Así fue la piñata para repartirse los hospital

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Así fue la piñata para repartirse los hospital

Notapor ELongs » Vie, 21 Ago 2015, 19:50

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Así fue la piñata para repartirse los hospitales de Bogotá

Los hospitales públicos de Bogotá se convirtieron en la ‘caja menor’ de los concejales en medio del ‘carrusel’ de la contratación, bajo el gobierno de Samuel Moreno. Los cabildantes impusieron gerentes, cuotas burocráticas y resultaron beneficiados de millonarios contratos en esas entidades, a través de terceros o firmas recomendadas, según lo acaba de confesar el exsecretario de Salud Héctor Zambrano. (Vea el gráfico del déficit de la red pública distrital).


EL TIEMPO tuvo acceso en exclusiva a dos interrogatorios rendidos por Zambrano hace un mes en la Fiscalía. Allí relató con detalles cómo se organizó esa ‘piñata’ y reveló los nombres de los cabildantes que estuvieron detrás y que ahora quedan en la mira de la justicia. (Lea también: Una red hospitalaria que se fue a pique en 7 años).


Se trató de una calculada estrategia orquestada por Moreno y que ignoró los concursos de meritocracia adelantados por la Escuela Superior de Administración Pública (Esap) y la Universidad Javeriana, en los nombramientos de los gerentes de los hospitales.(Lea también: Los salpicados por el carrusel de la contratación).


Todo se hizo con el fin de ‘aceitar’ y controlar el Concejo, asegurar mayorías en las votaciones de los proyectos de la Administración y evitar debates de control político, según las explosivas revelaciones de Zambrano, preso en La Picota y testigo ‘estrella’ del saqueo que sufrió la capital del país. (Vea quiénes son, hasta ahora, los salpicados por el carrusel de la contratación)


Hoy, de los 22 hospitales públicos de Bogotá, 14 atraviesan una preocupante crisis financiera y cuatro están al borde del cierre, justamente por corrupción y por los malos manejos administrativos que venían de tiempo atrás y que se agravaron entre el 2008 y el 2011, durante el mandato de Moreno.


‘El tráfico de influencias’


Zambrano contó que, en esa administración, se surtieron dos procesos para designar a los gerentes de los hospitales. El primero se hizo en el 2008 para escoger a 14 directivos. En esa oportunidad se contó con el apoyo de la Esap, que tuvo a su cargo las pruebas de conocimiento. Dicho centro académico realizó la primera selección de los admitidos con base en los resultados de los exámenes.


La lista fue enviada a las juntas directivas de los hospitales, donde se conformaron unas ternas que, finalmente, fueron enviadas al despacho de Moreno. “Él tenía la potestad de definir cuál de los opcionados era nombrado gerente”, dijo Zambrano.


“Allí, en ese momento, algunos concejales se enteraban de quiénes estaban postulados y abordaban al Alcalde o al Secretario de Salud (es decir, a él mismo) para desarrollar tráfico de influencias y solicitar quién de la terna fuese nombrado gerente”, confesó el exfuncionario. “Así, los concejales pedían prebendas a los gerentes nombrados como contraprestación del favor que les habían hecho”, añadió.


Zambrano reveló los hospitales “en donde hubo tráfico de influencias”. En primer lugar, mencionó el Hospital de Chapinero y recordó que la terna estuvo conformada por Germán de la Cruz Arrieta, Jorge Arturo Suárez y Claudia Silenia Niño.


“Allí, el concejal Orlando Santiesteban (del Polo) solicitó ante el alcalde Moreno que el apoyo era para De la Cruz Arrieta y efectivamente fue designado por el alcalde”, afirmó Zambrano. En este caso, reconoció que el seleccionado debió ser Suárez, por su amplia experiencia.


En el Hospital de Usme, de la terna se escogió a Liliana Paternina Macea, tras una solicitud hecha por el concejal Antonio Sanguino, en ese entonces del Polo, según Zambrano. No obstante, al parecer dicha gerente también quedó amarrada al concejal Wilson Duarte, del Polo, pues el exsecretario cuenta que Moreno le pidió que hablara con ella y le expresara que también tenía que darle “apoyo político y de colaboración” a Duarte. Esta misma estrategia operó en el Hospital del Sur, donde el exsecretario reveló a la Fiscalía que se nombró a Jorge Bernal Conde por petición del concejal Álvaro Argote, del Polo.


En el Pablo VI de Bosa se puso al frente a Gloria Libia Polanía, por petición del concejal Severo Correa, del Partido Conservador, quien habló de este asunto con Moreno. Además, en ese centro asistencial, por méritos, el seleccionado debía ser el abogado José Darío Téllez Cifuentes, señaló Zambrano.


En el San Blas la cuota le correspondió al concejal Darío Fernando Cepeda, de Cambio Radical, quien solicitó que se nombrara a Carlos Pineda, tal como ocurrió, de acuerdo con el exsecretario. Por eso, señaló, desestimaron al candidato que reunía las mejores cualidades: Antonio Cruz Aragundi.


Pero no solo eso. En su testimonio, Zambrano dijo que el concejal Andrés Camacho Casado, de ‘la U’, recomendó a Yidney García Rodríguez para el Hospital de Fontibón; y que el concejal José Juan Rodríguez, del Partido Verde y preso por el ‘carrusel’, pidió el nombramiento de Fabio Barrera como gerente del Hospital de Kennedy, en vez de Claudia Prieto Vanegas.


