¿Está totalmente descartada la posibilidad de Antanas Mockus para reemplazar a Gustavo Petro?
De política no hablo, ni intervengo, y siempre tomaré una decisión pensando en la ciudad y no en mis razones personales. Pero tengo la claridad de que no existe ninguna posibilidad en ese sentido. La Ley 617 del 2000 contempla como inhabilidad tener familiares ocupando cargos públicos doce meses antes de que alguien se postule para la Alcaldía. La inhabilidad existe; entonces, ni para qué discutir eso.
Lástima, Mockus habría enderezado esta ciudad...
Gracias.
¿Como veedora de la ciudad, cuantas veces le advirtió al Alcalde que estaba por fuera de la Constitución y la ley?
Dirijo una entidad que es un órgano de control preventivo que busca identificar dónde hay riesgos de mala administración o de corrupción y señalárselos a la entidad para que no se vuelvan un problema mayor. El año pasado, como Veeduría hicimos varias advertencias, casi 17, para hacer llamados de alerta y para recordar que se requería una licitación.
¿Qué hizo cuando fue claro que el Alcalde construiría contra viento y marea un ente público para el aseo?
Le recordamos lo que se tenía que hacer previamente para que eso pudiera suceder, llamando la atención de la Administración sobre que el tema de residuos sólidos y saneamiento básico es un sistema que implica varios actores. Además de ser un servicio público, esos actores que intervienen van desde el Gobierno Nacional hasta el Distrital, la Superintendencia de Servicios Públicos, la reguladora de agua potable, la Crac. Los recicladores, los ambientalistas, los usuarios y, desde luego, los operadores. Luego si usted quiere cambiar el modelo, tiene que sentar a todos en la mesa para planearlo y organizarlo.
Y eso no se hizo...
Tal vez el equipo de la Alcaldía les puso mayor optimismo que rigurosidad al proyecto y a las capacidades de la Empresa de Acueducto, a la que le encargó asumir el servicio de aseo.
¿Fue improvisación?, ¿protagonismo político?, ¿populismo totalitario?
Ninguna de las anteriores. Una honrada disposición del gobernante de querer aplicar unas políticas públicas enmarcadas en su plan de desarrollo, que incluye superar la segregación socioespacial.
Pero estatizar la recolección de basuras, y además de manera tan improvisada, no era la única opción...
Él tiene la competencia de proponer una política pública de aseo girándola 180 grados. Lo que no puede perder nunca de vista es que el fin, por más loable que sea, tiene que respetar las reglas de juego del ordenamiento jurídico y de la gestión pública. El poder que le da a uno un cargo público no es omnímodo, sino que está enmarcado en unos límites y unas reglas de juego. Pensaron en los fines, pero no cuidaron los medios.
¿Está probado que usted se lo advirtió?
Están las evidencias de las cartas, los pronunciamientos, en el Concejo de Bogotá intervinimos en tres debates sobre el tema y le insistimos en la importancia de que el Distrito tuviera un comité intersectorial donde sentar a los diferentes actores... El Alcalde tiene la facultad de escuchar y tomar sus propias decisiones; pero, como rol preventivo, la Veeduría sí actuó.
¿Y por qué el Alcalde no la oyó?
Mi tarea es ver si las reglas de juego de lo público se respetan o no. Debo identificar dónde hay riesgos y advertirle al Alcalde. Pero él es el que tiene la competencia de gobernar y escoger las políticas que utiliza. Él valoró con más fuerza unas variables que no son las que nosotros recomendamos. ¿Cuáles fueron sus motivaciones? Pues lograr los objetivos del plan de desarrollo. Pero existen unas restricciones y, por más buena voluntad que haya, hay que enmarcarse en la Constitución y en la ley.
Se saltó muchas reglas con tal de cumplir sus objetivos...
El gobierno de Samuel Moreno tenía que abrir una nueva licitación e integrar a los recicladores. Pero, como sabemos, la licitación que presentó esa administración se cayó por corrupción. La ley permite hacer prórrogas; se hicieron, y esta alcaldía tendría que haber abierto una nueva licitación bajo unos requisitos. Pero esos requisitos no fueron aprobados por la Crac. A lo que voy es a que si la decisión era tratar de que esa licitación saliera bien, deberían haber montado unos equipos técnicos para sacar esto adelante. Pero si paralelamente se tienen otros objetivos, como generar el operador público de aseo y bajar las utilidades de los privados, son varios objetivos al tiempo que no le permitieron ir a lo principal. Una debilidad es haber querido hacer tantas innovaciones a la vez con unos equipos y unas estructuras que no eran lo suficientemente potentes.
A Petro se le critica que no tiene interlocución con todos los bogotanos... ¿Ahí fue cuando comenzó a equivocarse?
Es necesario para el gobernante de una ciudad tan diversa como Bogotá establecer desde el principio un diálogo mucho más amplio y pensar que todos estamos del mismo lado. No hay que oponerse a que la ciudad produzca riqueza, pero los que la produzcan deben estar dispuestos a construir condiciones de distribución y equidad. Pero la gente no se mueve de su posición solo por la fuerza, y esa es la lección aquí.
Mockus no tuvo escándalos de corrupción ni acusaciones de segregación. Solo lecciones de civismo que la gente asimiló. Pero con la agresividad que se ha vivido durante esta Alcaldía, echamos para atrás...
