Hoy es la Noche de las Galerías en Bogotá. Una docena de espacios, ubicados en el norte y noroccidente de la ciudad, tienen sus puertas abiertas hasta las 10 p.m. En LA galería tiene lugar la inauguración de la obra de Luz Forero. En Cero Galería se adjudican las obras subastadas el día anterior. Y en Flora, que se ha asentado con otros dos espacios en el barrio San Felipe, se vive un ambiente festivo que celebra el arte colombiano con creadores de la talla de Doris Salcedo, la artista más prominente en el contexto internacional y a quien el Museo de Arte Contemporáneo de Chicago le hará en febrero del 2015 una retrospectiva. Esta noche se vive con intensidad una fiesta, un momento vibrante que hace parte de algo más grande.
Hace cinco días se anunció desde Madrid que Colombia será el país invitado de honor de la Feria Arco 2015, una de las más importantes del mundo, casi tres veces más grande que artBO. Según Carlos Urroz, director de Arco, “el arte colombiano está en un momento interesante; hay artistas jóvenes con proyección internacional que están trabajando en todo el mundo y galerías que están participando cada vez más en ferias extranjeras”. Colombia es el tercer país de América Latina en llegar como protagonista a la feria después de México, en el 2005, y Brasil, en el 2008. Para Urroz, esto le garantizará al arte colombiano una gran “visibilidad” en medio de un panorama prometedor a juzgar por las cifras de este año: 500 coleccionistas del mundo entero y 100.000 visitantes, 25.000 de ellos, profesionales del sector.
Que Arco mire al país no es, por supuesto, gratuito. Y no es tampoco el único indicio que demuestra que el arte colombiano está cruzando la senda de la internacionalización de su producción. El año pasado, por ejemplo, la Casa Daros, cuya sede principal está en Zurich y que tiene una de las colecciones de arte latinoamericano más grandes del mundo, abrió una sucursal en Río de Janeiro con una exposición de artistas colombianos exclusivamente, titulada Cantos Cuentos Colombianos.
“Quería abrir con Colombia para decirles a los brasileños: ‘Oigan, ustedes no tienen idea de lo que pasa a su alrededor. Miren, por favor, infórmense, y vayan a ver la alta calidad de la producción artística de su país vecino’ ”, le dijo Hans-Michael Herzog, curador de la colección, a la revista Arcadia. Y para seguir con los indicios, uno muy reciente: la prestigiosa editorial Phaidon acaba de publicar el libro Art Cities of the Future, que ubica a Bogotá como una de las 12 nuevas mecas del arte emergente en el mundo. Allí, José Roca analiza el trabajo artístico de Alberto Baraya, Johanna Calle, Antonio Caro, María Elvira Escallón, Miler Lagos, Mateo López, José Alejandro Restrepo y Gabriel Sierra.
“Hay muchas evidencias que muestran que Colombia es el nuevo país para mirar en América Latina, después de México y Brasil. Definitivamente hay un boom en Colombia”, dice María Paz Gaviria, directora de artBO, la Feria Internacional de Arte de Bogotá, que está próxima a cumplir 10 años. Gaviria recuerda que Hans-Ulrich Obrist, uno de los grandes curadores del mundo y reconocido en múltiples oportunidades por la revista ArtReview como el hombre más poderoso del arte, se ha referido en estos últimos años al “milagro colombiano”.
Un trabajo de largo aliento
Pero desde Colombia hay mesura. “En mi opinión, lo que hay es una mirada desde afuera hacia una escena que ya era muy potente. La confluencia de hechos externos es sintomática de este interés que la escena internacional del arte tiene por lo que está pasando acá. Pero es el resultado de un trabajo continuado de artistas, instituciones, curadores, y más recientemente, galerías, ferias y coleccionistas”, dice José Roca, director artístico de Flora y el comisario colombiano con mejores credenciales en el ámbito internacional: hoy es Curador Adjunto Estrellita B. Brodsky de Arte Latinoamericano de la Tate Modern (Londres).
A lo que Catalina Casas, directora de Casas Riegner y la galerista que ha puesto a circular a artistas colombianos en las ferias más importantes del mundo, agrega: “Afuera todo el mundo está pendiente de Colombia, pero hay que tener cuidado de no caer en lo mediático. Seamos realistas con lo que tenemos. La nuestra es una escena muy emergente y ese es el encanto que tiene”.
El proceso de visibilización lleva unos diez años, dice María Belén Sáez de Ibarra, curadora y crítica de arte. “En una década el panorama cambió radicalmente. Estábamos aislados”, agrega.
Para ella, ese giro hacia Colombia fue alimentado primero por un interés del sistema internacional en obras de países que no eran parte del circuito establecido. Siguieron de cerca, pues, al arte africano, al asiático y al latinoamericano, y en específico a Colombia. “Hace diez años no venía nadie a conocer a los artistas ni sus obras. El primero fue Herzog, de Daros. Y su llegada fue un acontecimiento en el medio”, recuerda Sáez. A Herzog, dice Jaime Cerón, director de Artes Visuales del Ministerio de Cultura, le impactó “la manera como los artistas se relacionaban con el medio y el contexto en el que vivían, y la vitalidad de lo que estaba ocurriendo. Él abrió una puerta para Colombia en el mundo entero”.
