Contar o no contar, he ahí la cuestión para el científico colombiano Rodolfo Llinás, ante los avances de sus estudios que señalan una solución al terrible mal del alzhéimer.
-¿Es bueno contar esto?
-Sí y no. No, porque pueden despertarse expectativas exageradas y la medicación podría demorarse. Sí, porque puede ser una esperanza para las familias de los pacientes.
El caso es que Llinás confesó que ya tiene 'pillado' al alzhéimer, que ya lo entendió, que es optimista y que la solución está en camino.
Es más, haciendo gala de buen humor -él, que aparenta ser huraño y neura-, dijo que en el momento en que el mundo científico le dé el visto bueno, será el primero en tomarse las pastillas.
El bogotano Rodolfo Llinás (1934), Ph. D., neurocientífico, es director del Departamento de Fisiología y Neurociencias de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.
Su reconocimiento es mundial porque relaciona sus estudios sobre el cerebro con filosofía, fisiología, sicología, siquiatría, informática, biología evolutiva, zoología, antropología y geometría.
Periódicamente, viene a Bogotá a regocijarse con las tareas que desarrolla el centro interactivo de ciencia y tecnología Maloka. Ahora mismo le han dado en la vena con la sala 'Movimiento, la energía del pensamiento', que no es otra cosa que un paseo fascinante por la evolución del cerebro.
En la entrevista que transmite hoy domingo el canal de televisión Citytv, a las 9 p.m., Llinás explica también las experiencias clínicas para controlar el párkinson. Es categórico en su respuesta: "La solución del párkinson y al alzhéimer están cerca".
Y en el caso de este último, la charla con Citytv fue un tire y afloje en el que, con cuentagotas, soltó las claves del problema y su solución.
"El alzhéimer es una degeneración sumamente grave. Las células no se mueren; son las conexiones las que se retraen", afirma el científico.
¿Qué quiere decir?
Imagínese que pone una semilla en la tierra y empieza a crecer el arbolito; después, comienza a marchitarse y se vuelve chiquito, pero no se muere; hay que echarle agua.
¿Lo mismo les pasa a las conexiones?
Exacto. Se desconectan momentáneamente, pero las células que hacen las conexiones están vivas.
Pero, ¿el alzhéimer es irreversible?
No.
¿No es irreversible?
(Risas)
O sea, ¿usted lo tiene 'pillado'?
Sí, pero no lo digo en público.
¿Por qué?
Porque todavía hay que mirar los estudios clínicos.
Pero lo veo optimista.
(Risas) ¿Usted entiende lo que podría ser eso?
Entiendo que tiene en la garganta la solución y no me la quiere decir, o no la puede decir.
No debo decirla.
¿Y en cuánto tiempo vamos a tener la solución?
Hay un estudio clínico que se va a abrir en unos meses.
O sea, estamos en vísperas.
El problema es si se permite utilizar inmediatamente. Eso recae en políticas médicas. Es más, apenas se pueda, yo empiezo a tomarme las pastillas... (Risas) Aunque no tengo historia de alzhéimer... es para que no me dé ni de vainas. Es un tema sumamente importante. De pronto, las cosas no salen. La verdadera situación es que empezamos a entender qué es lo que pasa con el alzhéimer.
Esa es la gran noticia. ¿Ya usted lo entendió? ¿El mundo científico lo entendió?
Yo lo entendí.
Usted ya sabe qué pasa con el alzhéimer y está seguro de una solución.
Exacto.
Y que puede ser relativamente pronto. Y que no me va a decir de qué se trata.
(Risas) No es eso. Imagínese que una persona vea este programa y que tenga un familiar con alzhéimer.
Queda a la expectativa.
Y decir en último momento que no sirvió... Ahora, si tengo una mamá que está empezando a tener alzhéimer y oigo que las cosas hasta ahora no han funcionado, pero que hay posibilidades que parecen afortunadas, entonces la cuido más y miro qué pasa.
Lo que estamos diciendo en esta entrevista es que es muy positivo, pero no podemos contar la solución porque se vuelve negativo.
Claro, porque son posibilidades de soluciones.
¿Y la solución será farmacológica?
Sí. Farmacológica.
Una cosa es Dios y otra, Jesús
Llinás es un crítico feroz de la educación en Colombia, y no oculta su indignación por el estado de la población infantil.
"¡Cómo no vamos a ser violentos!, los sitios donde se vive, la pobreza, la religión, todas esas vainas son gravísimas".
Quizás estas realidades son las que alimentan en parte su ateísmo. "Tengo un problema con Dios: se parece tanto a los hombres, que yo casi creo que es inventado por los hombres". Pero respeta a los creyentes. "Las personas que más he adorado son religiosas, pero yo nací sin fe. ¿Y la culpa es de quién? Pues de Dios, que no me dio fe. Y así me defendí desde chiquito".
A su juicio, "se requiere que haya todo tipo de creencias, y si la gente se siente feliz me parece fantástico, y si la gente no se echa bala, mejor". Pero, eso sí, Llinás valora las enseñanzas de Jesús, a quien considera "el gran filósofo".
Cuando tenía cuatro años vivió un año con su abuelo, Pablo Antonio Llinás, médico y siquiatra. Y esto le marcó el camino. El abuelo le ponía objetos raros en los vericuetos de la casona para estimularle la imaginación y la curiosidad.
Es feliz. Tremendamente feliz. Y se adora con su esposa australiana, Gillian Kimber.
"A tal punto que uno piensa: '¡Ala, ¿por qué no nos divorciamos?!'. Y llego a una conclusión: que si a uno lo quieren a ese nivel y si uno quiere a ese nivel, es como matarse a sí mismo".
Entonces, le dice: 'Gillian, ¿no se nos va a acabar esto? Porque debe tener un final, ¿no?'.
DARÍO RESTREPO VÉLEZ
EDITOR MULTIMEDIA
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