Dejamos descolgar el balón. Nos confiamos en que veníamos a un ritmo y no acompañamos a los gobernantes haciendo control social. ¿Dónde estábamos todos, universidades, gremios, medios de comunicación, organizaciones sociales, ciudadanos, empresarios, en la época del ‘carrusel’ de la contratación? Fuimos sorprendidos con las noticias. La confianza institucional, desde el año 96, había empezado a subir, y desde el 2011 cae en picada. Eso no es gratuito. Dejamos solas a las instituciones, y la actual, que tenía que lograr construir un nivel de confianza fuerte en las instituciones, se enredó en el intento de hacer esta cantidad de innovaciones al tiempo, y no tuvo la capacidad ni técnica ni humana suficiente.
También enredó mucho a Petro el tema ideológico...
Un tema que respeto y valoro mucho, pero que, en el tema de gobierno, debería estar en otro nivel. Un gobernante en Colombia debe gobernar, sea de derecha o de izquierda, de acuerdo con la Constitución y la ley. Un gobierno fuertemente ideologizado a veces tiene dificultades en tomar distancia de si lo que se dice o lo que se propone por parte de otros es algo técnicamente viable y serio o si es un ataque a su proyecto político.
¿Cree que Petro priorizó su proyecto político por encima de la ciudad?
Decir eso es una generalización muy fuerte. Lo que pudo haber pasado es que en el afán de promover un proyecto ideológico hay cosas técnicas y de límites normativos que probablemente no se miraron con la suficiente rigurosidad.
Usted siempre le estuvo recordando esa obligación. ¿Se le volvió usted a Petro un dolor de cabeza?
Con el Alcalde tengo una buena relación. Pero como veedora debía producir conceptos y análisis técnicamente rigurosos y sostenibles, y eso en algunos momentos pudo generar malestar.
¿La sorprendió este fallo de la Procuraduría?
No me sorprendió la sanción. Era previsible, porque había varios factores que generaban las condiciones.
Para el Alcalde tuvo que haber sido claro que los riesgos que se estaban tomando en las nuevas decisiones podían implicar investigaciones. Hoy mismo no hay un fallo definitorio, el Alcalde tiene recursos, hay tiempo para revisar las decisiones, y en este debate hay que poder ordenar las cosas. Una es si el Procurador tiene la competencia, y el segundo pedazo del debate es si aquí hubo una falta; y a esa falta, qué sanción le corresponde. Solo cuando se surtan todas las instancias legales se podrá decir si se cometió esa falta y si a esa falta correspondía esa sanción o si hubo exceso o abuso de poder en nuestro marco normativo.
¿La Veedora sí vio?
En nuestras advertencias a la Administración sí le dijimos que había riesgos. Nuestra labor era identificar esos riesgos, pero no era ser ente investigador y disciplinario, ni sancionador. Que esos riesgos que identificamos se consideren faltas gravísimas, y que tengan una sanción, ese no es mi problema.
Y no la oyeron...
Me oyeron a medias o muy poco. La intención del Alcalde y de su equipo es hacer transformaciones y revoluciones, pero eso, que puede ser positivo, requiere, ahí sí con mayores veras, más diálogo, capacidad de sentar a muchos diferentes actores a la mesa.
Los bogotanos estamos pasando por un nivel de incertidumbre...
Hay que distinguir entre la situación personal del ciudadano que ejercía un cargo y que está bajo un proceso, de la institucionalidad del Distrito, que hay que cuidar y proteger al mil por ciento.
¿El Alcalde está amenazando esa institucionalidad?
La institucionalidad depende de los 60.000 servidores públicos que tiene el Distrito, de los 23.000 funcionarios que están contratados, y que cada mañana se levantan a hacer su trabajo mejor. Mi línea es que ante momentos de destrucción hay que construir más, y Bogotá tiene una institucionalidad trabajada durante años, que debe ser independiente de las personas que estén al frente.
Precisamente Petro lo ha vuelto un problema personal...
En estos momentos de desespero por parte de algunos hay que llamar a la calma y a la tranquilidad y decir: entendemos la situación de una persona, pero hay que preservar las instituciones, hay una ciudad, son 44 entidades, 22 hospitales, 20 localidades, un plan de desarrollo, unas metas, un presupuesto aprobado. Hagamos la tarea más y mejor. En lo que corresponde a la acción ciudadana de expresar su conformidad o inconformidad, un llamado a que lo haga pacíficamente y reconociendo que es un derecho, pero que la ciudad tiene que seguir porque es un proyecto colectivo que se llama Bogotá. Eso no es de una persona. Es de todos.
Nadie, ni siquiera el propio presidente Santos, le niega a Petro su derecho de defensa. ¿Pero está incluido convertir la plaza de Bolívar en un centro de cambuches y la ciudad en un pasadizo de marchas permanentes?
La ciudadanía está en su derecho de movilizarse, pero también tiene la obligación de poner en perspectiva hacia dónde enfila sus energías. Mi exhortación es a que los ciudadanos pongamos las energías en construir la ciudad.
Y si se confirma la sanción al Alcalde, ¿Petro se tiene que ir?
Lo que el Alcalde nos ha mostrado en el pasado es que él es demócrata y que representa una actitud pacifista. Bajo esa lógica, confío en que actúe de manera coherente. En que conserve los objetivos del bien público y de las mayorías.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO
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