Hoy, vienen al país delegaciones de museos y coleccionistas de talla mundial. En el 2012, vino Glenn Lowry, el director del Museo de Arte Moderno de Nueva York, y seis curadores de esa institución para “ver y aprender acerca de la escena artística contemporánea”, según le dijo Lowry en esos días a EL TIEMPO.
Esa escena de la que hablaba el director del Moma también ha ido creciendo en los últimos 20 años. La Noche de las Galerías lo testimonia. Un señor mayor, con corbatín y canas, se acerca a felicitar a Luis Aristizábal, responsable de LA galería, mientras decenas de jóvenes curiosean por el lugar. Ahí dentro, en los escasos 60 metros cuadrados que tiene el espacio, la gente da vueltas, mira, se aleja, conversa, señala, ríe. Todo vale. Para Aristizábal lo que se ha conseguido con este proyecto es “crear un mayor espacio expositivo y abierto, no que cada galería haga sus pequeñas inauguraciones, sino crear una circunstancia donde todo el mundo asiste a las galerías y con eso se produce una dialéctica positiva entre el público y el artista”.
En Bogotá hay aproximadamente 58 museos y unas 60 galerías. Hace dos décadas, había solo unas cinco, comenta Cerón. A esto se le suma el crecimiento inusitado de espacios independientes, como Flora, Sketch o 12:00, autogestionados por los artistas o curadores. Beatriz López, directora del Instituto de Visión, única galería colombiana en Arco 2014 dice que “hay una cosa súper interesante en Colombia y son los espacios independientes; a través de los cuales los jóvenes artistas se han organizado por sí mismos en una red y han creado una especie de microrevoluciones y micropolítica de ayudarse entre ellos. Eso ha hecho que la escena artística se haya enriquecido bastante”.
Esta noche, en Sketch y Del Infinito Arte, Diego Garzón y su compañero Juan Ricardo Rincón, creadores de La Feria del Millón, en la que se venden solo obras por debajo del millón de pesos, andan al acecho de jóvenes artistas para su convocatoria de este año. Anotan nombres y se lanzan a explorar una obra compuesta por un juego de espejos. Con ello, tejen la red que menciona López.
Ferias grandes y pequeñas
En octubre, que poco a poco se consolida como el mes del arte en Bogotá, se celebran La Feria del Millón y Odeón, Feria de Arte Contemporáneo; en la primera participan solo artistas y en la segunda, galerías. En esta ocasión, harán una alianza para facilitar la asistencia a ambas con recorridos compartidos. Las dos se realizan al mismo tiempo que artBO –que comenzó con 29 galerías y hoy tiene 64 en el pabellón y 14 en proyectos individuales–, una feria a la que le atribuyen haberle dado un empujonazo al arte local: “artBO ha sido fundamental para el crecimiento y para ganar visibilidad internacional. Ese es el papel de las ferias hoy: poner a la gente en el mapa”, dice la colombiana radicada en Londres Francesca Bellini, profesora de Sotheby’s Institute y directora de una firma que produce análisis de mercado de arte, para quien el mercado colombiano sigue siendo pequeño, pero tiene un crecimiento sostenido.
¿Y qué otros factores han llevado al arte colombiano a llegar a este punto? Hay nuevos curadores e historiadores del arte formados aquí y en el exterior. Mayor movilidad de los artistas gracias a los programas de residencias nacionales e internacionales. Más publicaciones que reflexionan y aglutinan el trabajo de los creadores. Más coleccionismo. Y en el corazón de todo esto está el trabajo de los artistas. “En Colombia siempre ha habido una buena producción, hay muchos artistas y muy buenos, de todas las generaciones”, agrega Roca. Lo que resulta más interesante a su juicio es “la potencia visual y profundidad conceptual del arte que se produce el país; en eso coincidimos tanto los que trabajamos acá como los que descubren el arte colombiano viviendo desde afuera”, dice. Pero a la artista Johanna Calle le preocupa que en este contexto haya cada vez más oportunidades para los jóvenes y menos para los artistas consolidados. “Falta una plataforma para artistas con obra sólida. Los que están entre los 45 y los 60 años que rompieron esquemas, que se atrevieron a crear un lenguaje propio, están siendo desplazados por el afán de los nuevos nombres”.
Falta mucho aún, coinciden los consultados. Sáez dice que la escena artística en Colombia es frágil, que faltan recursos para producir obra y que no hay ley de mecenazgo. Y Casas asegura que faltan incentivos, infraestructura e inversión de la empresa privada. “Es el momento crucial para ponernos las pilas. Estamos en los 15 minutos de fama de los que habló Warhol. Podemos ser grandísimos o hacer el oso (...) Y contenido es lo que tenemos”, concluye.
