Con lámparas forenses, capaces de detectar rastros de sangre a pesar de que hayan sido lavados, varios equipos de la Fiscalía trabajan para verificar la verdad sobre una de las historias más tenebrosas de la violencia de la mafia en Buenaventura: la de las ‘casas de pique’.
Estos sitios, según las denuncias de los habitantes, son utilizados por los asesinos para descuartizar a sus víctimas. (Lea también: Comercio en Buenaventura promueve otra marcha contra los violentos)
El CTI de la Fiscalía ya allanó seis viviendas en los barrios de los esteros y, de acuerdo con fuentes consultadas por EL TIEMPO, en las tablas de sus paredes y en otras que fueron utilizadas para construir improvisados puentes sobre el mar hay sangre humana.
La investigación pasó a la etapa de determinar si la misma pertenece a una o a varias víctimas.
El caso es que en medio de la guerra entre ‘los Urabeños’ y ‘la Empresa’, los dos grupos que se disputan el control sobre el narcotráfico en esa región del Pacífico colombiano, este año han aparecido los restos de siete personas desmembradas.
En los últimos dos meses, en el puerto han ocurrido 54 homicidios. El año pasado fueron 187 y la tasa de asesinatos (los casos por cada 100.000 habitantes) está en 62, casi el doble del promedio nacional (ver gráfico).
A esto se suman las desapariciones y el desplazamiento intraurbano por cuenta de las fronteras invisibles que se marcan en medio de los enfrentamientos de las bandas ilegales. Incluso, en el 2010 y el 2012 este puerto fue objeto de atentados de las Farc.
Se oyen los gritos
Investigadores de la Policía que participaron en algunos de los allanamientos dicen que las llamadas ‘casas de pique’ son viviendas de madera ubicadas en los sectores de bajamar, los más marginales de Buenaventura.
“La gente dice que aprovechan que el mar está debajo para deshacerse de los cuerpos. Hemos encontrado overoles y herramientas como hachas, cuchillos, sierras, martillos y otros objetos cortopunzantes, pero estamos en etapa de verificación”, dice una fuente.
Una autoridad que pidió reserva de su identidad asegura que las casas existen y que son un reflejo de la crisis humanitaria que se vive. “Claro que son una realidad. La gente en los barrios, que oye los gritos de las víctimas, lo ha denunciado repetidamente”, dice.
No es la primera vez que Buenaventura sufre este tipo de violencia. Hace una década, en plena guerra de los paramilitares y los narcos con las Farc, se hizo famoso el ‘cobrador’ de la mafia Wenceslao Mosquera, quien era llamado ‘el hombre del hacha’ porque utilizaba una para descuartizar.
En la última etapa de la violencia en la zona, que corresponde más a la guerra entre bandas criminales (la guerrilla se mueve más en la zona rural), ha sido frecuente la aparición de pedazos de cuerpos humanos, sobre todo en las playas.
El último caso, ocurrido la semana pasada, fue el de un maquinista de un barco camaronero del que solo aparecieron el tronco y la cabeza.
Uno de los poderes criminales del barrio Viento Libre, donde se dice que funcionan varias de esas casas, estaría detrás del asesinato. Lo llaman el ‘Nené’ y las autoridades creen que ese crimen se suma al de la dueña del barco y su esposo, que fueron asesinados también en días pasados, al parecer porque se negaron a pagar una millonaria extorsión.
“Hay un temor generalizado en Buenaventura. Tenemos fronteras invisibles y zonas donde los delincuentes imponen toques de queda que nadie se atreve a desafiar”, dice un líder religioso del puerto.
Aunque la violencia es un azote en toda la ciudad, tres humildes barrios levantados en los esteros –Viento Libre, Juan 23 y la comuna 12– parecen llevar la peor parte.
Allá, dicen las fuentes, los delincuentes les cobran ‘vacuna’ hasta a los vendedores de tinto y hay decenas de casas desocupadas por familias que no pudieron o no quisieron pagarles a las bandas y que quieren alejar a sus hijos de la influencia de los delincuentes.
El coronel José Miguel Correa, comandante de la Policía en el puerto, dice que la existencia de esas instalaciones no ha sido comprobada y que lo único concreto es el hallazgo de sangre en las tablas de algunas de las casas en la calle Piedras Cantan de Viento Libre, a 200 metros de los esteros.
Quién fue ‘el hombre del hacha’
En marzo del 2005 fue capturado en Manta (Ecuador) Wenceslao Caicedo Mosquera, ‘el hombre del hacha’, quien era temido porque utilizaba una hachuela para desmembrar a sus víctimas. Durante los allanamientos realizados en Cali contra su grupo se halló una casa en el exclusivo sector de Ciudad Jardín, donde encontraron huellas de sangre y rasguños en las paredes.Estos indicios hicieron creer a la Policía que allí funcionaba una casa de torturas.
Caicedo, quien fue extraditado a EE. UU., se habría iniciado en el mundo criminal como atracador de buques, después fue pirata terrestre, escolta de la mafia y terminó montando una oficina de cobro que trabajaba para los carteles del Valle.
REDACCIÓN JUSTICIA
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