La afiliación a una IPS en Bucaramanga fue la primera pista que investigadores de la Dijín siguieron para dar con el médico pediatra Carlos Alexander Rodríguez Linares, quien era buscado por abusar sexualmente de diez menores de edad en España y Boyacá.
Rodríguez Linares fue capturado por la Dijín en la capital santandereana, donde se había radicado huyendo de una circular roja de Interpol, una solicitud de extradición de la Audiencia Nacional Española y las condenas de 34 años, emitida por la justicia de España, y de 36 meses, de un juzgado de Boyacá.
A comienzos de este año la Guardia Nacional de España le pidió a la Dijín ayuda para dar con el paradero de este hombre. Tenían información de que el 18 de septiembre había llegado a Colombia y que en su expediente le figuraba una orden de captura emitida el 26 de febrero pasado por el país ibérico.
No era lo único, también una condena de febrero del 2009 de un juzgado de Miraflores (Boyacá) por el abuso de cuatro niños en Páez. En ese caso, los hechos hacían referencia al 2005, cuando el médico trabajó en el centro médico de ese municipio.
Vivió seis años en España
La Policía cree que Rodríguez Linares viajó en el 2008 a España con el objetivo de huir de las investigaciones. Escogió Andalucía como la ciudad para vivir junto con su hijo, de 14 años. Aún no es claro cómo con los antecedentes de abuso en Páez logró un visado y homologar sus estudios como médico pediatra para ejercer su profesión.
Lo cierto es que Rodríguez Linares fue contratado en el centro médico Pulpi, en Almería, en la provincia de Andalucía. Se mostraba como un médico amigable, especialmente con madres latinas, cabezas de familia y con problemas económicos.
"Una vez se ganaba la confianza, ofrecía sus servicios, tanto médicos como personales, para cuidar a los menores", señaló la coronel Jacqueline Salazar, de la Dijín.
Sus víctimas eran niños entre 7 y 13 años, cuyas madres eran oriundas de Guatemala, Colombia y España. Una de las primeras denuncias contra Rodríguez, quien permanece en los calabozos de la Dijín, es de enero del 2012: la víctima era un menor a quien había conocido en el centro médico.
La madre dijo que el abuso ocurrió luego de que ella y su pequeño se mudaron a la casa de Rodríguez como empleada interna. El médico vivía en un cómodo condominio con piscina y a orillas del mar, lo cual usaba como gancho para convencer a sus madres de querer llevar a los niños de paseo.
"Ofrecía llevarlos a la playa, al cine, centros comerciales y al restaurante", dijo uno de los investigadores del caso.
Era tal la familiaridad que aparentaba con sus víctimas, que en otro de los casos, denunciado en julio del 2013, Rodríguez se ofreció ser el padrino de un menor de 8 años, de quien también abusó.
Su madre le dijo a la justicia española que era tal la "obsesión" de Rodríguez con el menor que en el perfil del WhatsApp, un chat usado en teléfonos celulares, tenía una foto del niño.
Peritos forenses practicaron exámenes médicos y psicológicos a los menores y todos arrojaron que sí habían sido abusados. Fue así como el 26 de febrero pasado la justicia española lo condenó a 34 años de cárcel.
Ahora, Rodríguez Linares deberá primero pagar los 36 meses de prisión por los abusos de menores en Boyacá, mientras la Corte Suprema avala su extradición a España. La Policía explicó que la corta pena de 36 meses se dio porque el médico fue procesado como reo ausente y con la antigua norma, que contemplaba penas entre los 4 y 8 años. Hoy, el código penal contempla penas de hasta 20 años de prisión.
REDACCIÓN JUSTICIA
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