasta que la guerrilla deje las armas.
Esta será una discusión del punto 3 de la agenda, que se tocará al final. El que habla del fin del conflicto y del abandono de las armas.
Esto, que a los críticos del proceso de paz debería dejarlos tranquilos, ya les dio para pensar que la dejación de armas de las Farc está lejos, y que por eso no piensan todavía en el Congreso.
Pero, independientemente de que la firma de un pacto final de paz no esté a la vuelta de la esquina y de que a las Farc pueda interesarles más por ahora el escenario regional del 2015, el acuerdo anunciado en La Habana es el paso más grande con esta guerrilla frente al abandono de las armas, en 50 años de guerra.
Y es así porque contiene lo que hace innecesaria la fatal combinación de armas y política en la que se han visto envueltas las Farc, y que contribuyó a la destrucción de la Unión Patriótica, el partido con el que se lanzaron al ruedo a mediados de los 80.
Lo pactado
El acuerdo incluye, por ejemplo, la creación de un estatuto de la oposición y la revisión del actual sistema electoral, con participación de los partidos y movimientos que surjan a partir del pacto de paz. Obviamente, con la participación de las Farc ya sin armas.
No en vano, el jefe de la delegación del Gobierno en la mesa de paz, Humberto de la Calle, hizo énfasis en que “estamos buscando la reconciliación. Que la política esté libre de la intimidación y la violencia”. Y agregó: “Nunca más política y armas juntas”.
Pero esto supone, como bien dijo, ampliar la democracia. “¿Que lo estamos haciendo con la guerrilla? Sí, por supuesto. Para alcanzar el objetivo supremo de la paz, y además teniendo en cuenta, no desconociéndolos también, a todos los actores e instituciones de nuestra democracia”, anotó De la Calle.
Parte del acuerdo logrado con las Farc es facilitar la entrada de los nuevos partidos y movimientos políticos. Para ello, como también explicó el vocero de la delegación oficial, “se desligará el reconocimiento de personería jurídica de la exigencia del umbral electoral”.
Este ha sido uno de los principales problemas para partidos minoritarios.
Al propio jefe del equipo de las Farc en La Habana, ‘Iván Márquez’, se le vio optimista. Si bien dijo que “falta mucho por andar”, anotó que si se avanza “por la senda de las transformaciones”, la firma “de un tratado de paz será una realidad”.
Seguridad, el reto
Como se ve, nada de lo pactado en Cuba en términos políticos había ocurrido antes con las Farc. Distinto a lo que pasó en los tiempos de la Unión Patriótica, ahora quedó especificada la puesta en marcha de “un sistema integral de seguridad para el ejercicio de la política”.
El eje de esta seguridad será el partido que surja de las Farc desarmadas, y ahí está el principal reto para el Estado frente al acuerdo de participación política.
Este acuerdo, que se suma al alcanzado sobre tierras el pasado 26 de mayo, llega después de un momento difícil para el proceso de paz, durante el cual se consideró incluso el rompimiento con las Farc por su resistencia a subir el ritmo en la negociación.
Es, en últimas, la prueba de que, por lo menos ahora, se impone la idea de que es posible cerrar el conflicto con esta guerrilla.
El presidente Juan Manuel Santos lo ratificó este miércoles en la noche: “Hoy estoy más convencido de que la paz es posible y de que no tenemos que resignarnos a otro medio siglo de guerra”, dijo.
El proceso de paz entra entonces en una nueva etapa. Y se espera otro ritmo a partir del 18 de noviembre, cuando el Gobierno y las Farc se reencontrarán en La Habana para avanzar en un nuevo punto de la agenda: narcotráfico y cultivos ilícitos.
Temas claves por desarrollar
1. Regiones con cupo en Cámara
Hacia adelante, el Gobierno y las Farc deben definir cuáles y cuántos de los departamentos más afectados por el conflicto tendrán circunscripción especial transitoria en la Cámara.
2. Ley de Garantías Electorales
Se diseñará tras el eventual acuerdo final de paz, con la participación de los nuevos movimientos políticos.
3. Espacios en medios de comunicación
Está claro que los nuevos partidos y movimientos tendrán espacio en medios de comunicación institucionales, regionales y comunitarios. No está definido en cuáles.
4. Contenido del Estatuto de la Oposición
Se construirá con participación de los partidos políticos que hoy existen y de los que surjan a partir del acuerdo de paz.
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Editora de EL TIEMPO
En Twitter: @margogir
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