La historia de Juan Carlos Guzmán Betancourt, el estafador colombiano más buscado en el mundo por varias agencias policiales, entre ellas Interpol, es sin duda la de un personaje cinematográfico, pero sus actos de suplantación y robo a acaudalados viajeros son tan vergonzosamente reales, como la malicia indígena que usó para ejecutarlos.
Con no menos de una decena de alias y gracias al uso de cinco idiomas, además de la habilidad para hacerse pasar por huésped de hoteles lujosos, Guzmán llegó a cometer robos por cerca de un millón y medio de dólares en poco más de una década, delitos que fueron tipificados como "causa menor" y de los que se logró zafar.
Su disparatada carrera delincuencial, atiborrada de derroche y opulencia, la inició a los 16 años de edad, cuando, luego de huir de su casa en Roldanillo (Valle del Cauca), de donde es oriundo, llegó a Miami en un avión como polizón, en junio de 1993. En aquel momento se difundió la versión de que viajó en el tren de aterrizaje, pero hoy está revaluada.
Con 35 años a cuestas y el fichaje de una extradición cumplida a Francia, los registros policiales que los detectives han elaborado sitúan sus acciones en, al menos, tres continentes, donde sus caracterizaciones, así como el alcance de sus golpes, son tan variados como ingeniosos. Y nunca violentos, pero sí cometidos con las maneras, no se sabe adquiridas dónde, de un auténtico gentleman.
Esta característica ha llevado a que en América lo comparen con Frank William Abagnale Jr., el hombre a quien Leonardo DiCaprio interpretó en la película Atrápame si puedes (1999), y en Europa con Arthur J. Raffles, El ladrón de guante blanco, una de las figuras míticas de la literatura popular inglesa enmarcada en el siglo XIX.
"Es un tipo extremadamente convincente, muy creíble. Si no lo hubiera conocido mejor, me habría convencido de que era quien dijo ser (la persona a quien suplantaba)", recuerda Bryan McGlinn, sargento de la Garda Sióchana (policía irlandesa), que lo capturó luego de que, en el verano del 2005, robó las pertenencias de una acaudalada familia de Beverly Hills que visitaba a Dublín.
En esa ocasión, haciéndose pasar por el padre de familia, entró a la suite que ocupaba en el hotel Merrion de la capital irlandesa y hurtó de allí pasaportes, dinero en efectivo y una tarjeta de crédito de generoso cupo, que, posteriormente, dilapidó en una serie de compras por la ciudad, entre ellas un fino reloj Rolex Daytona, valorado en poco más de 20.000 dólares.
Para entonces, ya era buscado por Interpol, luego de que en ese mismo año escapó de una prisión en el Reino Unido, en la que debía purgar una pena de tres años y medio por una serie de robos en hoteles de lujo de la capital inglesa, entre ellos el Dorchester, Mandarin Oriental, Grosvenor y el Royal Garden.
De hecho, fue en Londres donde una pareja de policías de Scotland Yard, Andy Swindells y Christian Plowman, lo detuvo, en diciembre del 2004, tras una búsqueda que se prolongó por varios años y en la que la duda de su verdadera identidad siempre estuvo presente, toda vez que pasaba por ser desde un ciudadano español hasta un norteamericano, con perfecto dominio no solo de los idiomas, sino también de sus acentos y jergas.
Así lo atestigua Kirk Sullivan, ex detective de Las Vegas, quien, en el 2003, se puso en su búsqueda, después de que el colombiano asestó uno de sus más rotundos hurtos, esa vez a un ciudadano británico por quien se hizo pasar en el hotel Four Seasons de esa ciudad y a quien robó artículos y dinero en efectivo por un total de 280.000 dólares.
Aunque Sullivan nunca llegó a tenerlo frente a sí o a atraparlo, después de emprender una "cruzada internacional" para lograr su extradición a Estados Unidos, señala que pudo indagarlo una vez por teléfono y que en ese diálogo fue testigo de cómo dominaba francés, italiano, portugués y "dos tipos de inglés", mas no alemán.
"Le hablé en varios idiomas, incluso algo de alemán, pero me dijo con cierto apocamiento que ese no lo dominaba. Sin embargo, en los otros demostró una gran destreza, al punto que habló cada uno como si fuera su idioma natal, pasando de un inglés enteramente británico a uno estadounidense sureño", recuerda Sullivan.
Otras acciones de las que salió indemne fueron el robo a un jeque árabe y las numerosas ocasiones en que logró burlar a los agentes de inmigración de diferentes aeropuertos del mundo, así como la vez que rentó un lujoso Bentley Arnage, con chofer, antes de tomar un vuelo rumbo a París, donde dilapidó alrededor de 12.000 dólares con tarjetas robadas mediante sus cinematográficas tretas.
Pese a que admite haber estado en prisión desde "los 15 años" y adquirido allí la pericia para su carrera de tumbador profesional, el modo en que aprendió esa cantidad de idiomas y la forma de caracterizar a sus víctimas sigue siendo un misterio para las autoridades.
Tampoco se sabe a qué se dedica en los "espacios muertos" que deja entre sus golpes solitarios, en los que no recurre nunca a la ayuda de ningún cómplice.
Otra característica de Guzmán es que habitualmente no se comunica con su madre, que vive en los extramuros de Cali y que asegura no verlo desde hace ya varios años.
Desaparecía las cosas
Quizás el origen de su temeridad para el robo -de ningún modo digno de exaltar como aspecto positivo- tenga relación con su infancia en Roldanillo, donde pasó algunos años de una vida paupérrima, pero picaresca, hasta alcanzar la adolescencia.
Unos pocos de quienes lo conocieron admiten haber visto los maltratos a los que era sometido por su abuela, algunos de ellos "justificados", porque solía "desaparecer" las cosas de la casa.
"Era un man súper tímido, típico de pueblo", recuerda uno de sus amigos de entonces -que prefiere guardar el anonimato-. Andaba en chancletas, mal vestido, sin lujos, era de los más pobres del parche (grupo), quizás anhelando cosas que los otros podían tener pero él no", dice, y recuerda verlo, de adolescente, pasear en pantalones cortos por las calles de ese municipio, con un cerdo al que le puso unos moños de colores.
Por esta actitud extravagante fue señalado por algunos como "marica".
Guzmán asegura que toda su vida ha sido "una gran mentira" y que todas sus fechorías las ha cometido "para poder vivir". Es lo poco que se conoce de lo que de su propia boca ha dicho a la prensa, pues parte de su estrategia es no dar entrevistas.
Aun si lo quisiera, esa posibilidad no es posible ahora, pues permanece en una prisión federal del estado de Vermont, a la espera de que se cumpla su condena, que purga desde septiembre del 2009, cuando, por un error de cálculo y en momentos en que ni siquiera se dedicaba a suplantar a nadie, fue detenido por atravesar ilegalmente una callejuela que separa territorio estadounidense de Canadá.
Se prevé que Guzmán sea liberado en el primer trimestre del 2012.
ANDRS ALFONSO PACHN
Sobre el autor
Ex becario de la Fundación Nuevo Periodismo. Premio Simón Bolívar de crónica, 2003. www.apachon.com
- Historia de Juan Carlos Guzmán. Así fue la caída del rey de la estafa
- Rey de la estafa colombiano cayó porque se le varó el carro
- Colombiano estafó más de US$1.500.000 al gobierno de EE. UU.
- Las trampas en las cuentas de los Nule
- En 2016, Murcia volvería al país a pagar 30 años
- Cayó hacker que hurtó 380 millones de pesos
Fuente