En El Tunal, según Zambrano, el nombramiento de Gladys Miriam Sierra se dio por influencia de los concejales Orlando Parada, de ‘la U’, Nelly Patricia Mosquera, de ‘la U’; el representante Ángel Custodio Cabrera y el senador Plinio Olano. Allí, el mejor calificado era Oswaldo Barrera Guauque.


Así se organizó la repartición


Según Zambrano, estos concejales hablaron con él o directamente con Moreno, antes de que los postulantes en las ternas fueran entrevistados por él mismo, el propio mandatario y el reconocido padre Alirio López, en diálogos que incluso fueron trasmitidos en diferido por el Canal Capital.


“En algunos hospitales, como los mencionados, el Alcalde insistía en el nombre de las personas referenciadas por los concejales. Esto nunca se le dijo al padre Alirio –le contó Zambrano a la Fiscalía–. Si él (el religioso) optaba por otra persona de la terna, diferente a la referenciada, lo convencíamos con argumentos de experiencia y otros factores de su hoja de vida para nombrar a la persona referenciada por los concejales”.


La presencia del padre Alirio, según Zambrano, se produjo porque Moreno lo invitó a las entrevistas teniendo en cuenta que el sacerdote “venía proponiendo la conformación de un comité de ética médica e igualmente hacía buenas preguntas a los postulados sobre el aborto, la eutanasia, el secreto médico, el trato humano, digno a los pacientes”.


El religioso desconocía lo que se movía tras bambalinas durante esta repartija del 2008. “Si engañaron a alguien, fue a ellos mismos y a Bogotá”, dijo monseñor López, el viernes, al ser enterado por este diario de la confesión de Zambrano.


Por la ‘gobernabilidad’


En el 2009 vino el segundo proceso para designar gerentes en otros ocho hospitales. Para eso, Salud firmó un contrato con la Javeriana para que se encargara de los exámenes. Sin embargo, al igual que ocurrió con la Esap, ese proceso de meritocracia se burló para satisfacer el apetito burocrático de los concejales, según Zambrano. Fue el caso del Hospital de Suba, donde el exsecretario relató que se nombró como gerente a Édgar Silvio Sánchez por recomendación del concejal Edward Arias, del Partido Verde. Esto pese a que el candidato más opcionado era Heriberto Pimento Patiño.


En los demás hospitales se puso en marcha otra estrategia. “El Alcalde me comentó que buscaríamos seleccionar verdaderamente a los mejores y ya después, si era el caso, establecer a qué concejal se le apoyaría y por tanto se haría el contacto entre la persona seleccionada como gerente y el concejal que estuviera pidiendo apoyo para un hospital”, reveló Zambrano.


Esta feria de tráfico de influencias que relató el alto exfuncionario se frenó hasta el 2010, gracias a una sentencia de la Corte Constitucional. El máximo tribunal exigió que se debía nombrar como gerente al integrante de la terna que había obtenido la mayor calificación en los exámenes. De hecho, luego de expedida la norma, cuatro aspirantes interpusieron tutelas y así pudieron acceder a los cargos.


A esta inédita repartición se le suman los exabruptos denunciados por las autoridades recientemente, como el que se vio en el Hospital de Meissen, en el sur de la ciudad. Allí, el exgerente Carlos Lizcano terminó enredado por dudosos contratos, entre ellos la compra de vino y langostinos, supuestamente para los pacientes. La denuncia causó indignación.


Zambrano, quien fue alcalde encargado de Bogotá, en ausencia de Moreno, ha denunciado malos tratos y un manejo hostil por parte de los guardias del Inpec durante su traslado a las audiencias o citas en el búnker de la Fiscalía. De hecho, ha contado que tuvo que dormir en el piso durante sus primeros días en La Picota.


En su explosiva declaración, el exsecretario dejó en claro que el Alcalde accedía a las peticiones de los concejales para tener control político y lograr que se le aprobaran el Plan de Desarrollo y el presupuesto anual. Zambrano afirmó que así se garantizaba lo que él llama ahora “la mal llamada gobernabilidad”, es decir, a costa del saqueo del erario y poniendo en riesgo la vida de millones de personas en Bogotá.


Las órdenes de Samuel


Zambrano contó que Moreno le daba una instrucción. “Me solicitaba que le hiciera saber al concejal que ya se le estaba cumpliendo con ese compromiso e igualmente al gerente se le recordaba que su nombramiento correspondía al apoyo del concejal”. Explicó por qué los concejales se fijaban en los hospitales y dice que, aparte de la burocracia, buscaban beneficios para “empresas contratistas relacionadas con el concejal en servicios, bienes y obras que el hospital contrataba”. Por eso, había quejas de sindicatos, funcionarios y la comunidad. Según el exsecretario, el apoyo del concejal permitía que los gerentes no fueran tocados por los organismos de control, pues dice que los delegados de la Contraloría y la Personería “por lo general son también cuotas de los concejales y, por lo tanto, les evitaba a los gerentes ser investigados o sancionados frente a cualquier irregularidad”. Esos tentáculos, dijo, llegaban a la Procuraduría e incluso hasta la Fiscalía.


Pero el que no accedía a las peticiones sufría las consecuencias. “Funcionario o gerente que no cediera a algún tipo de presión era investigado, sancionado o destituido por los delegados de esos órganos de control”, según Zambrano.


YESID LANCHEROS
Redactor de EL TIEMPO
yeslan@eltiempo.com
En Twitter: @yesidlancheros



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