Michelle Bachelet se convirtió este domingo en la primera política en alcanzar dos veces la presidencia rota desde la recuperación democrática con un 62,16 por ciento de los votos en unas elecciones caracterizadas por la escasa participación de votantes. (Lea también: Michelle Bachelet, presidenta de Chile para el periodo 2014-2018).
“Hoy abrimos una nueva etapa. Hemos construido un país del que nos sentimos orgullosos. Y por eso debemos marcarnos un nuevo destino, porque es el momento de iniciar transformaciones de fondo y con energía”, dijo Bachelet en su primer discurso como presidenta electa. (Lea también: Entre el favoritismo de Bachelet y la abstención).
La candidata oficialista de la Alianza por Chile, Evelyn Matthei, logró un 37,83 por ciento de los sufragios, lo que la deja bajo el piso histórico de la derecha. “Ella es la presidenta, la felicito y le deseo lo mejor. Nadie que ame a Chile puede desear lo contrario”, señaló Matthei, quien visitó a Bachelet en su comando de campaña. (Bachelet, con amplia ventaja en segunda vuelta presidencial).
No hubo sorpresas en cuanto al resultado pero anoche en las filas de Bachelet se esperaba con cierta ansiedad que la presidenta registrara la mayor cantidad de votos posibles, para garantizarle no solo gobernabilidad (su partido ya tiene la supremacía en ambas cámaras) sino para poder tomar decisiones sin el control de los partidos que integran la alianza que la devolvió al poder.
‘No será fácil’
Al acudir a votar, la ahora presidenta electa se ofuscó cuando los periodistas le remarcaron la posibilidad de una alta abstención. “Desde el escepticismo no se pueden hacer los cambios que necesitamos”, dijo Bachelet, quien en una entrevista televisiva reconoció que la tarea por delante “no será fácil porque se estima un recorte del crecimiento para el 2014”. Con todo, agregó: “Pero eso no implica que no vayamos a avanzar con los cambios que prometimos”.
Para el analista Mauricio Morales, de la Universidad Diego Portales, la baja participación electoral “obedece a una crisis de representación que no se parece a otras de los países de la región”.
Este domingo votaron 4,3 millones de personas, casi 1,5 millones menos que en la primera vuelta. La abstención –que llegó al 59 por ciento– llevó a que se levantaran voces para que el sistema electoral vuelva a implantar el voto obligatorio.
En una jornada electoral calurosa y atípica por donde se la mire, el presidente Sebastián Piñera votó junto a su esposa, Cecilia Morel, y allí no solo prometió “colaborar con la próxima presidenta de Chile” sino que también cometió el gaffe de la jornada, cuando el presidente de la mesa donde votó le observó que había doblado mal su sufragio. Piñera debió volver al gabinete de votación.
Con este resultado, Bachelet tiene por delante todo el espacio político para emprender un gobierno con su sello personal, en contraste con su anterior gestión (2006-2010), cuando la coyuntura la obligaba a depender de la Concertación Democrática, devenida ahora en Nueva Mayoría, con el ingreso del Partido Comunista y otros partidos como el MAS. Esta vez, Bachelet se podrá abocar de lleno a la agenda de gobierno.
Por ahora, lo primero es ponerse en contacto con Piñera para ordenar el traspaso. El presidente roto felicitó ayer a Bachelet por el triunfo obtenido y se comprometió a visitarla hoy para iniciar las gestiones del traspaso del poder en marzo próximo.
Pero sobre todo, Bachelet tendrá que prepararse para estudiar la posición que adoptará Chile el próximo 27 de enero, cuando el Tribunal de La Haya dé a conocer el fallo en el diferendo con el Perú. Lo demás quedará para después, desde los nombres del gabinete, y principalmente del equipo económico (como lo reclama el empresariado), hasta cómo enfrentar los cambios con el panorama un poco más sombrío que se avizora para el futuro inmediato de la región.
La reforma tributaria que Bachelet ha prometido enviar al Congreso en los primeros 100 días de su gobierno contempla subir gradualmente hasta un 25 por ciento el impuesto a las empresas para financiar mejoras al sistema educativo. Incluye además una rebaja del impuesto a las personas a un 35 por ciento.
“¡Chile, ahora por fin, es el momento de hacer los cambios!”, les aseguró a miles de simpatizantes desde el escenario la presidenta electa.
JOSÉ VALES
Corresponsal de EL TIEMPO
Santiago.
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