Por ahora, Arco se convierte en una nueva oportunidad a la que Colombia tendrá que ir con toda la ambición del caso.
Un mercado de subastas emergente
El 19 de febrero, Bogotá presenció la primera subasta de arte comercial. Para la empresa organizadora, Bogotá Auctions, fue un éxito: 350 personas asistieron al evento, se vendieron 25 de las 42 piezas subastadas y se alcanzó la cifra de 360 millones de pesos en ventas. Pero su mayor logro es arrojar más transparencia en los precios a escala mundial para las obras de artistas colombianos, que hasta ahora no podían competir en muchas subastas porque no existía un referente en su cotización, explica Timothée de Saint-Albin, gerente de Bogotá Auctions.
“Los precios en promedio de nuestros artistas están muy por debajo de los precios en Colombia. Muchas casas de subastas internacionales no pueden vender obras colombianas porque no tienen precios de referencia, y se sienten muy incómodas”, cuenta el especialista.
Para Camilo Chico, socio de la empresa, era inédito que las casas de subastas internacionales marcaran los precios del mercado nacional “sin conocer la realidad colombiana”. “Hay artistas como Guillermo Villegas, que se llegó a vender por 300 dólares, mientras que en el mercado colombiano, en los últimos 10 años, su valor ha crecido de 10.000 a 35.000 dólares”.
Con el tiempo, la Casa de Subastas aspira a marcar las pautas del valor local en el mercado mundial, y a medio plazo “puede también empujar esos artistas colombianos en el exterior que, en proporción de la calidad que hay, son poquitos”, añade.
El mercado secundario –venta de obras ya comercializadas– tiene un potencial mundial, pero en Colombia todavía se limita a un grupo de entre 20 y 25 coleccionistas privados estables, según Chico. Lo excepcional, reseña, es que el número de compradores se multiplica por diez: “El alto impacto que ha generado artBO ha hecho crecer este mercado, y los coleccionistas están tomando una dimensión importante para desarrollarlo. El encuentro de Medellín, las galerías… todo esto ha formado públicos y ha generado el interés de mucha gente que ve en el arte un lugar social y de inversión”.
Francesca Bellini, analista del mercado del arte radicada en Londres, considera sin embargo que las subastas conllevan un riesgo: que pase lo mismo que en Medio Oriente y Asia. “Muchos artistas que no tienen mercado secundario y muy poco récord institucional, se venden y promueven a través de casas de subastas. El beneficio es que estos artistas ganan visibilidad internacional, pero en contraposición, los mercados de estos artistas se vuelven sumamente riesgosos y especulativos, por ejemplo el de Óscar Murillo. Hay que encontrar un balance”, advierte.
Bogotá, entre las 12 mecas del futuro
Sin injerencia exterior y bajo el estigma de ser un país azotado por la violencia, la escena artística bogotana emergió, desarrollando un espacio propio y autóctono. Así lo refleja el libro ‘Art Cities of the Future. 21st Century Avant-Gardes’, que se presenta en la capital el 20 de marzo y que consolida a Bogotá entre las 12 nuevas ciudades que marcan la pauta en el arte.
“Olvídese de Nueva York, Londres o París” es la revolucionaria proclama del libro, editado por Phaidon, que enumera las ciudades que amenazan la hegemonía de las capitales del arte. Junto a Bogotá, aparecen Beirut, Cluj, Delhi, Estambul, San Juan, São Paulo, Seúl, Johannesburgo, Lagos, Singapur y Vancouver.
Para los curadores del libro, “el mundo del arte hoy es más mundial en todos los sentidos, con una población mayor, un territorio más amplio y un mayor número de nacionalidades. La tecnología ha abierto nuevas líneas de comunicación, mientras que las ferias de arte se han multiplicado, con paradas regulares en todos los continentes”, dice el prefacio.
En cada una de las ciudades, un curador ha seleccionado ocho artistas representativos de las vanguardias locales en todos los ámbitos que comparten dos cualidades: un compromiso con el arte experimental y una dedicación a su medio local. “Su diálogo con las preocupaciones más profundas y su sensibilidad única no se pueden encontrar en ninguna otra parte”, señala la editorial, que invita a la reflexión del arte a través de más de 500 imágenes que permiten imaginar un futuro de diversas estéticas y preocupaciones comunes.
Arco 2015: para crear vínculos
Colombia llegará a Madrid entre el 25 de febrero y el primero de marzo del 2015, con su presencia como país invitado en la Feria Arco. Esta nominación permitirá a las galerías nacionales contar con 10 o 15 espacios y participar como protagonista de varios eventos especiales. Según Carlos Urroz, director de Arco, “esta es una manera de empezar a crear vínculos entre países poco representados y las instituciones europeas, para que no sea tan duro el impacto del aterrizaje”. En la pasada edición, la número 33 de la feria, 219 galerías de 23 países expusieron a sus artistas.
PAOLA VILLAMARÍN E IRENE LARRAZ
Redacción Domingo
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